La tormenta perfecta se ha desatado en la comarca de Arlanza. Falta de precipitaciones, ola de calor y escasez de medios contra el fuego. Una ecuación que da un único resultado: impotencia. Los vecinos de las localidades afectadas han visto como el fuego engullía el esfuerzo de toda una vida, casas habitadas por generaciones, recuerdos familiares, más allá del trabajo de todo un año, de toda una vida.  

No puedo ni imaginar lo que estarán sintiendo los vecinos de Santibáñez del Val, Silos, Hacinas, Carazo o Tejada. Ver llegar las llamas, ascender la nube de humo y cenizas, sentir el calor del fuego bajo sus pies mientras huían de sus casas,... Estremece sólo imaginarlo. Pero lo tenemos a la puerta de casa, llevamos dos días en los que todo Burgos es Arlanza, todas las localidades son esos municipios, cada burgalés puede ponerse en la piel de sus convecinos. Este verano lo hemos visto en otros lugares, más o menos lejanos, pero este manto de luto lo tenemos ahora a la puerta de casa.

No hay palabras para agradecer a todos los que forman parte del dispositivo que ha luchado, y sigue luchando, contra ese infierno para frenar su propagación. ¿Desde los despachos se han enfrentado a algo parecido? Calor extremo, incompatible con la vida, aire irrespirable, estrés por trabajar contrarreloj y contra las llamas,... Desde un despacho no se sufre todo eso, desde un despacho se contrata un servicio de extinción de incendios por dos meses, desde un despacho no prevén que el calor se adelante y las lluvias no lleguen. El cambio climático no es entelequia, es una realidad y hay que hacer frente a sus efectos, cambiar nuestro calendario y empezar a trabajar en los montes y campos para, aunque suene a tópico vacío, apagar los incendios en invierno. El trabajo constante en nuestro entorno natural será lo único que nos ayude a conservarlo.