Un viaje en bici... ¡de 2.190 días!

L.N.
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El arandino Alberto Matamoros se marca como meta llegar a Asia y después a América

Un viaje en bici... ¡de 2.190 días! - Foto: L.N.

Alberto Matamoros derrocha vitalidad. A sus 39 años, está a punto de comenzar el que muy probablemente será el viaje de su vida: un recorrido de seis años por todo el mundo a lomos de su bici. Saldrá el martes desde Aranda de Duero, rumbo a Oporto. Una vez allí, decidirá cuánto tiempo se queda. Cuenta que irá sin prisa, despacito, que quiere disfrutar y alejarse del ajetreo constante que le ha atrapado en su trayectoria como empresario.

Su aventura engloba un sinfín de aspectos. Es y no es una locura. Según cómo se mire. Porque aunque suene a utopía, como él mismo dice, tiene claro que ha llegado el momento de apostar por sus verdaderas pasiones: la naturaleza, los animales, los viajes y el deporte. Eso sí, detrás de este aparente arrebato lleva absolutamente todo medido al milímetro. El 26 de agosto de 2020 decidió que se iba. La pandemia le dio el empujoncito que necesitaba después de un tiempo con el runrún. Quería moverse de forma autosuficiente y la bici aúna todo lo que le gusta: practicar deporte, ir a su ritmo y hacerlo en contacto con la tierra.

La propia elección del 'vehículo' le ha obligado a realizar una investigación a fondo, más aún porque se define como "novato" ya que aunque siempre ha sido muy deportista, su gusto por las dos ruedas no le viene de tan lejos. Vayamos por partes. Matamoros pasará los próximos seis años acompañado por una bici "hecha a la carta, por piezas". A su medida. El cuadro le ha llegado desde Minnesota (Estados Unidos). El sillín es inglés y se adapta a su trasero pasados unos cinco meses. Esto le permite no llevar culotte. Más componentes: se ha decantado por una dinamo especial alemana que va enganchada en la propia rueda y que le permitirá cargar sus dispositivos. A ello se suma un rohloff, que traducido al lenguaje del común de los mortales significa que porta monoplato y monopiñón, por lo que la cadena aguanta más tiempo, no sufre tanto con los cambios y requiere menos mantenimiento.

En lo que respecta a las ruedas, ha elegido unas que le sirven tanto para carretera como para caminos. "Esto me penaliza en asfalto, pero me permite meterme por selvas y desiertos. La bici está preparada para ser todoterreno, para entrar en cualquier parte del planeta". Asimismo, los neumáticos cuentan con un acolchado interior de forma que si un pincho atraviesa la cubierta, pinchará ese acolchado y no la cámara. Eso en cuanto a la parte técnica y sin descartar tomar algún tren en un momento dado (quiere evitar el avión). Después llega lo relativo a su equipaje. Matamoros viajará con 37 kilos encima, repartidos en cuatro alforjas y dos mochilas. En su interior, lleva lo imprescindible: navaja multiusos, linterna, tienda de dormir y saco especiales para alta montaña, un pequeño kit de cocina (botellita de aceite de oliva incluida), chubasquero, un ebook, algo de ropa y unas chanclas. ¡Ah, sí! Y unos calcetines de piel de foca que, según precisa, son "una maravilla". Hasta el punto de que algunos cicloviajeros pedalean con chanclas y estos calcetines por el Himalaya por su rápido secado.

Objetivo: Vanuatu. En cuanto al recorrido, sólo ha planificado la primera parte. Una vez salga de Portugal, rodará hasta Badajoz, donde pasará la Navidad con su familia. Luego bajará hasta Algeciras y ahí, en función de cómo se vea, decidirá si entra en África o si sube por la costa hasta los Pirineos y recala en Italia, a la que quiere dedicar tres meses. Después, la idea es alcanzar Turquía, la Ruta de la Seda y de ahí Asia. ¿Su gran objetivo? Vanuatu, Tonga, Fiji, Salomón... Lugares que le permitirán dar rienda suelta a otra de sus pasiones: el buceo. "Voy para allá", dice ilusionado, sin olvidarse de América. Califica este viaje como "un privilegio, un tesoro" que comienza después de mucho tiempo y "muy duro" volcado en el trabajo, pero con los ahorros suficientes. "Siempre digo que los proyectos extraordinarios requieren esfuerzos extraordinarios". Se ha marcado un presupuesto para cada mes. Algunos días dormirá en su tienda, otros en hostales. Habrá días de pedalear, otros de hacer turismo. De cocinar y de visitar restaurantes. Lo que el cuerpo le pida. Parte movido por dos razones: disfrutar de la naturaleza antes de que se deteriore aún más y porque su trabajo no le permitía "una vida acorde a mis inquietudes y mi personalidad".

Así las cosas, Matamoros visualiza esta aventura como "un reto, con afán de superación. No son vacaciones, sino un gran viaje en el que buscaré el placer por el esfuerzo; llegar a la cima por tus medios, sin que te suba nadie". Es también una forma de acercarse hacia su filosofía de "somos naturaleza". El arandino defiende que "está demostrado que el contacto con la naturaleza te hace feliz. Si llevamos una vida que va en dirección contraria, están cantadas la ansiedad, tristeza y depresión". Admite que tampoco ha sido sencillo dejar su vida atrás, desde su negocio, su casa o su gato. "No es fácil salir del sistema, más bien es una locura". Pero le espera su sueño. ¡A rodar!