Evaristo Arzalluz

Plaza Mayor

Evaristo Arzalluz


¿Rancio yo? Por supuesto

08/07/2021

Cierta amiga, escarbando en la biblioteca de su padre -maestro nacional y de Burgos, como el mío- desenterró algunos libros rancios, editados por la librería Hijos de Santiago Rodríguez (qué pena que no esté ya donde siempre). Me los ha prestado, y su relectura ha despertado en mí antiguos sentimientos.

Son textos rancios, sí, imposibles de comprender para los jóvenes de hoy. Contienen lectura «edificante», que busca fomentar la «virtud» –la sinceridad, la laboriosidad, la lealtad, la honradez, el sacrificio-, términos todos ellos absurdos hoy en día, pero transparentes, cristalinos, claros, indubitables en su tiempo.

Pues mira, ignorante: esas virtudes impulsaron a tantos castellanos a hacer lo único bueno que ha hecho Castilla, la evangelización de América y de las Islas Filipinas. Y la cabeza de esa Castilla era -ya no es, porque, igual que tú, ha renunciado a ello- Burgos. Y si tú, burgalés adulto, no eres capaz de transmitir ese orgullo a tus hijos, es que no mereces ser de Burgos. Y si tú, burgalés adolescente, no sabes eso, no sabes dónde has nacido, o sea, no sabes cuál es tu nación.

Ahora que derriban en América las estatuas de Isabel I, de Fray Junípero Serra, de Colón, es la última oportunidad para recuperar nuestro orgullo. ¿Cómo? Dando la batalla cultural: libros, novelas, cómics, películas, obras de teatro, conferencias, charlas, libros de texto, recorridos culturales, ¡orgullo! … sobre nuestro glorioso pasado. 

Mi padre y el de mi amiga eran «maestros nacionales de Burgos». «Maestros» -no simples profesores, porque enseñaban virtudes y no sólo matemáticas-, «Nacionales» -porque nos enseñaban cuál es nuestra nación, o sea, dónde hemos nacido- y «de Burgos» porque Castilla realizó la gesta más impresionante que jamás nación alguna ha realizado ni probablemente realizará en la historia de la humanidad. No exagero.
Qué asco, qué rancios.