El milagro de Rioseco

R. PÉREZ BARREDO / Rioseco
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Lo que comenzó como un sueño de unos entusiastas enamorados de un monasterio abandonado y olvidado ha mutado en una maravillosa realidad que aún tiene mucho que decir. El complejo ha pasado de la ruina a dinamizar cultural y turísticamente un valle

Esther, Mar y Chelo exhiben imágenes de cómo se hallaba el claustro, que a sus espaldas se erige limpio y consolidado. - Foto: Alberto Rodrigo

Discurre el Ebro jovial entre el arbolado otoñado y los riscos del cañón que horada el Valle de Manzanedo; algunas rapaces hacen sus equilibrios sobre el viento, que aúlla en la mañana como un lobo herido. Llovizna, pero se atisban claros. Casualidad o no, en el instante en el que ante la mirada aparece el sugerente perfil del Monasterio de Santa María de Rioseco, que se antoja una oda al romanticismo, se obra el sortilegio, y un haz de luz se proyecta sobre su arquitectura, que se ilumina también por la sonrisa que exhiben Esther, Juanmi, Mar, Chelo y Ángel, que personalizan el milagro de lo que ha ocurrido en este bellísimo lugar. El milagro de Rioseco. Hasta Juanmi, que es sacerdote, acepta el término, aunque sepa que el Altísimo nada ha tenido que ver con la increíble rehabilitación que se ha llevado a cabo en los últimos años, y que ha empujado a la Asociación Hispania Nostra a reconocer la labor allí desempeñada con un galardón en la categoría de Conservación del Patrimonio como factor de desarrollo económico y social.

No es para menos: quienes conocieron la ruina rampante y el más absoluto olvido de este conjunto monástico, otrora centro todopoderoso que extendía sus dominios allende el valle, se quedan admirados de lo que es hoy este lugar: un espacio recuperado en muchas de sus estancias, algo verdaderamente increíble tras décadas de abandono y expolio, décadas de maleza, yedra y herrumbre.Décadas de negligencia y desmemoria. Y que hoy constituye un maravilloso referente cultural y turístico, un dinamizador económico y social que aún no ha dicho su última palabra respecto a su rehabilitación: seguirá poco a poco recobrando el esplendor perdido. Ojalá que con una mayor implicación de aquellas administraciones que deben velar por el patrimonio histórico y artístico de esta tierra.

Porque el milagro deSanta María de Rioseco no se ha producido gracias a la millonaria inversión de institución alguna , que quizás hubiera sido lo suyo (aunque haya administraciones como la Junta de Castilla y León que sí ha hecho aportaciones), sino al empeño personal de gente sencilla, de gente de la comarca, de gente enamorada del lugar y apegada a la tierra como Esther, como Juanmi, como Mar, Chelo y Ángel. Y al apoyo incondicional de las cerca de mil personas que, de forma voluntaria, han participado aportando su granito de arena para convertir un complicado anhelo en una maravillosa realidad. Recorrer sus estancias, pasear por el jardín renacentista, que más parece el del Edén, constituye un lujo, un privilegio para los sentidos.

Mar, Juanmi, Esther y Chelo, impulsores de la rehabilitación, en un ala del claustro. Mar, Juanmi, Esther y Chelo, impulsores de la rehabilitación, en un ala del claustro. - Foto: ALBERTO RODRIGO

Fue en el año 2010 cuando se creó el colectivo Salvemos Rioseco, integrado por voluntarios de toda edad y condición, que se conjuraron para tratar de devolver la dignidad a aquellas ruinas monásticas, que se hallaban sepultadas por la vegetación, desventradas, devoradas por el silencio y la desidia. «Nuestra idea en un primer momento fue conocer el monasterio y su historia, para que los habitantes de este espacio rural, donde se encuentra situado, una vez conocido, quisieran este lugar que conforma su pasado, para después implicarse en su salvación. Conocer-querer-salvar es un trinomio que debe darse siempre para posteriormente poner en valor cualquier elemento patrimonial», explican sus impulsores. Acertaron de pleno. 

En estos doce años ejecutaron la primera fase: limpieza, realización de las techumbres de los espacios que conservaban bóvedas (iglesia, sala capitular y cilla), consolidación del claustro, y realización de la techumbre del Aula-Taller, así como la revitalización del valle de Manzanedo y de la comarca a través de la realización de visitas guiadas por voluntarios y diversas actividades culturales. «Gracias al proceso de recuperación y puesta en valor, Rioseco se ha convertido en un lugar de encuentros y de estudio y reflexión. Es uno de los espacios de Las Merindades más visitados actualmente, como lo atestiguan las más de 50.000 personas que lo han visitado este año, convirtiéndose en un referente cultural en Las Merindades. Por eso nuestra idea es acabar creando algún puesto de trabajo que fije población joven al Valle de Manzanedo, constituido por 16 localidades con un total de 140 habitantes, lo que sitúa a este magnífico espacio natural como un ejemplo más de la España Vacía», señalan.

La gestión actual corre a cargo de la FundaciónSanta María de Rioseco, presidida por Juanmi Gutiérrez, con Esther López Sobrado como vicepresidenta. Tienen claro que se hace necesaria una segunda fase «que supondría la salvación definitiva del monasterio. Nunca pensamos en que podríamos plantearnos, como ocurre ahora, la realización de una segunda y necesaria fase». Y ya se han marcado objetivos, nuevos proyectos: acaso el más urgente es recuperar la zona renacentista, esto es, la torre del abad y todo el conjunto palaciego, realizado en el siglo XVI y la creación de unAula-Taller en una de las casas anejas al cenobio.Asimismo, consideran que podría ser muy interesante contar con una hospedería, una cafetería y unos baños:De igual manera, el tirón que tiene hoy Rioseco comienza a exigir también que se habilite una zona de aparcamiento, así como de espacios adaptados para aquellas personas que, con movilidad reducida, quieran visitarlo. También mejorar la iluminación del recinto es otro de los objetivos. Quienes un día soñaron con la resurrección de Rioseco siguen haciéndolo. Y sueñan en grande. Son conscientes de que el reconocimiento de Hispania Nostra constituye un aldabonazo y quieren que sea también un impulso, acaso el definitivo, para la rehabilitación integral de un lugar mágico. Un lugar en el que se ha obrado un milagro.No se lo pierdan.