El ángel que guarda Ibeas

I.P. / IBEAS DE JUARROS
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Compañeros del colegio María Teresa León, familiares y vecinos rindieron ayer un emotivo homenaje a Alejandra Alonso, la pequeña de 8 años que falleció en enero pasado. Plantaron un almendro para que florezca cada primavera

Pequeños y mayores se reunieron ayer para compartir otro momento mágico con Alejandra, ya en el cielo. - Foto: Luis López Araico

Vida, vida, vida... es la palabra que más repite Alejandro Alonso, mientras habla de su pequeña Alejandra que con apenas 8 añitos falleció el pasado 31 de enero de un tumor en el cerebelo detectado en 2020. Admirable su entereza mientras cuenta los dos últimos años de dura batalla contra la enfermedad con una voz templada que, sin embargo, se rompe precisamente al decir «no me sale llorar, solo miro al cielo y la veo a ella».

Y a pesar de todo, su padre sigue hablando de vida porque «Alejandra se aferraba a ella como una campeona», dice, recordando esa inmensa sonrisa que la caracterizaba, vida de la que disfrutó al máximo hasta unas semanas antes de volar al cielo con ese viaje a Eurodisney, con un vuelo en avioneta en el aeropuerto de Burgos, con esa Nochevieja en una casa rural en Ávila, disfrutando con los partidos del San Pablo con la familia o en el fútbol viendo al Burgos y hasta corriendo el cross de Atapuerca junto a su hermana melliza Elvira y sus amigos del colegio, en noviembre, apenas tres meses antes de morir...  ¡Cómo no hablar de vida!, dice su padre si ella en 18 meses vivió cosas que algunos no viven en toda una larga existencia.    

Ayer, en el parque El Soto de Ibeas fueron muchos los ojos que también se levantaron al cielo buscando a Alejandra, su ángel de la guarda ya para siempre. También ascendieron, para tocarla, los farolillos que lanzaron al viento sus amiguitos de tercero de Primaria del colegio María Teresa León, sus familiares, sus padres o las mamás y papás del AMPA, porque ayer Alejandra estuvo más cerca que nunca de todos ellos, haciendo buena la letra de una de las canciones elegidas para el homenaje... Y siempre estaré muy cerca de ti. Me veas o no, me vas a sentir en cada duda, en cada temor. Te voy a quedar, te voy a batir porque eres mi paz, mi luz y mi sol, mi fiebre, mi fuerza, mi único amor. Y ahí donde siempre estoy y estaré, en tu corazón, siempre ahí estaré... Es Estaré, de Miguel Bosé, con la que se recordaba a la pequeña, junto a otras como Más que vida, de Bebe; Alba, de Antonio Flores, o Girasoles de Rozalén.

El acto de homenaje fue organizado por un grupo de madres y padres del curso de Alejandra que a su vez forman parte del AMPA, y al mismo se unió el Ayuntamiento, personal de Aena y vecinos, porque lo bueno de un pueblo es que todos se sienten cerca como una gran familia, que todos están ahí para ayudar, para poner su hombro y para sin hablar decir mucho.

Y eso que, añade Alejandro Alonso, ellos no son oriundos de Ibeas de Juarros, pueblo al que llegaron en 2009 'huyendo' de la ciudad, precisamente buscando un lugar más cercano y amigable. Alejandra y Elvira nacieron en 2013 y siempre se han considerado del pueblo, aunque todos siguen muy arraigado en Burgos, con familia, amigos y siempre participando en actividades deportivas y actos como el Himno a Burgos en las fiestas de San Pedro, recuerda Alejandro, que tanto gustaba a su hija y a la toda la familia. «Ahora tenemos el arraigo en los dos sitios», explica un emocionado padre que agradece de todo corazón el apoyo recibido durante los duros meses vividos y el homenaje rendido ayer a su hija por un pueblo donde se les acogió y donde ellos se integraron desde el principio.

Y hasta su casa, los padres y la hermana de Alejandra se llevaron anoche, tras el acto en El Soto, no solo el cariño de sus amigos, compañeros del colegio y vecinos, sino una caja con dibujos, frases, algún detalle... todo lo que los escolares quisieron meter como recuerdo a su amiga.

Ana Isabel Martínez, del AMPA Esmeralda del colegio de Ibeas,  que también tiene una hija en tercero de Primaria, explicaba que la idea de hacer el pequeño homenaje a Alejandra ha sido pensando más en los niños que no habían tenido la ocasión de despedirla y hacer su duelo, pero que sin embargo han visto en el aula el pupitre vacío de su compañera.

Así, con el acto de ayer, sus amigos han tenido la oportunidad de recordarla y despedirla, dejando sus mensajes, sus dibujos, sus lágrimas pero también sus sonrisas y ese almendro plantado para ella que florecerá en El Soto con la llegada de cada primavera como florecía su sonrisa.