Cadena de Favores retoma la ayuda a familias sin recursos

A.G.
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Esta entidad apareció en 2013 y durante los años más duros de la crisis ayudó a llenar la nevera de muchas casas. Ahora empieza a atender a parados por la covid y a personas en ERTE

Miguel Martínez colabora con Cadena de Favores ayudando a personas sin recursos. - Foto: Jesús J. Matí­as

El origen de Cadena de Favores fue completamente espontáneo. Un grupo de vecinas preocupadas por la situación que pasaban algunas conocidas y amigas comenzaron a recoger algunos productos de primera necesidad e incluso comida. Era 2013, uno de los años más duros de la crisis que se inició en 2008 y que arrasó prácticamente con todo. Desde entonces no paró de crecer el número de familias que recurrían a esta entidad no gubernamental para conseguir comida. Luego fueron los libros del colegio, los juguetes en Navidad... y tanta presencia social tuvo que nunca faltaban los donativos para cualquier causa, además de una gran respuesta de la sociedad burgalesa a cada uno de los mercadillos o de propuestas solidarias que la organización ponía en marcha para ayudar a quienes estuvieran pasando una mala racha. Las cosas empezaron a mejorar económicamente y en 2018 se llegó a un número casi anecdótico de usuarios aunque siempre quedaron familias vulnerables a las que ayudar.

Ahora, en enero de 2021, se ha dado la vuelta a la tortilla y empiezan a llegar usuarios que necesitan literalmente ayuda para comer. Una veintena de familias ya tienen que recurrir a Cadena de Favores bien porque todos los miembros en edad laboral se han quedado en el paro o porque están en ERTE del que salen intermitentemente y los recursos no llegan para llenar la nevera. "La previsión es que esta situación vaya a más, lo que estamos viendo no nos deja ser muy optimistas", explica Laura Villagrasa, presidenta del colectivo desde su puesta en marcha, que asegura que ahora su trabajo es más difícil no solo por las medidas higiénicas que complican más la entrega de productos sino porque desde hace meses carecen de sede propia.

En el principio nunca la tuvieron. Por eso en el año 20124 pidieron una entrevista con el entonces alcalde, Javier Lacalle, para sondear la posibilidad de contar con un local municipal donde guardar los objetos procedentes de las donaciones. El exedil, muy venido arriba probablemente por la popularidad que había alcanzado este grupo solidario, no solo cogió el teléfono -en esa misma reunión- para apalabrar una nave de un particular para Cadena sino que se comprometió a darles una subvención de 15.000 euros. Todo pintaba bien pero un año después seguían sin recibir el dinero, a pesar de que se aprobó en Junta de Gobierno. En 2017 todo continuó igual, por lo que la ONG tuvo que abandonar la sede en la que estaba y trasladarse a un local cedido de forma voluntaria por una persona donde continuaron almacenando alimentos, productos de higiene, libros, juguetes, ropa y algunos muebles. Tras un auténtico laberinto burocrático en el que el Ayuntamiento le pasó a Cadena de Favores hasta seis versiones diferentes del convenio, la entidad logró cobrar el 70% de la cantidad prometida. Del resto, no se sabe nada: "Ya me resigné a no recibirlo", afirma Villagrasa.

Ahora, casi cuatro años después, han tenido que abandonar la nave que ocupaban porque quien se la cedió la necesitaba para otros menesteres y es hoy el día en que la entidad no tiene un espacio físico donde almacenar objetos de primera necesidad por lo que se limita a hacer compras puntuales a quien lo necesita y a entregar juguetes o libros de texto "siempre extremando las medidas de seguridad", insiste.

Un ángel llamado Miguel. Cadena de Favores siempre ha tenido por detrás, sosteniéndola, a un grupo de personas haciendo de voluntarias para lo que hiciera falta o aportando lo que tienen. Una de ellas es Miguel Martínez, "un auténtico ángel" como le definen en la asociación. Miguel forma parte de una empresa familiar que tiene un par de supermercados llamados Superburgos, uno de ellos en la Carretera de Poza y el otro en Bartolomé Ordóñez, y es en el primero donde van las familias derivadas desde la entidad. "Es impresionante como se porta con nosotras -asegura la presidenta, Laura Villagrasa- le dejamos allí unas cantidades para que las familias vayan a comprar y él siempre les llena el carro por un importe mucho mayor".

Martínez asegura que lo hace porque cree que tiene que hacerlo. Porque conoce bien cómo se vive en una familia que tiene que apretarse el cinturón y porque lo aprendió de su madre, Julita, que tuvo diez hijos y se las apañó para que siempre llegara todo para todos. "Me conmueve mucho que vengan madres con niños pequeños. Porque siempre son las mujeres las que vienen aquí, los hombres son más cobardes", asegura este hombre, que ya colaboró con Cáritas durante muchos años.

Cuando llega una mujer a hacer la compra en Superburgos por indicación de Cadena de Favores -la mayoría son jóvenes y tienen niños pequeños- lo hace muy apurada, con mucha vergüenza, afirma Miguel, por lo que él intenta que se sientan cómodas y, sobre todo, no juzgar a nadie: "Sé lo que es vivir con estrecheces aunque nunca me faltó para comer y me pongo en su lugar y no me cuesta nada echar una mano". Más que una mano, afirman en Cadena de Favores porque si lo que indica la entidad son, por ejemplo, diez euros para fruta, seguramente aquella mujer saldrá de allí con veinticinco, más embutido, más leche y otras cosas. Y si lleva niños, nunca se marchan sin los bolsillos llenos de chuches.