17 años y un sinfín de contratiempos

L.M.
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A-73 (Autovía Burgos-Aguilar de Campoo). Lentas tramitaciones ambientales, un recorte presupuestario radical o la quiebra de las constructoras han demorado la puesta en marcha de una vía básica que aliviaría el intenso tráfico que soporta la N-627

La A-73 permitirá duplicar la intensidad de la N-627 y absorber hasta 10.300 vehículos al día en verano. - Foto: Alberto Rodrigo

Diario de Burgos inicia una serie para mostrar el estado actual de las infraestructuras pendientes en la provincia y lo -mucho- que queda aún por invertir y ejecutar para tenerlas en funcionamiento

Hay que remontarse nada más y nada menos que hasta el año 2005 para encontrar el primer resquicio de interés estatal por construir una autovía entre Burgos y la localidad palentina de Aguilar de Campoo. En dichos Presupuestos Generales se consignó una cantidad para iniciar los primeros estudios y proyectos con el objetivo fijado en la primera década del siglo XXI para su estreno.

Aunque sus inicios se remontan a hace más de 17 años, de la A-73 hay construidos menos de uno de cada tres kilómetros proyectados en un principio. Llamada a ser una vía fundamental para los desplazamientos entre Castilla y la cornisa cantábrica, los tediosos tiempos que manejan en la administración, los tijeretazos en materia presupuestaria del 2010 o los posteriores problemas con las adjudicatarias han derivado en una parálisis escandalosa. Es más, es todo un acto de fe pensar que esta autovía, que aliviará el tráfico que soporta hoy la N-627, pueda llegar a estar operativa antes de la próxima década. Y eso siendo moderadamente optimistas.

El desorden en la ejecución de esta infraestructura ya dice mucho por si solo. De los tres tramos en servicio dos se encuentran junto a la capital burgalesa (10 kilómetros), mientras que el tercero en cuestión se localiza en mitad del valle de Valdelucio (junto a Palencia). Son 12,1 kilómetros aislados del resto, que solo sirven para desviar la circulación por un par de municipios y cuyo enlace con un futuro tramo de la A-73 se demorará años.

El que debería ser el siguiente en empezar a construirse, el Quintanaortuño-Montorio (prolongación de los dos iniciales) cuenta desde hace meses con todos los permisos, licencias, proyectos y expropiaciones. Incluso tiene un presupuesto milimétricamente calculado: 121 millones de euros. No obstante, hete aquí el problema, desde el Transportes solo han consignado un millón de cara a los Presupuestos Generales del Estado para 2023. Esta declaración de intenciones no hace sino presagiar que el tramo carece por completo de interés para el Ejecutivo, a pesar de que desde Madrid han manifestado este verano que su intención es la de licitar las obras de inmediato.

De no iniciar los trabajos se corre el riesgo, como ya estuvo a punto de ocurrir, de que la declaración de impacto ambiental caduque. El Ministerio tuvo que solicitar de forma urgente a Transición Ecológica una prórroga de este documento, que vencía a finales de este 2022. Desde Madrid accedieron a la petición pero les dieron de margen solo hasta diciembre del año que viene, por lo que si se alcanza este hito sin obras habrá que reiniciar de nuevo todos los estudios medioambientales.

Peores perspectivas tienen los tres tramos restantes: las conexiones entre Montorio-Santa Cruz del Tozo, Santa Cruz del Tozo-Pedrosa de Valdelucio y la Pedrosa de Valdelucio-Aguilar de Campoo están todavía muy lejos de ser una realidad. El hachazo presupuestario del exministro de Fomento José Blanco en el verano de 2010 condenó a la parte central de la A-73, que sigue sin levantar cabeza. Y lo que le queda.

El tramo que más avanza, aunque aún habrá de esperar varios años para que entre en servicio, es el último. De no haber quebrado la UTE Teconsa y Obras Subterráneas, su adjudicataria, debería haberse estrenado a la vez que el Pedrosa de Valdelucio-Báscones de Valdivia. En un intento a la desesperada Fomento optó por encomendarle el trabajo a Cyopsa, pero el encarecimiento del proyecto echó para atrás a la mercantil. En estos momentos la ingeniería pública Ineco se encuentra actualizando los planos, un encargo que se prolongará un mínimo de 24 meses. Ese tiempo es el que requerirán los otros dos en cuestión, y con los que el Gobierno aún no se ha puesto manos a la obra.