La llegada del buen tiempo, el fin temporal de las clases y la normalidad post pandémica son los principales alicientes para que decenas de chavales se echen a las calles en busca de lugares para echar unos tragos entre amigos. Pese a que el botellón se ha diseminado por toda la ciudad en los últimos años, el Castillo sigue siendo la zona fetiche de los jóvenes. Esto ha obligado a la Policía Local a incrementar su presencia en este entorno para evitar que esta práctica derive en vandalismo y molestias a los vecinos. Aún con toda la Semana Santa por delante, ya han caído las primeras denuncias. 

De hecho, los controles comenzaron la noche del pasado miércoles, cuando estaba prevista en el Andén 56 una fiesta universitaria que congregó casi un millar de personas en este entorno. Como en ocasiones anteriores, la antesala de este concierto tuvo lugar en el exterior del recinto, donde las patrullas tuvieron que controlar que el botellón no se fuera de las manos.

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