La transformación del antiguo trazado del ferrocarril en lo que hoy se conoce como el bulevar obligó hace ya más de una década a reordenar el urbanismo de esta nueva artería que emergía en la ciudad. Ello conllevaba la planificación de futuras edificaciones, pero también situaba otras existentes fuera de ordenación. Es el caso de la esquina del Carmen 13, en donde los tres inmuebles que la conformaban debían de derribarse para dar paso a un rascacielos que en un principio se ideó con 23 alturas, que luego se pensó que tendría 15 y que finalmente, si algún día llega a levantarse, contará con 11 plantas más otra de ático.

El paso del tiempo no ha hecho sino evidenciar un problema enquistado con un peregrinar que, por la suerte que corre y por su céntrica ubicación (está situado a apenas 200 metros del Lope de Mendoza), recuerda al de los solares abandonados de la plaza Vega.

Es cierto que en los últimos meses se han dado pasos para lograr avances como fue la aprobación de un estudio de detalle que modifica la huella del planeamiento y que recientemente se han dado los pasos para crear los estatutos de la junta de compensación. Pero eso, es aún insuficiente.

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