La agricultura ecológica se reivindica

B.A.
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Quieren impulsar la creación de un punto logístico en la capital y hacer campañas de sensibilización para acercarse al consumidor

Eduardo García y Nazaret Rodríguez | Ganadería regenerativa. Agés. - Foto: Patricia

La provincia de Burgos cuenta con una cuarentena de productores que comercializan bajo el sello de ecológico. Hay otros que lo hacen siguiendo las mismas pautas de elaboración pero que deciden no vender bajo ninguna etiqueta que los defina. Todos ellos, sin embargo, se enfrentan a los mismos retos y comparten una serie de problemas e inquietudes que gracias a Ábrego han podido poner en común, discutir e incluso buscar soluciones conjuntas. Trabajar de forma más coordinada en organización y distribución, llevar a cabo campañas de sensibilización y concienciación e impulsar la puesta en marcha de un punto logístico son algunas de las medidas que pretenden desarrollar para ser menos invisibles y acercarse a los consumidores. Algo para lo que les gustaría poder contar con un mayor apoyo institucional. Y es que se sienten con escaso peso y nada representación dentro de las políticas alimentarias. 

En Ábrego abogan por la repoblación a través de proyectos que generen oportunidades y empleo en los pueblos y se encuentran inmersos en el desarrollo de una iniciativa que han llamado Alimentando redes y generando oportunidades laborales en el medio rural. Dentro de ella han desarrollado un estudio para conocer de cerca la problemática del sector y las trabas que a veces desaniman a estos productores minoritarios. De él se extrae que uno de los problemas a los que se enfrentan son la falta de tiempo para poder desarrollar todas aquellas labores fuera de las estrictamente productivas, como podría ser la formación, la adaptación a las nuevas tecnologías o dar forma a iniciativas transversales. «Y echan de menos no tener una identidad conjunta y una mayor comunicación interna entre ellos, lo que les llevaría a poder trabajar de forma más coordinada», cuenta Carlos Jaén, de la asociación Ábrego. 

Las trabas administrativas, con horas de dedicación para rellenar los documentos que les acrediten como productores ecológicos, unido a la poca concienciación que existe en la provincia por el consumo de estos productos, «hace que algunos estén con las energías un poco bajitas», añade Carlos Jaén, que asegura que la mayoría echa de menos poder contar con algún tipo de asesoramiento técnico. 

Ariana Chamberlain | Horticultura ecológica. Quintana de Valdivielso.Ariana Chamberlain | Horticultura ecológica. Quintana de Valdivielso. - Foto: J.G.

El control de las semillas por parte de unas pocas empresas, el problema para acceder a tierras cuando algunos de ellos quieren crecer, y la falta de comunicación entre agricultores y ganaderos, cuando ambas actividades son complementarais, son otros de los obstáculos que citan en las encuestas que Ábrego envió a 60 productores para poder conocer su sentir. 

En cuanto a la comercialización y distribución, hablan de la importancia de que hubiera más puntos de venta que permitieran acercar a los consumidores sus productos, cuya elaboración está basada en el respeto por el medio ambiente. «Para ellos sería fundamental la existencia de un punto logístico de almacenamiento y venta en Burgos. Muchos de ellos tienen listas de distribución y llevan sus productos puerta a puerta a los clientes, algo que les lleva mucho tiempo y que creen que no se valora». 

Otra de sus demandas es una mayor proyección de sus productos mediante ferias o mercados agroecológicos. «En Zaragoza, frente al Pilar, hacen una de forma semanal. Además de permitir vender más cantidad a estos productores, es una gran forma de concienciar», comenta como ejemplo Carlos Jaén, que asegura que las pequeñas iniciativas que en este ámbito salen adelante en la provincia es gracias al impulso de personas particulares, cuando creen que la administración debería de involucrarse más en su promoción. 

Fernando Santamaría y Luis Rodríguez | Bodegas Decorus. Santa Inés.Fernando Santamaría y Luis Rodríguez | Bodegas Decorus. Santa Inés. - Foto: Luis López Araico

Otro aspecto que los productores agroecológicos de la provincia ven fundamental es la recuperación de los espacios de apoyo mutuo. «Tu me ayudas a arar a mi, terminamos antes y cuando tu necesites me ayuda, allí estaré», detallan desde Ábrego, que hace unos días organizaron un foro en Poza de la Sal con diferentes productores y donde salieron a relucir todos estos aspectos. 

En crecimiento. Aunque lento, el número de profesionales que apuestan por una forma de producción más respetuoss aumenta en la provincia. «Cada año se suman entre 3 ó 4. Son personas que empiezan de cero, pero también hay quien da el salto de la producción convencional a la ecológica, aunque es cierto que a estos últimos les cuesta, ya que es modificar lo que han venido haciendo», comenta Jaén, que aprecia que todavía hay «cierto escepticismo con lo ecológico», cuando es la manera natural de producir, y asegura que en las universidades cada vez apuestan más por una formación en sintonía con un cuidado del campo y de los cultivos más sostenible. 

Para empezar, algunas otras medidas que pretenden poner en marcha y avanzar serían: realizar encuentros de formación y reflexión, crear bancos de semillas, dar forma a un sello identificativo en el que todos se sientan representados, comprar insumos en conjunto para abaratar o potenciar los puntos de venta. Algo que les permitirá seguir avanzando es el manifiesto titulado Una alianza saludable, sostenible y social para la provincia de Burgos, suscrito por entidades como la UBU, Ábrego, Fundación Oxígeno, Entretantos, Amicus o El Granero. «Se están recogiendo firmas y las presentaremos a todas las administraciones», añade Jaén. 

Eduardo García y Nazaret Rodríguez | Ganadería regenerativa. Agés

«Producir alimentos sanos y cuidar el medio ambiente es nuestra forma de hacer salud»

Enfermera leonesa de 34 años,  Nazaret Rodríguez conoció a Eduardo García en Barcelona estudiando un máster de Agricultura Ecológica. Fue entonces cuando pensaron en la posibilidad de desarrollar juntos un proyecto en esta línea y poder vincularlo con la alimentación, y ahí salió Agés a relucir a través de un grupo donde un ganadero ofrecía sus reses a aquellos que quisieran iniciarse en este mundo. Fue así como en septiembre del año pasado llegaron a la localidad para hacerse cargo de un rebaño de 80 vacas de Manuel Diez, con el que realizan un manejo regenerativo. Su intención, poco a poco, es ir formando su propia ganadería. «La idea es vender el ternero para carne, que es de pasto al 100%, ya que hacemos un pastoreo racional», explica ella, crítica con la forma de hacer salud en nuestro país.

Para Nazaret este trabajo es muy coherente con lo que ella siente y su forma de ver el mundo. «Producir alimentos sanos y cuidar del medio ambiente es nuestra forma de hacer salud. Estoy muy decepcionada con como se trabaja en los centros de salud», comenta la joven ganadera, que conocía la teoría en el cuidado de los animales por su formación, pero no la práctica. «Disfrutamos del trabajo al aire libre, me parece bastante meditativo. Tiene una parte muy física, pero estamos muy conectados a la naturaleza y es bonito acompañar a los animales en su crecimiento respetando los ciclos», expresa Nazaret, que puntualiza que Eduardo ya había trabajado en explotaciones ganaderas de leche o carne en ecológico en Aragón, Cataluña y en Latinoamérica. 

Por ahora están felices en Agés, pero no descartan desarrollar su ganadería en otra zona, ya que el acceso a la tierra y los pastos es una dificultad con la que se encuentran. Un cambio que han notado al mudarse de Cataluña a Burgos es la mentalidad en el  consumidor. «Tanto allí como en la zona norte, Asturias o el País Vasco, creo que hay una mayor valorización del trabajo que hacen los productores ecológicos. Todos tenemos que comer y estaría bien que sería a base de productos sanos y no procedentes de la industrialización de la alimentación».  

Ariana Chamberlain | Horticultura ecológica. Quintana de Valdivielso

«Lo más complicado es llevar todo el proceso. La distribución nos resta mucho tiempo»

De ascendencia inglesa y española,  se crió entre Londres y Madrid, Ariana llegó a la Huerta de Quintana como voluntaria a finales de 2021 para conocer como es la producción ecológica de verduras. Ahora es la encargada y se encuentra al frente de este proyecto creado por Daniel Ezquerra y en el que cultiva de forma ecológica productos saludables en Quintana de Valdivielso, cerca de Puente Arenas, donde reside. 
Ella cuida de la huerta y lleva todo el proceso, hasta el final, la venta. «Cada 15 días voy a Burgos, quedo en un punto y los clientes del grupo de consumo vienen a por los productos que previamente han pedido.

También llevo a una tienda y a restaurantes de la capital y de las Merindades y a particulares de esta zona», comenta la joven, que asegura que lo más complicado es hacerse cargo de todo. «El transporte y la distribución me llevan mucho tiempo». 

Para Ariana su trabajo como horticultora va mucho más allá, es su forma de ver y entender la vida. «Me siento muy empoderada al cultivar mi propia comida y ser autosuficiente en este aspecto. Me preocupa mucho el cambio climático y pienso que de alguna forma mi trabajo combate esta crisis. Este modelo de agricultura va a tener que ser necesario y terminará imponiéndose, el actual no es sostenible». La mujer asegura que este pequeño huerto es su aportación hacia un modelo más sostenible. «Me alegro de que la gente pueda comer más sano  mientras se cuida la tierra». 

Es feliz trabajando con sus manos. Antes estaba sentada frente a una pantalla de ordenador. «El entorno de la ciudad no me va bien. Me gusta estar en el campo, cerca de la naturaleza, ver crecer una planta de una semilla es algo especial». Coles, lombardas, kales,  apio o coles de Bruselas son los productos que tiene ahora en lista y ya está preparando la tierra para los cultivos de primavera. «Se nota la calidad de nuestras verduras y nuestros clientes también lo perciben, por eso nos compran», relata la joven, que buscando un cambio en su vida ha llegado a las Merindades. 

Fernando Santamaría y Luis Rodríguez | Bodegas Decorus. Santa Inés

«Nuestro objetivo es hacer el mejor vino y eso sólo se logra si se trabaja en ecológico»

Llevan la elaboración del vino en la sangre y cuando decidieron hacer el suyo propio tenían claro el objetivo: hacer el mejor. «Y para hacer el mejor solo se puede hacer en ecológico», afirman, una frase que recogen en los estatutos de su empresa y que se repiten como un mantra cuando algunos vecinos de viñedos recogen muchos más kilos de uva. «Pero a nosotros no nos importa la cantidad, sino la calidad».

La añada del 2020 fue la primera que comercializaron con Bodegas Decorus, un vino que procede de viñedos centenarios que han recuperado en Santa Inés, el pueblo de Fernando, y de otros en diferentes parcelas de localidades como Santa Cecilia o Castrillo Solarana. «Por si cae alguna granizada o hay alguna plaga no se pierda toda la cosecha, ya que nosotros no usamos productos para atajarlas». 

Manejan sus viñas con el máximo respeto, en ecológico y con microvinifiaciones para lograr ese vino de autor que persiguen. Apenas aran los surcos para permitir que el resto de hierbas convivan con sus viñas, alrededor de las que nace romero, lavanda o tomillo. Respetan la flora, pero también la fauna. No vallan sus parcelas para evitar que los corzos coman los brotes y las uvas como hacen otros productores.

«Limitaríamos el paso de animales y personas, lo que hacemos es llevar siempre perros cuando trabajamos en las viñas, para que marquen y de alguna forma los alejen, aún así, hay parcelas pequeñas de las que no podemos aprovechar nada», comentan los emprendedores, que aseguran que el de la presencia de corzos es un problema creciente  y que la única solución es la existencia de lobos que equilibren. 

Durante la vendimia, de los racimos buenos sólo seleccionan los mejores y ya en bodega utilizan pequeños depósitos de 400 ó 500 litros, lejos de los normalmente usados, de unos 30.000. «Hacemos los trasiegos por gravedad, no usamos bomba», puntualizan los bodegueros, que estudiaron Viticultura en La Aguilera, en San Gabriel, para formarse. Reconocen que uno de los mayores problemas es abrirse mercado. «Cuando intentamos presentar nuestro vino solo quieren Ribera o Rioja, cuando decimos que es Arlanza ni siquiera lo prueban ni nos dan opción a que les demos los precios», relatan.