Nadie ha pisado los escenarios como lo ha hecho Raphael: una leyenda viva de la música, un fenómeno de masas, una auténtica estrella, un mito único. Pero detrás de ese gran artista también esta el hombre, Rafael Martos.

Ahora, en un momento en el que el de Linares acumula ya seis décadas de un éxito sin precedentes, Movistar+ quiere rendirle homenaje a través de Raphaelismo, que la plataforma estrena hoy al completo, una serie documental en la que explora su carrera profesional y su vida como nunca antes se ha hecho y que, en opinión de sus creadores, va a ayudar a «entender, descubrir y admirar» a un «artista que creó la industria musical tal y como la conocemos ahora».

Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, nominados al Goya en 2020 por Anatomía de un Dandy, son los nombres detrás de este ambicioso proyecto de Dadá Films & Entertainment. A través de cuatro episodios, ofrecen una oportunidad para descubrir todo aquello que queda no solo por saber, sino por ver.

«La serie es muy reveladora. Hay un material de archivo totalmente inédito que va a hacer las delicias de la gente a la que le encante Raphael -desengrana Charlie-, pero también a todos aquellos que no hayan sabido la trascendencia que ha tenido a nivel mundial».

En palabras de Alberto, Raphaelismo es mucho más que una serie, es «un movimiento cultural» que cuenta con una gran legión de seguidores. «Con la serie hemos querido intentar explicar de dónde viene ese fanatismo, porque es algo que se lleva cuajando desde hace seis décadas», explica. Más de sesenta años que le han permitido conquistar los escenarios del panorama nacional, pero que también le han colocado en los más alto a nivel internacional. «Estaba llenando estadios en Rusia cuando ningún artista español había llegado hasta allí. Y esto es solo uno de los miles de hitos y grandes proezas de Raphael», recuerda.

Una de las grandes aportaciones de este proyecto es la ingente cantidad de material inédito que se ha conseguido recopilar. «Nos hemos encontrado con verdaderos tesoros», detallan sus creadores, entre los que destacan varias grabaciones caseras y audios inéditos, como el del concierto de 1965 en su amado Teatro de la Zarzuela, el mismo que le vio nacer. 

También destacan sus creadores el testimonio de su círculo de allegados, amigos, periodistas, expertos musicales, productores y grandes artistas, pero especialmente el de su fiel compañera, su mujer Natalia Figueroa, y sus hijos, quienes han abordado el proyecto con muchas ganas y valentía, aportando grandes dosis de emoción.

Pero si hay algo que hace única esta producción es el desafío de haber conseguido quitarle la aparente «coraza» al divo y «desmembrar» esa ph para «ir encontrando a Rafael Martos», la persona que existe detrás del fenómeno. 

De esta forma, con un Raphael mucho más dispuesto a hablar sin tapujos y a entrar en su historia, Charlie y Alberto consiguen «sacarle de esa figura de gran estrella» y deshacerse, desde su primera conversación, de «todas esas capas del Raphael con la ph».

De él confiesan que es todo un profesional: «Lo hacía todo a toma única», algo a lo que ya estaba acostumbrado a hacer también con sus discos. «Cuando íbamos al rodaje, se tomaba igual de enserio esa jornada de grabación que cuando sale al escenario. Y más teniendo en cuenta que él no se considera un cantante, sino un artista». Un hombre a la altura del mito que siempre se ha sentido «en deuda con su público, el motor de su vida». «Mucha gente pregunta cuál es el secreto para mantenerse tantos años después encima del escenario. Es el respeto que Raphael tiene a su profesión y su público», reflexionan.

Un nuevo capítulo

Preguntados si creen haberse dejado algo en el tintero, coinciden en que de él siempre quedarán cosas por saber, aun teniendo «20 horas más de serie», y consideran que sí «existe un capítulo más, el que se empieza a escribir a partir del último episodio», el favorito de Raphael.

No obstante, Charlie y Alberto se sienten muy orgullosos con todos los momentos que han logrado rescatar, los mismos que permitirán a los espectadores descubrir al Raphael más humano, íntimo y emocional.