"Los errores nos han traído a este capitalismo salvaje"

A.G.
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Alejandro Represa es uno de esos hombres y esta es (parte) de su historia

Alejandro Represa. - Foto: Luis López Araico

*Este artículo se publicó el 20 de abril de 2020 en la edición impresa de Diario de Burgos

Si alguna vez se hace una nómina de políticos burgaleses poco aferrados al cargo y con una visión generosa y amplia de la acción pública, a la cabeza -y si no, muy cerca- tiene que aparecer el nombre de Alejandro Represa, economista vallisoletano que desarrolló el grueso de su carrera profesional en Burgos, que fue concejal durante dos años y a quien su ánimo independiente, su compromiso con la gente, con la paz y con otra forma de hacer las cosas le hurtaron un futuro político, en el sentido más convencional, de más amplio recorrido. Pero no se arrepiente de nada. Ni de formar parte de una corriente crítica que quiso cambiar las cosas en el Partido Popular de Burgos (le pusieron ‘Libra’ de nombre a aquella iniciativa haciendo alusión al signo del zodiaco, ya que se creó en un mes de octubre) y ni siquiera de firmar un artículo en este mismo periódico muy crítico con la participación de España en la guerra de Iraq, que fue lo que le costó, a la postre, su no repetición en las listas electorales.

Nunca le importó aquel descabalgamiento -ventajas de no depender de la política para la subsistencia- y siguió viviendo conforme a sus convicciones hasta el punto de que terminó militando en una formación de nuevo cuño y totalmente minoritaria cuyo nombre, no obstante, da una pista de lo que Represa ha buscado siempre: Partido Por un Mundo Más Justo, en cuyas listas, aunque de forma testimonial, se presentó a las elecciones municipales de 2011.

"Llegué a la iniciativa Libra, que fue como llamamos a aquella línea crítica, de la mano del médico Jesús Berzosa, que fue también quien me contactó para ir en las listas del PP en las elecciones de 1995 a pesar de que hacía muy poco que yo me había afiliado. Cuando me lo propuso le dije que sí enseguida", recuerda Represa, cuyo tiempo ahora en la jubilación lo reparte entre el cuidado de sus nietos y el perfeccionamiento de su afición a escribir en la Escuela de Escritores, donde pasa muy buenos ratos con su director, Jesús, y sus compañeros Soletito, Fernando, Marisol o Asun, con quienes espera volver a compartir textos y emociones cuando termine la pandemia.

Su aterrizaje en la política local fue, por decirlo de una forma sencilla, de rebote. Eran los tiempos de las amplias mayorías del Partido Popular en el Ayuntamiento y en aquella convocatoria electoral, capitaneada por Valentín Niño, la lista obtuvo 16 concejales. Represa iba en el número 17. El desgraciado fallecimiento del concejal Paulino Benito al año y medio -"era una bellísima persona"- le dio el acta de concejal y las responsabilidades de vicepresidente de la Comisión de Hacienda y presidente de Autobuses y de Industria y Comercio. "Recuerdo aquella experiencia de forma muy agradable. Y es que teníamos una gran ventaja porque gobernábamos con mayoría absoluta, éramos 16 de 27 concejales, y eso nos daba una gran comodidad. Los otros 11 se los repartían entre el PSOE e Izquierda Unida, donde estaba Chus Klett, a quien yo conocía de mucho antes y con quien siempre he mantenido una gran amistad a pesar de las distintas adscripciones políticas, porque no tiene nada que ver una cosa con la otra, y con la que años después he compartido militancia y lista electoral con el Partido Por un Mundo Más Justo, donde yo todavía sigo".

A estas alturas del relato habrá quién se pregunte cómo se hace este singular recorrido desde el PP de los años de oro de Aznar hasta unas siglas tan minoritarias y que buscan la justicia social sobre todas las cosas. El origen está en Adolfo Suárez. El exconcejal reconoce que siempre votó por él, incluso ya al final, cuando le dejaron solo y sus proyectos hacían agua por todas partes: "Siempre me gustó el centro, yo nunca voté ni por Fraga ni por el PSOE", dice, así que cuando aparece José María Aznar hablando del viaje al centro que se proponía hacer con el partido que fundara el exministro franquista, Represa pensó que podía ser el sustituto del abulense. Al poquísimo tiempo le llamaron del PP burgalés invitándole a entrar en sus filas. Y no se lo pensó: "Aquí a nivel local había gente extraordinaria y muy profesional pero cuando yo escribí en el periódico un artículo que se tituló La culpabilidad de los inocentes contra la invasión de Iraq que apoyó el Gobierno español me llamó un responsable del partido para decirme que me había jugado el puesto. Pero yo era muy consciente de lo que escribía y le dije que estaba en contra de la guerra, que me parecía una barbaridad. Le escribí una carta a César Rico diciéndole que mis principios no eran los mismos que los del PP aunque tenía allí grandes amigos, que había variado mi concepción de la política y que me daba de baja, y me respondió muy amablemente diciéndome que entendía mi opinión aunque no la compartiera y que allí habría siempre un sitio para mí si alguna vez quería volver. Y así acabó mi vinculación con el partido". Lo que peor llevó de todo aquel episodio, rememora, fue "esa forma de llevar a la gente al huerto diciéndole que había armas de destrucción masiva cuando luego se comprobó que era totalmente falso, todo aquello me conmocionó".

No obstante esta experiencia, afirma que no le dejó un mal sabor de boca el ejercicio de la política a nivel local: "La mayoría absoluta hacía que a efectos prácticos no tuviéramos oposición, no como ahora, que para que sacar adelante cualquier cosa cuesta mucho y se tienen que tirar los trastos a la cabeza. Reconozco que fue una gobernanza muy cómoda porque todos nuestros proyectos salían adelante sin mayor problema".

Las aspiraciones del partido en el que ahora sigue militando son muy diferentes y muchísimo más elevadas y la principal es nada menos que acabar con la pobreza en el mundo, algo que sus promotores piensan que es una decisión política: "Se trata de un partido que empezó como una ONG porque sus miembros entendían que no se podía hacer política desde las organizaciones no gubernamentales y yo me identifico mucho más con su ideario, de tal manera que sigo militando aunque participo poco".

La marcha de la política entendida como el juego de los partidos no supuso para Represa la desaparición de la vida pública, más bien al contrario, este hombre siguió trabajando por lo que él entendía que eran causas justas. Durante mucho tiempo fue presidente de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui por la vinculación que tenía con este colectivo desde que hiciera la mili en El Aiun.

Represa, que nació en Valladolid en diciembre de 1943, es hijo y nieto de militares -su padre llegó a ser general- y vivió en diferentes ciudades por esta causa, pero sobre todo en Madrid, donde estudió en los institutos Cervantes y Cardenal Cisneros. "Mi padre, a pesar de ser militar, era un hombre muy abierto", explica, y recuerda que fue acompañándole en una estancia que tuvo en Burgos cuando conoció a lo que hoy es su mujer, Carmen, hija del recordado psiquiatra Ignacio López Saiz, y aquí se quedó. "Aquel Burgos de los primeros años 70 era para mí una ciudad acogedora, yo tengo muy buenos recuerdos, sobre todo porque hice una buena pandilla de amigos con los que salíamos muchas veces a tomar pinchos y entre ellos estaba Carmen, con la que después me casaría en San Juan de Ortega".

Antes, el exconcejal había estudiado Ciencias Económicas en el campus de Somosaguas de la Universidad Complutense en unos años convulsos -era el final de la dictadura- en los que reconoce que nunca tuvo una implicación política: "Había follones y, de hecho, teníamos a los grises permanentemente allí, como en una especie de cuartelillo. Pero te seré sincero, en aquel tiempo pasaba bastante del tema político -mi compromiso vino mucho más tarde- quizás porque me veía ya mayor y lo que quería era acabar la carrera para ponerme a trabajar". Y es que la economía no había sido su primera vocación. De hecho, su objetivo primigenio fue convertirse en piloto, algo que no consiguió por diferentes vicisitudes, y también valoró la opción de matricularse en Medicina.

Tras licenciarse, uno de sus primeros trabajos fue en una concesionaria de la gran empresa Boetticher y Navarro, que se dedicaba a los ascensores, haciendo el control horario de los trabajadores. Una vez casado hizo una prueba para entrar en Galletas Loste, donde estuvo un par de años en su departamento de finanzas. "En aquellos años era facilísimo cambiar de trabajo y muy frecuente que se hiciera, algo que he analizado después y he llegado a la conclusión de que era porque los que estudiábamos éramos muy pocos". Más adelante, y antes de encontrar el que sería su trabajo definitivo en la Sociedad de Garantía Recíproca, en donde se jubiló en 2007 con 64 años, pasó por Jiménez Cuende, por una constructora de nombre Cobursa y por la empresa de limpieza de uno de sus hermanos, en Asturias.

"En esta empresa semipública analizábamos avales de la pequeña y mediana empresa ante los bancos. Siempre ha funcionado bastante bien y, de hecho, actualmente creo que la de Castilla y León es la número uno de España. Estudiábamos balances, hacíamos informes y las reuniones y las asambleas generales las hacíamos en Burgos. Luego, la junta directiva, como pasa con tantas cosas, estaba en Valladolid", añade Represa, buen conocedor, por esta experiencia, del tejido empresarial e industrial burgalés y de la comunidad autónoma. "El burgalés, por lo general, es bastante consciente de todos los riesgos antes de lanzarse a un negocio aunque, claro, también me encontré con más de uno que presentaba proyectos sin pies ni cabeza y poco reflexivos. Los empresarios aquí suelen saber muy bien dónde se meten".

La vinculación con la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui la ha mantenido Alejandro Represa hasta hace bien poco, cuando se dio de baja -"esto es como en la política, uno no se puede eternizar en los sitios"-, y se muestra muy crítico con quienes dicen que España es responsable de todo lo que ha ocurrido allí: "El Tribunal Internacional de La Haya dictó sentencia diciendo que Marruecos y Mauritania no tenían ningún derecho sobre el Sáhara y que a este le correspondía autodeterminarse, pero la Marcha Verde la montó Estados Unidos por unos intereses bien claros que eran los de evitar que los saharauis, amigos de los argelinos, y estos a su vez, en la órbita de la Unión Soviética, fueran independientes y los rusos tuvieran influencia en esa zona. España entonces no pintaba nada allí y menos con una dictadura moribunda y sin ninguna influencia. ¿Qué culpa tuvo España de que Kissinger montara aquello?".

Economistas sin fronteras. También dimitió de su cargo de presidente de Economistas sin Fronteras dos años después de estar a la cabeza de esta ONG que impulsa proyectos de desarrollo en países empobrecidos, aunque sigue siendo socio y pagando las cuotas: "Me parece que hacen una labor muy positiva aunque creo que las entidades no gubernamentales cada vez tienen menos fuerza". En este sentido, no se atreve a hacer una previsión sobre lo que será de la sociedad y de la economía cuando termine la pandemia de la COVID-19: "Yo solo espero que la gente aprenda, que no se cometan los mismos errores que nos han llevado a este capitalismo tan salvaje que está presente en la mayor parte del mundo y que se frene el consumismo tan intenso que nos ha traído hasta aquí; cuando oigo decir a partidos de izquierdas y a sindicatos que hay que subir el sueldo a la gente para que consuma y que la economía tire para arriba es que no doy crédito porque eso es capitalismo puro y duro, que es con lo que hay que acabar. ¿Mi receta? La del Partido por un Mundo Más Justo: tiene que ser la gente la que diga 'basta'".