«Me echan por una barbacoa y por mi relación con una peña»

R.C.G.
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ENTREVISTA | El ya excapitán del Mirandés da su versión sobre los motivos que le han llevado a salir del club por la puerta de atrás después de seis temporadas. La decisión de no renovar a Gorka Kijera ha generado mucha polémica en el entorno rojillo

Gorka Kijera saluda a aficionados en Anduva. - Foto: Truchuelo

La decisión de no renovar a Gorka Kijera ha provocado mucho revuelo en el Mirandés. El ya excapitán era un símbolo en el club y el jugador más querido por la afición, ya que representaba los valores de la entidad. Tras seis temporadas defendiendo los colores rojillos, dice adiós por la puerta de atrás. 

Todo el mundo daba por hecha su continuidad un año más, ¿por qué no sigue en el Mirandés? 
No es una decisión deportiva, me echa el presidente. El director deportivo, Chema Aragón, me veía válido porque valoraba mi labor en el vestuario, aunque su idea era fichar un lateral izquierdo titular. Sin embargo hay un par de cosas que al presidente no le gustan de mí y por eso no se me renueva. 

¿Cuáles son esos motivos?
La gota que ha colmado el vaso ha sido una barbacoa para despedir la temporada que hice en mi casa unos días antes de acabar la Liga. Habíamos pedido al club hacer una comida en un restaurante, pero no les gustaba la idea por temor a que se publicaran fotos y hubiera algún problema por el tema del coronavirus. Decidimos entonces hacer algo informal en mi casa, que tengo jardín y piscina, y al presidente eso le ha sentado muy mal. No lo hicimos con la intención de llevarle la contraria ni cuestionar su autoridad, sino que creíamos que después de esta temporada, nos merecíamos una despedida. Eso se suma a la bronca que tuvimos el año pasado después de la celebración del ascenso por mi relación con los Jóvenes Jabatos.  El presidente tiene muy metido dentro lo que sucedió en la plaza del ayuntamiento, donde le silbaron, y ahora me cobra esa factura. 

¿Ha hablado con el presidente estos días? 
No, fue Chema Aragón el que me comunicó la decisión. Le agradezco que haya dado la cara y el trato que ha tenido siempre conmigo. 

¿No se podía haber solucionado todo con una charla cara a cara? 
Creo que sí, pero él tenía la decisión tomada y tampoco me voy a arrastrar. Es el dueño del club, y el resto tenemos que asumir lo que dice aunque no nos guste o no lo compartamos. 

También se ha prescindido del delegado, Roberto Davalillo, tras quince temporadas en el cargo. ¿Cree que son decisiones relacionadas? 
Prefiero pensar que son cosas independientes y que no tiene nada que ver que seamos familia. De todas formas, no deja de ser también sorprendente la salida de Davalillo. 

Antes de la barbacoa, ¿tenía apalabrada su renovación? 
Mi representante había hablado con Aragón y le había asegurado que estaba en sus planes, aunque todavía no nos habíamos sentado a negociar el contrato. Si no hubiera sido por la barbacoa y los temas personales, tengo claro que hubiese seguido un año más.  

¿Cómo le hubiera gustado que fuese su despedida del Mirandés?  
No quería nada especial, solo despedirme en el campo de la afición. Nada más que eso, con humildad. 

Su salida ha provocado un terremoto social, ¿era consciente del cariño que le tenía la afición? 
Sabía que era un jugador apreciado porque siempre se me ha animado mucho en el campo, pero ahora me he dado cuenta de que la gente me respetaba incluso más de lo que me imaginaba. Es algo que me enorgullece porque quiere decir que algo habré hecho bien. Recibir tantos mensajes estos días me está ayudando a superar este mal trago. 

¿Qué llamada es la que más le ha emocionado? 
Es difícil elegir pero me quedaría con el apoyo de Limones y Rúper, por lo que he vivido estos años con ellos en el vestuario. También con la de un amigo personal, Ángel Barahona, al que esta temporada apenas he podido ver porque pertenece a los Jóvenes Jabatos y tenía miedo a las represalias del club. 

¿Quiere decir que se ha sentido coartado para quedar fuera de su trabajo con personas ajenas al club por las posibles consecuencias? 
Suena raro, pero es cierto. Después de que en el balcón del ayuntamiento silbaran al presidente, y de la bronca que tuve después por eso, algunos amigos entendieron que lo mejor era que no se nos viese tomando algo por la ciudad. 

¿Teme que su polémica salida divida a la afición? 
Espero que no, porque el escudo está por encima de todo. Como dice la canción, los jugadores, entrenadores, presidentes... tarde o temprano nos vamos, pero el club sigue. Aunque ahora estoy muy dolido, antes o después yo también volveré a Anduva, con mi camiseta, para animar y sufrir como todos desde la grada. 

Ha vestido muchas camisetas a lo largo de su carrera, ¿por qué se siente tan rojillo? 
Porque me he integrado muy bien en la ciudad, porque son muchos años, porque he hecho muchas amistades, porque mi mujer es de aquí y también me ha inculcado el sentimiento,... Son muchas cosas las que he vivido en el Mirandés y por eso digo que volveré a Anduva como un aficionado más en cuanto pueda. 

Como capitán, una de sus funciones era transmitir a los nuevos compañeros la filosofía del club, ¿qué les decía? 
Lo primero, que se fijaran que por la calle se ven camisetas del Mirandés y no de otros equipos. Es un buen ejemplo de cómo siente el fútbol la gente en esta ciudad y lo identificada que está con su equipo. En Anduva es fácil jugar, porque cuando lo das todo, aunque no ganes, la afición valora el esfuerzo. En pocos campos se puede decir eso. 

¿Qué piensa cuando ve a alguien con su camiseta?
Que han malgastado el dinero (risas). Sinceramente es una satisfacción increíble, porque quiere decir que estás haciendo las cosas bien. 

De todos los momentos vividos en el Mirandés, ¿con cuál se queda?
La semifinal en Anoeta, porque de pequeño yo iba a ver a la Real Sociedad, y ver en ese partido a toda mi familia, cuadrilla de amigos,... Pocas veces he salido con una sonrisa de orgullo tan grande de un campo. 

¿En algún momento se vio en La Cartuja? 
Sinceramente sí. En el vestuario les dije a los compañeros que el 2-1 de la ida lo hubiera firmado cualquiera antes de empezar, y estaba convencido de que en Anduva podíamos pasar la eliminatoria. De hecho, me fui enfadado del campo en la vuelta porque era consciente de que se nos había escapado una oportunidad histórica. 

¿Y el peor momento? 
Los descensos, eso es incomparable con nada. Perder la categoría no es solo eso, también es un palo para la ciudad por todo lo que mueve el fútbol. 

¿Ha tenido ofertas estos años para salir del Mirandés? 
Sí, pero no me arrepiento de haberme quedado ni mucho menos. Al contrario. Quizá en otros sitios podía haber cobrado más, pero valoraba quedarme en el Mirandés, porque lo que me ha aportado no se puede medir con dinero. 

¿Seguirá una temporada más o está pensando en colgar las botas?
Tengo que pensarlo con la familia. Me gustaría seguir jugando pero empezar de cero en un proyecto es muy duro. Si me voy de Miranda tiene que ser por algo que me motive de verdad, porque siempre he demostrado que no me ha movido solo el dinero en el fútbol, sino estar a gusto.