Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Milagros del cielo

17/06/2022

La información ha pasado a ser indispensable a la hora de tomar decisiones en Occidente. Un frío guarismo, la fuerza de las matemáticas, aplasta cualquier atisbo de crítica. Es irrelevante si el dato es cierto o no, ya que si uno se atreve a contradecirlo supondría atentar contra el argumento bienintencionado que apoya.

En este entorno intelectual, es difícil no sentir cierta presión porque el miedo se extiende. Los economistas, aquellos que se sienten expertos sobre algo, hablan con rotundidad de estadísticas, tendencias y escenarios como si fuesen leyes físicas. Los gobernantes cuando perciben una mínima resistencia a sus designios contratan una encuesta o acusan de populistas al contrario.

El espectacular desarrollo tecnológico de los dos últimos siglos nos tiene aterrorizados. Occidente ha sido vanguardia de este cambio, pero los inventos rara vez se limitan al lugar donde fueron creados. El resto del planeta se verá afectado por dichos cambios y no siempre de manera correcta. Es irritante saber que dicho progreso se dio en una zona geográfica determinada y por causas netamente intelectuales; aunque hay que destacar que entonces disfrutábamos de un capital humano enorme. El recurso económico más relevante son los individuos.

Hago esta observación porque inexorablemente Europa pasará en las próximas décadas a ser un actor menor en el mundo. Una pirámide poblacional invertida de gigantescas proporciones no puede ser revertida ni con la ayuda tecnológica. Los economistas se niegan a reconocer a esta idea, porque desprecian a los sociólogos y a los demógrafos al considerarlos charlatanes. Las prestigiosas herramientas económicas clásicas fracasan en los países donde dicha pirámide antes ha llegado. Lo dicho no significa que solo el crecimiento poblacional garantice el éxito económico; más bien que sin su existencia el declive nacional es una certeza. La India o Nigeria pueden cometer más errores que otros ya que el capital humano lo es todo. Los chinos se han dado cuenta tarde y pese a sus esfuerzos por cambiar la tendencia, el fracaso parece seguro.

Hacer estas afirmaciones no justifica la insensibilidad ante el bienestar humano ni demuestra un desprecio a la ecología del planeta. Solo intenta advertir que la baja natalidad de los países ricos tendrá consecuencias. Las anteriores implosiones demográficas fueron provocadas por las enfermedades y no fueron tan persistentes en lo temporal. Es un misterio el impacto social que van a provocar, pero la economía se va a resentir. ¿No será un aviso de una enfermedad colectiva?

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