El HUBU opera a nivel prepandemia pero pasa menos consultas

GADEA G. UBIERNA
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El ritmo en quirófano se ha recuperado porque hay más anestesistas y por las peonadas. En el caso de las visitas a especialistas la caída es generalizada, para primeras citas y sucesivas

El HUBU consiguió rebasar el año pasado el número de cirugías practicadas justo antes de la pandemia. - Foto: Valdivielso

El HUBU ha recuperado la normalidad previa a la pandemia en la actividad del bloque quirúrgico, pero no así en las consultas, donde todavía está muy por debajo. Así se evidencia en los últimos datos oficiales disponibles al respecto, en los que se aprecia que el hospital burgalés operó el año pasado algo más que en 2019 (hizo 22.787 cirugías) pero se quedó casi a 20.000 consultas de las registradas aquel año: 477.880, siempre según la Consejería de Sanidad. 

La vuelta a las cifras de cirugías propias de un hospital de la categoría del HUBU se debe a que se consiguió completar la plantilla de anestesistas y trabajar, por primera vez desde 2018, con los 41 profesionales -o casi, porque siempre hay alguna baja- que reconoce la plantilla orgánica. A esto se suma el empeño de Sacyl por evitar que la lista de espera de personas pendientes de cirugía siguiera disparada, lo cual se tradujo en la movilización de recursos para pagar peonadas; es decir, un número determinado de operaciones que se realizan voluntariamente fuera del horario ordinario de trabajo y que conllevan una remuneración específica, aparte del salario habitual. Este procedimiento, que Sacyl recuperó en el 2022 tras diez años, se pretende mantener el próximo trimestre (ver despiece adjunto).

La caída en el número de visitas a despachos de especialidades hospitalarias es generalizada en los hospitales de la Comunidad y afecta tanto a las citas que se piden por primera vez como a las sucesivas (revisiones, tratamientos, resultados de pruebas...). Las razones para esta situación son, en principio, atribuibles únicamente a los recursos de Sacyl, dado que la demanda de asistencia no se ha reducido.

Es más, tras el tapón que se produjo con la priorización obligada de todo lo que fuera -o pareciera- sospechoso de coronavirus, se ha incrementado.

Y de ahí que se haya llegado a la situación actual, que en el HUBU conlleva que 41.703 personas estuvieran pendientes de un primer cara a cara con un especialista a finales de diciembre del año pasado. En mismas fechas del 2019, cuando la pandemia ni se imaginaba -al menos en Europa-, eran 26.545 los burgaleses a la espera de plantear su problema a un especialista del hospital. Es decir, 15.000 menos.

El atasque, siempre según los datos oficiales, se considera estructural. Es decir, atribuible a los medios y recursos de los centros sanitarios de Sacyl, en este caso, a los del HUBU. De hecho, a finales de 2019 -que para el hospital burgalés ya fue un mal año- se consideraba que el 68% de las consultas atascadas se debían a los medios de Sacyl y el resto, al paciente o a decisiones clínicas. Ahora, el 84% de las visitas atascadas (34.979) se explican por causas estructurales. El resto, no.

Cómo se va a intentar resolver esta situación todavía no se ha concretado con detalle. Por una parte, altos cargos de la Consejería de Sanidad han explicado en público en más de una ocasión que todavía se puede «optimizar» el tiempo de consulta mediante una reorganización de las agendas y, por otra, hace tiempo que se habla de la posibilidad de aprobar peonadas también en las consultas.

En el HUBU, el año pasado se aprobó algo muy parecido a la peonada -prolongaciones de jornada- para la Unidad del Sueño. Y Sacyl tiene interés en que las haga Traumatología, pero todo es voluntario.