El arte de coleccionar arte

M. URIZARNA / Medina de Pomar
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Cientos de personas acudieron ayer al Rastro de Antigüedades de Medina de Pomar a pesar de la lluvia, donde se encontraron piezas singulares que datan desde «hace miles de años hasta de hace dos días»

Cientos de personas acudieron al rastrillo de antigüedades organizado por la Asociación Cultural de Etnografía y Artesanía. - Foto: Valdivielso

¿Qué buscan los coleccionistas de antigüedades? Desde monedas, cerámicas, objetos de la Segunda Guerra Mundial, molinillos de café, morteros, Biblias, llamadores, Venus paleolíticas, muñecas, vinilos y tebeos... El repertorio es muy amplio, pero quienes acudieron ayer a Antico, el Rastro de Antigüedades y Artesanía que se celebró en Medina de Pomar, ya tenían una idea de clara de lo que iban buscando y de dónde encontrarlo.

El mercadillo, que organiza cada año la Asociación Cultural de Etnografía y Artesanía (Aceyam), reunió a 32 anticuarios que asistieron con un sinfín de reliquias para viajar en el tiempo, y la lluvia no acobardó a los visitantes. Los puestos se repartieron entre los soportales de la plaza Mayor y la plaza y el interior del Alcázar de la localidad. Por los estrechos pasillos formados entre las mesas y mostradores circularon cientos de personas curioseando y preguntando a los vendedores sobre los objetos expuestos. 

Los coleccionistas dedican gran parte de tiempo y esfuerzo a encontrar las piezas más exclusivas, y algunos, no conformes con ello, les gusta enseñar sus colecciones al mundo. Como a Delso, un amante y especialista de la cerámica que lleva el Museo de Cerámica de Aranda de Duero. Sus gustos van desde la alfarería popular a la contemporánea, aunque como buen aficionado, le interesa todo. Buscando entre los cántaros de loza, se topó con un 'tarrizo', una vasija de barro en la que, según explicó, la ropa se lavaba antiguamente con ceniza y agua caliente, que hacían una función similar a la lejía. 

Además, la experiencia le ha llevado a reconocer cuando se trata de piezas auténticas o de imitaciones, «se puede notar en el color del barro». Una de las vendedoras comentó que en objetos como llaves es fácil diferenciar las copias por las marcas de los moldes, pues las originales se elaboraban de forma artesanal. «No me gusta vender reproducciones, pero si nos llega alguna siempre avisamos al cliente de que lo son», aclaró.

La mayoría de las piezas se obtienen en rastrillos como el de ayer, o a través de particulares que se quieren deshacer de objetos antiguos. Con las monedas es diferente, especialmente con las más primitivas, como ibéricas o romanas. Muchas se encuentran en entornos arqueológicos y la legislación no permite excavar para ello, por lo que el único modo de hacerse con ellas es en subastas. En el puesto de Marcos los álbumes con cuartos y billetes ocuparon ayer casi toda la mesa, llenos de monedas tanto de hace tres mil años como de hace dos días. Su colección es una paseo a través de la historia de nuestra ciudad, conserva posavasos originales de cafeterías y clubs, tarjetas telefónicas, vitolas de encender puros y hasta billetes exclusivos fabricados en Burgos cuando fue capital de España durante la guerra civil. 

El coleccionismo de antigüedades, que puede verse como una afición de personas de más edad, está empezando a atraer también a gente joven. «Es como la filatelia, si no saben que existe no pueden afanarse a ella», apuntó Marcos, «pero ahora ven euros y billetes con motivos atípicos y comienzan a interesarse por ello».