El comercio de la avenida Castilla teme otros 10 meses de obra

I.M.L.
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A las molestias que soportan los vecinos y las caídas múltiples que han sufrido, los negocios de esta arteria de Aranda estiman unas pérdidas de negocio entre el 10 y el 40%, dependiendo del sector

Cuando aún no se ha completado una parte, las máquinas ya han empezado a trabajar en la otra acera de la avenida. - Foto: I.M.L.

«Ya no nos queda paciencia, ahora es resignación». Así resume la encargada de una tienda de ropa de la avenida Castilla la situación por la que llevan pasando vecinos y comerciantes de una de las calles principales de Aranda de Duero. Y mirar al calendario no les ayuda, porque al retraso evidente en las obras suman que el final no está precisamente cerca. «Si para este lado han tardado ocho meses, y no está terminado aún, suma otro tanto para el otro lado y nos ponemos en otoño del año que viene», echa un cálculo rápido el responsable de un establecimiento vecino. «Entre que acaban esto y hacen lo otro, otros diez meses de máquinas, y eso si no encuentran otra cosa cuando abran la otra acera», apunta un vecino.

Las molestias por las obras, con polvo, ruido y algunos desperfectos en las fachadas de los establecimientos, son hasta soportables en comparación con el roto económico que el corte de esta arteria de tráfico rodado y peatonal supone. «No he querido ni calcular las pérdidas para no venirme abajo», reconoce Adrián Zanetti, que regenta el bar Elfos desde un poco antes del inicio de la pandemia, por lo que «todavía no conocemos lo que es un mes normal», lamenta con algo de alivio, porque ahora que han dejado practicable su acera parece que ha ganado algo de clientela, esperando que el resultado final de las aceras, aún por culminar, deje una calle agradable para pasear.

Entre el resto de comerciantes del tramo de avenida afectado por las obras, los cálculos rápidos sobre sus negocios arrojan pérdidas entre el 10 y el 40%, dependiendo del sector. Los más afectados son los que no comercian con productos de primera necesidad, como moda, muebles, papelería y establecimientos hosteleros, mientras que los que han mantenido mayor número de clientes son las tiendas de alimentación. «Se ha notado mucho, los que siguen viniendo son los vecinos pero esos que venían a la pescadería, al supermercado y, de paso, cogían el pan, ya no vienen, ni los que salían tarde de trabajar y pasaban a ver si quedaba algo de pan», explica Mariví Araúzo, mientras atiende a una vecina que tiene claro que el retraso en la ejecución se debe a la falta de personal. «No pueden cumplir los plazos si hay trabajando cuatro, cinco o seis obreros como mucho a la vez», apostilla la panadera.

A todo ello suman vecinos y comerciantes las constantes caídas que han sufrido en estos meses. «Yo me caí el otro día porque habían puesto unas tablas pequeñas y mal puestas, me duele todo el costado», reconoce una clienta del bar, mientras que Mariví agradece la fidelidad de sus clientes. «Tenías que ver cómo seguían viniendo las personas mayores, con su cachava y todo, arriesgándose a caerse en medio de las obras», reconoce agradecida la panadera.