Más de 400.000 euros desembolsa el Ayuntamiento cada año en limpiar las pintadas que afean edificios, infraestructuras y mobiliario urbano a lo largo y ancho de la ciudad. No es de extrañar, por tanto, que la Policía Local trabaje en estos momentos en buscar la fórmula que reduzca esa factura lo más máximo posible en los próximos años. La tarea no es sencilla, porque para ello debe endosar el gasto a los autores, a quienes resulta «muy complicado sorprender in fraganti», comenta Carlos Jiménez, subinspector del Cuerpo municipal de seguridad, quien añade que «por ahora es la única manera de hacer que el gasto de la limpieza corra de su cuenta».

El dinero que aportan los grafiteros denunciados para eliminar sus pintadas es ridículo respecto al montante total que gasta la ciudad en esta labor. Solo pagan para reparar los daños que han provocado en la acción objeto de expediente sancionador. Sin embargo, la Policía Local sabe que «algunos de ellos son autores de la mayoría de los dibujos o firmas» que aparecen en distintos rincones de la capital burgalesa. 

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