El tráfico repuntó el fin de semana tras caer en el cierre

F.L.D.
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La intensidad de circulación en las grandes carreteras de la provincia sigue muy por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. Solo durante los puentes se percibe un crecimiento

Antes del 20 de octubre, las autovías burgalesas soportaban intensidades de hasta 1.000 vehículos por hora. - Foto: Jesús J. Matí­as

Puede que el cierre perimetral de Burgos fuera imperceptible para los ciudadanos de puertas para adentro, pero los que pudieron sobrepasar los límites de la capital en coche comprobaron las consecuencias del confinamiento. Sin llegar a presentar esa imagen prácticamente vacía de los tres primeros meses de pandemia, las carreteras de la provincia volvieron a recordar a esos tiempos no tan lejanos en los que los camiones y demás transporte de mercancías eran los únicos moradores. Al menos así lo reflejan los datos de la Dirección General de Tráfico, cuyos contadores percibieron una caída de las intensidades medias durante los días de clausura de los tres principales municipios. Una vez que la Junta de Castilla y León levantó las restricciones de movilidad para imponer el toque de queda, la circulación volvió a crecer, pero sigue sin recuperar los niveles previos a la crisis sanitaria.

Antes del 20 de octubre, las principales vías de alta capacidad de la provincia soportaban intensidades que alcanzaban los 1.000 vehículos por hora. Los sensores de la DGT registraron un descenso progresivo a partir del miércoles hasta caer prácticamente a la mitad. Es el caso, por ejemplo, de la A-1, principal arteria en el territorio burgalés, pues es la que une la capital con Aranda y Madrid. La caída en esta carretera fue la más perceptible, si bien también es donde más se recuperó la circulación el viernes y, sobre todo, el sábado. Durante el fin de semana volvieron a contabilizarse cerca de 900 coches. 

En la A-62, conocida como Autovía de Castilla, ya que cruza la Comunidad de este a oeste, el desplome fue menor, pero también el pequeño repunte tras el fin del confinamiento perimetral. En un trazado que hasta hace unos meses soportaba intensidades que superaban los 1.200 vehículos a la hora, antes de que la Junta decretara el cierre de Burgos no superaban los 800, que durante los tres días de restricciones cayeron hasta los 550. El sábado los contadores registraron de nuevo un pequeño pico que le acercaba nuevamente a las cifras de semanas anteriores. 

Algo muy similar ocurrió en la A-231, que conecta Burgos con León. Esta autovía nunca ha llegado a alcanzar los niveles de tráfico de las otras dos grandes carreteras de la provincia, ni tampoco de la AP-1. Pero es que durante el estado de alarma la presencia de coches o camiones era meramente testimonial. Del 20 al 23 de octubre, mostró unas cifras muy similares a los peores momentos de la pandemia. Curiosamente, el repunte detectado por los sensores de circulación no fue el viernes o el sábado, sino que el domingo se alcanzaron los 600 vehículos por hora tras bajar hasta los 200 el jueves. 

Las gráficas de la DGT en cuanto a la ocupación de las vías burgalesas son claras: apenas se ha recuperado poco más de la mitad de las intensidades perdidas y solo en los puentes y fines de semana se producen picos.