Una selva en La Milanera

H. JIMÉNEZ
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Cuatro años después del derribo del antiguo mercado de ganados, supuestamente para ubicar las barracas aunque luego el Ayuntamiento rectificó aquella decisión, la maleza ha invadido el viejo recinto ferial

Una selva en La Milanera - Foto: Alberto Rodrigo

La naturaleza no entiende de los tiempos políticos, ni de trámites urbanísticos ni de debates vecinales. Cuando la administración abandona un recinto y lo deja sin cuidado alguno durante cuatro años sucede que el sol, el agua y las semillas se encargan de hacer su trabajo. Y en el caso de La Milanera el resultado está siendo espectacular. El viejo recinto ferial, que durante décadas acogió el mercado de ganados y que estaba destinado a acoger las barracas hasta que se desechó, se ha cubierto de maleza en los cuatro años transcurridos desde que en septiembre de 2018 concluyeron los trabajos de derribo de los edificios que se mantenían a duras penas en pie y que ya entonces estaban sin uso.

La flora surgida por las rendijas del asfalto ha transformado por completo la imagen de espacio diáfano que podía contemplarse al finalizar aquel verano. Les acompañan nogales, pinos y matorrales varios, pero son los chopos los que se han convertido en los reyes del entorno, especie mayoritaria y de más rápido crecimiento entre las que han brotado como de la nada.

Entre ellos todavía se aprecia el enlosado del mercado, el pavimento de las calles que lo rodeaban, los bordillos y las aceras. Hay señales de tráfico pintadas en el suelo y otras colocadas verticalmente que ya apenas se distinguen en medio de tanto verdor. «Y eso que este año no ha llovido, pero fíjese la barbaridad de cómo han crecido los chopos», relata un paseante habitual del entorno mientras echa unas nueces a la mochila recién cogidas del árbol.

Una puerta rota con el candado inservible, una señal de tráfico comida por la vegetación, restos de botellón con colchones incluidos, árboles que crecen entre las grietas del asfalto y sendas improvisadas.Una puerta rota con el candado inservible, una señal de tráfico comida por la vegetación, restos de botellón con colchones incluidos, árboles que crecen entre las grietas del asfalto y sendas improvisadas. - Foto: Alberto Rodrigo

Porque, en efecto, el recinto se ha convertido en lugar de recreo para los vecinos del entorno y los paseantes que llegan hasta el extremo oeste de la ciudad. Allí pueden verse deportistas caminando y dueños de perros dando una vuelta con sus mascotas, que aquí pueden correr a sus anchas. El vallado está roto en varios puntos y la propia puerta de acceso se ha quedado sin barrotes mientras un enorme candado luce ridículamente inútil a un costado de la puerta.

Entre dos sectores. El recinto de La Milanera sigue siendo de titularidad pública, pero está destinado en un futuro, quién sabe si cercano o lejano, a la construcción de viviendas. Según el actual Plan General de Ordenación Urbana, su superficie se reparte entre el sector urbanizable S-32 'Arlanzón' y el de suelo urbano no consolidado 16.03 'La Milanera'. Sin embargo, el S-32 fue uno de los sectores anulados en los tribunales por el excesivo número de viviendas que no era proporcional al crecimiento previsto de la ciudad, y ahora debe 'reprogramarse' en el marco de una modificación del PGOU que se lleva eternizando en los últimos meses. 

Precisamente refiriéndose a esta tramitación, hace casi un año la familia propietaria del Monasterio de Fresdelval registró un escrito ante el Ayuntamiento en el que reclamaban la obtención por parte de la ciudad de unos sistemas generales (espacios verdes), alrededor de 150.000 metros cuadrados de terreno situados alrededor del monasterio que garantizarían la conservación del paisaje circundante. A cambio, solicitaban adscribir esos terrenos al antiguo sector S-32, que ahora sería un suelo urbano no consolidado.

A la espera de cuál sea la solución que se adopte para el viejo recinto ferial de La Milanera, por el momento su único destino ha sido convertirse en una pequeña selva. Tampoco ha servido, como en su día se previó, para acoger las barracas. Cuando estaba en la oposición durante la pasada legislatura y por fin pudo llevarse a cabo el derribo, el PSOE exigió preparar el terreno para la colocación de las atracción de las fiestas de San Pedro y San Pablo. Sin embargo luego rectificó.

Sin barracas y sin nada. Alegando «cuestiones técnicas», esta parcela que había quedado completamente exenta y que parecía el emplazamiento ideal, a falta de dotarla de los adecuados suministros de luz y agua, fue repentinamente descartada por los responsables municipales. Argumentaban su condición de residencial del entorno, pues en el futuro acogerá la construcción de viviendas, y que no merecía la pena acometer una inversión de nuevo con carácter provisional y sabiendo que sería para unos pocos años. 

Las barracas se plantearon primero en Fuentecillas y finalmente, tras las protestas vecinales, han acabado llevándose al entorno de Villatoro con la pretensión de que su lugar permanente sea el de los antiguos depósitos de la CLH, en las traseras del Hospital del Rey. 

Sin ellas ni tampoco con las viviendas que se esperan para dentro de muchos años, La Milanera va camino de convertirse en una zona verde, salvaje por la falta de cuidados y metáfora de un proyecto municipal eternizado.