La emigración burgalesa se desboca y alcanza cotas históricas

D. ALMENDRES
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Ni siquiera el efecto de la pandemia frenó el incremento de residentes en el extranjero, un 30% más que hace una década. Fernando, Flavia y Víctor cuentan a DB su vida en Israel, Australia y Suiza, respectivamente

Fernando Tella, Flavia y Víctor López viven en Israel, Australia y Suiza, respectivamente.

En un mundo globalizado como el actual ya no hay distancias para que un cambio de vida sea una realidad de un día para otro. Las obligaciones laborales, las situaciones personales o la búsqueda de nuevos horizontes favorecen la constante movilidad de las personas de punta a punta del orbe hasta alcanzar cotas históricas en los registros estadísticos.

La cifra de ciudadanos burgaleses residentes en el extranjero supera los datos conocidos en los tiempos modernos. Las 22.005 personas registradas en los censos compartidos por el Instituto Nacional de Estadística confirman una imparable tendencia al alza que ni la pandemia detuvo.

No en vano, en la última década se incrementó un 30% el número de burgaleses establecidos fuera de la frontera española (15.357 en 2012) y los datos oficiales doblan la tendencia conocida antes de la crisis económica de 2008 (12.090).

Fernando Tella reside en Israel.Fernando Tella reside en Israel.

Los tiempos cambian y la situación socieconómica condiciona las vidas de millones de personas. Por eso, quedaba por comprobar qué iba a ser del sistema cuando la Covid detuvo el planeta por un momento. En ese 2020 había 21.357 burgaleses en el extranjero y, a falta de la última actualización, se ha roto un nuevo techo estadístico.

Tras el impacto inicial y la posterior onda expansiva provocada por la crisis sanitaria global, la vuelta a la normalidad ya es evidente en (casi) todos los órdenes de la vida. A la espera del devenir de los acontecimientos en los próximos años, tampoco el Brexit afectó a la llegada de burgaleses alReino Unido porque el número de residentes ha aumentado en este tiempo hasta alcanzar los 1.275 llegados de la provincia.

La diáspora burgalesa llega a los cinco continentes, si bien América se mantiene como la gran referencia de la emigración provincial. El idioma, los lazos culturales y la relevante presencia de compañías españolas en varios países se refleja tradicionalmente en los censos del INE.

Flavia vive en Australia.Flavia vive en Australia.

Argentina se destaca como lugar de referencia de la emigración provincial, con 5.620 ciudadanos de Burgos registrados. Los vínculos familiares son decisivos en este caso, ya que se trata de un destino que jugó un papel clave en el siglo XX.

Otros países de América Latina como México (1.717),  Chile (1.219), Cuba (688), Uruguay (514), República Dominicana (500) o Venezuela (475) también acogen a un importante número de burgaleses, con una colonia también destacada en Estados Unidos con 1.230 emigrados. 

No en vano, en América se encuentran dos de cada tres residentes en el extranjero. Europa concentra gran parte de su atractivo en las plazas tradicionales, Francia (1.995) y Alemania (1.362), junto al mencionado caso del Reino Unido.

Víctor López lleva años en Suiza.Víctor López lleva años en Suiza.

La situación es diferente en el resto de los continentes. En Asia se encuentran 309 burgaleses, con Pakistán (73) como llamativo referente de una emigración con menos representatividad en países que son potencias como China (49 residentes) o Japón (26). Mientras, en Oceanía apenas se encuentran 213 burgaleses -concentrados en su gran mayoría en Australia- y Marruecos (59) y Sudáfrica (18) asumen el protagonista migratorio en África.

Fernando Tella | ISRAEL

«Cuando viajas con la familia priorizas que tus hijos estén bien. Si los tuyos están tranquilos, tú también lo estás» 

La familia de Fernando Tella conoce a la perfección los entresijos de estar lejos de casa. No en vano, en diez años ya han vivido un sinfín de experiencias en Camerún, México e Israel, donde están instalados desde hace tres años por motivos profesionales.

Jerusalén les ha brindado la oportunidad de asentarse y, aunque Burgos tendrá que esperar, la larga aventura ha merecido la pena. «Estamos contentos», zanja Tella, quien admite su sorpresa al llegar al país. «Es diferente a la idea que tenía porque pensaba que Israel tenía estándares europeos cuando, en realidad, se parece más a la forma de Oriente Medio salvo en algún caso concreto como Tel Aviv», explica.

Poco a poco, todo va sobre ruedas y el futuro es esperanzador. «Cuando te mueves con la familia priorizas que los hijos estén bien y que se adapten al colegio. Tuvimos mucha suerte», celebra. «Si ves que los tuyos están tranquilos y contentos, tú también lo estás», subraya.

Y eso que la pandemia complicó más las cosas en los comienzos. El traslado en el verano de 2020 fue complejo, ya que Israel destacó en aquel momento por sus estrictas medidas de seguridad. «Cada vez que entrabas en el país había cuarentenas, confinamientos, los llamados hoteles Covid... fue un país experimental con su apuesta por las vacunas y, aunque hay opiniones para todos los gustos, las medidas sirvieron para salir pronto de esa situación», recuerda.

Tella, su mujer y sus tres hijos disfrutan de una vida «tranquila y absolutamente normal» en Jerusalén, a pesar de la difícil situación política de la zona.«La gente puede tener miedo porque salen en las noticias atentados o incidentes, pero no es algo que se ve en el día a día. No sientes inseguridad», aclara. «Los fines de semana vamos a la playa, salimos a cenar o visitamos algún parque nacional porque hay muchos y es algo desconocido», comenta.

Eso sí, hay que adaptarse a la situación de un país militarizado y conpolicías «por todos lados». Tampoco es sencillo amoldarse a un nivel de vida «increíblemente caro». «El año pasado salió en las noticias que Tel Aviv era la ciudad más cara del mundo y Jerusalén no estará muy lejos. La cesta de la compra hay que multiplicarla por dos o por dos y medio», calcula.

¿Qué pasará en el futuro?  «Nunca sabes», concluye Tella. La situación laboral marcará los pasos a seguir, pero la perspectiva actual apunta a una larga estancia en Israel. «Es un país que desgasta y no sabemos qué nos plantearemos mañana, aunque volver a España no está ahora entre nuestras máximas prioridades», avanza.

Flavia | AUSTRALIA

«Es difícil emocionalmente porque quieres estar en dos sitios a la vez» 

Flavia es una burgalesa que vivió en sus carnes la delicada situación protagonizada por los estudiantes de enfermería en el comienzo del siglo. Pronto comprobó que sus opciones de ejercer en casa eran «remotas» y, junto a tres compañeras de la carrera, probó fortuna en Inglaterra. Allí, el Gobierno británico buscaba enfermeras españolas y, «sin nada que perder», se abrió una puerta inesperada. «Nos ofrecían un programa de transición, clases de inglés, vuelo y estancia pagada en un hotel durante el primer mes», recuerda.

Blackpool ofreció a Flavia un camino que no encontró en España. «Fue una gran oportunidad para desarrollar nuestros conocimientos y competencia clínica en un ámbito hospitalario», resume. Allí estuvo 5 años y, tras superar una curva de aprendizaje «bastante empinada», llegó el momento de buscar nuevos horizontes. 

Se planteó la opción de volver a Burgos y el destino le llevó a la otra punta del mundo. En Inglaterra conoció a un australiano, visitó el país por vacaciones y allí se quedó. «Fue una bocanada de aire fresco llegar a un sitio tan cálido, relajado y resplandeciente», explica. Allí también se especializó para trabajar como enfermera de Urgencias y construyó su vida en las Antípodas.

Después de 17 años, creció profesionalmente y formó una familia con dos hijas «y un perrillo».  «Vivimos una vida simple en un barrio tranquilo cerca del mar», indica, para asumir que Burgos cada vez está más lejos. «Es muy difícil emocionalmente porque quiero estar en dos sitios a la vez. Me encanta volver a España y ver a mi gente, absorber el ambiente y el amor de los míos, pero no sé si me veo trabajando allí», asume, para defender la labor de su sector.   «Invertir en una Enfermería bien preparada y bien remunerada sería beneficioso para la sociedad española en muchos aspectos», analiza.

El futuro de Flavia está en Australia, donde se ha establecido. Allí está cómoda y las perspectivas son halagüeñas. «Aquí tengo mi vida, amigos y un trabajo competitivo y permanente que yo he elegido. Hago lo que me gusta y con unas condiciones laborales excelentes», recalca.

El trabajo es fundamental para hacer llevadera una situación siempre compleja como es la emigración. Esta burgalesa valora todo lo conseguido a lo largo de los años y lamenta lo que ocurre en España. «Parece que la enfermería sigue siendo una profesión muy infravalorada que no recibe el respeto que debería. Cuando pienso en mis amigas con las que viví en Inglaterra que aún están sin permanencia... ¿cómo es posible?», se plantea. 

«Se me rompe el alma al verlas estudiando para una oposición después de 22 años de experiencia. No me cabe en la cabeza por qué es tan difícil apoyar a nuestro colectivo de una forma digna y eficiente», plantea.

Víctor López | SUIZA

«Es un carrusel de emociones. Aquí estamos bien y no nos  podemos quejar, pero llevo a Burgos grabado en el pecho» 

Víctor López disfruta de su vida en Môtiers, una pequeña localidad suiza perteneciente al cantón de Neuchatel conocida por sus destilerías de absenta. Allí, entre montañas y parajes verdes de cuento, el reconocido fisioterapeuta burgalés ejerce con éxito su profesión y aprovecha al máximo el tiempo disponible junto a su familia. 

Atrás quedaron los grandes momentos vividos en el deporte profesional con el Autocid Ford y también las maratonianas jornadas de trabajo completadas con las obligaciones de su consulta particular. «Era una gran dedicación de lunes a domingo durante muchos años», recuerda con cariño.

Entonces, el amor había llamado a su puerta y llegó el momento de tomar decisiones importantes. «No queríamos una relación a distancia y nos dimos una oportunidad», comenta. Siete años después, aquella intuición del corazón no pudo dar un mejor resultado. 

Junto a su pareja, Sofía, y los pequeños Alba y Laín, López mira al futuro con ilusión sin perder la brújula que lleva a casa. «Llevo a Burgos grabado en el pecho. A muerte», subraya López. Basta con reparar en el nombre de su vástago. «Siempre me había gustado», aclara.

Su ya larga experiencia en el extranjero «es un carrusel de emociones» que siempre acaba en una sonrisa. «Los horarios y la forma de ver la vida son totalmente diferentes a lo que conocemos en España porque son cuadriculados para todo, por no hablar de los precios», explica López, para dar por bueno el camino recorrido. 

«La verdad es que el primer año me costó y tenía la idea de volver, pero poco después nació nuestra hija Alba y ahí cambió la historia. Entonces abrimos una clínica que funcionó bien y luego llegó Laín», resume. Suiza salió vencedora, aunque López advierte que «no se puede decir qué pasará en el futuro».

Son solo 1.300 kilómetros de distancia -«como de San Sebastián a Cádiz», plantea-, pero en realidad todo es diferente y cuando dejas tu hogar solo queda encajar lo antes posible en el siguiente destino. «Habrá cosas a las que no me acostumbre jamás, como a un sistema de salud privatizado, y a otras sí que te adaptas rápido. Por ejemplo, vine sin tener ni idea de francés y enseguida lo cogí. Es un país que está bien, con sus particularidades», resume, para destacar «el sistema educativo y las políticas de conciliación familiar». «Aquí estamos bien y no nos podemos quejar», concluye.