El aumento de plazas de residencias universitarias parece ir parejo al incremento de la demanda, que se extiende al mercado del alquiler superando a la oferta. La mayor parte de las de la capital se encuentran ya al completo o esperan llegar a estarlo en cuanto se publique el último listado de admitidos de la Universidad de Burgos dentro de una semana. El movimiento no será comparable al segundo, a mediados de julio, cuando se completaron 19 grados de los 31 que se imparten en el campus, y que confirman el alza de matrícula.

A ese crecimiento en el número de alumnos hay que añadir la recuperación de los datos de estudiantes internacionales previos a la pandemia, al tirón que sigue manteniendo la escuela de pilotos FlyBy y a la movilidad de profesionales educativos y sanitarios, además de los clientes convencionales. Todo ello ha propiciado que, en líneas generales, la búsqueda de alojamiento haya resultado mayor que en anteriores años, marcados por la covid, ya sea en residencias o en alquiler de pisos a compartir, tal y como coinciden en afirmar fuentes de las primeras instalaciones y distintos agentes inmobiliarios consultados por este periódico.

En cuanto al primer caso, la situación se repite tanto en las públicas como en las privadas. Camino de Santiago, la única dependiente de la UBU, lleva años completando sus 90 plazas, que se redujeron a 75 por la crisis sanitaria. Este curso recupera su normalidad, aunque no del todo debido a que oferta 80 por que el interés por  habitaciones individuales es superior a la de las dobles. 

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