Atención Primaria constata el repunte de la sarna en Burgos

GADEA G. UBIERNA
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Los casos no son de declaración obligatoria y no hay cifras concretas de incidencia, pero en consulta se aprecia el incremento. El síntoma clásico es el picor, sobre todo por las noches

El médico de familia Juan Rodríguez, del José Luis Santamaría, muestra fotos con rojeces típicas de la sarna. - Foto: Jesús J. Matías

Los centros de salud de Burgos están constatando el repunte de la sarna común, una afección de la piel que se contagia por contacto relativamente prolongado y piel con piel con una persona infestada por el ácaro que la produce (Sarcoptes scabiei). No es de declaración obligatoria y no hay cifras concretas sobre el incremento de contagios en la provincia, pero el médico de Sacyl Juan Rodríguez explica que solo en marzo trató a tres pacientes por este tema, «que antes era de consulta muy esporádica». Los síntomas clave son el picor «exagerado» por las noches y, en adultos, también las rojeces o marcas entre los dedos de las manos y/o de los pies, mientras que en niños y ancianos es más frecuente en la cabeza. «El tórax y la espalda suele respetarlos», apunta.

El repunte de esta afección -más asociada con el pasado que con el presente- se atribuye a los sucesivos confinamientos y, en especial, al impuesto en la primavera del 2020, justo al comienzo de la pandemia. «Al pasar más tiempo en el domicilio, con más contacto físico todo el mundo y, quizá, sin haber podido lavar tanto la ropa, hay aumento», dice Rodríguez, especificando que en el centro de salud en el que ejerce -el José Luis Santamaría, en Casa La Vega, el más grande de la provincia- «lo hemos hablado y percibimos que el repunte es grande». De hecho, especifica que hay estudios recientes que indican que, ahora, «el 80% de la gente que consulta viene acompañada de núcleo familiar, mientras que cinco años antes de 2020 solo el 20% acudía con núcleo familiar asociado».

Como con cualquier otra enfermedad contagiosa, lo prioritario tras una consulta por sarna es localizar al caso índice, tratarlo, y examinar a su entorno para poder tratarlos y evitar la diseminación. El contagio se produce por «contacto directo 'piel con piel' de más de 15 o 20 minutos o entre convivientes de un mismo espacio», como es la vivienda. También hay posibilidad de transmisión a través de un objeto, como una prenda de ropa o un juguete, pero Rodríguez destaca que lo habitual es por la unión piel con piel y, sobre todo, en ámbito doméstico. De ahí que toda terapia pase por una limpieza en profundidad. «A la gente se le olvida que todo puede estar infestado, que hay que lavar la ropa de la cama, las fundas de los sofás, a ser posible a 60 o 70 grados, y secarlo con aire caliente. Para los productos de aseo íntimo se recomienda meterlos en bolsas y aplicar insecticidas», explica el especialista.

Otra particularidad del actual incremento de casos de sarna es que los afectados no siempre responden al perfil con el que tradicionalmente se relacionaba la afección: malnutrición, hacinamiento, malas condiciones de higiene, pobreza... «El patrón se repite sí y no», afirma Rodríguez, matizando que «hay más agregación en condiciones de poca higiene o de mucho contacto de convivientes en el entorno, pero estamos viendo núcleos familiares que no encajan con el patrón clásico. Son familias de clase media, sin vulnerabilidad social o riesgo de exclusión, que desconocen el contacto que han podido tener para contagiarse y que arrastran la situación semanas o, incluso, meses».

Este retraso diagnóstico está siendo también específico del repunte; por una parte, porque la pandemia ha postergado la atención presencial en los centros de salud y, por otra, porque algunos afectados no tenían más síntoma que el picor nocturno. «Es lo típico que se consulta, porque al estar bien tapados y con calor, las larvas se activan. Y puede que ese picor exagerado no se corresponda con la gravedad de la lesión, que no se aprecien las tradicionales manchas o líneas rojas serpenteantes, que es donde están los ácaros»

40 o 50 huevos por hembra. El riesgo de un retraso diagnóstico es la mayor extensión de la infestación, ya que, como explica el experto, «cada hembra ácaro produce 40 o 50 huevos y, aunque solo se vea una pequeña lesión, puede estar todo completamente infestado. Pero hay gente que ve una pequeña rojez, no le da importancia y viene al mes y medio o más». De ahí que se recomiende ir rápido al médico de cabecera para evitar empeoramientos innecesarios.

En cualquier caso, el tratamiento de primera elección es tópico, una crema que el afectado tiene que aplicarse antes de acostarse, después de una ducha, y dejarla «entre ocho y catorce horas». Debe extenderla «de cuello para abajo, incluyendo las uñas de los pies, por debajo» y asegurarse de que la ha esparcido bien por toda la piel y pliegues. Pasado el tiempo recomendado, debe ducharse otra vez y, según destaca el médico, a las dos semanas hay que repetir el tratamiento con la crema. «Tiene una tasa de curación del 90% o más, pero el tema es que hay que utilizarlo bien, aplicándolo en todo el cuerpo, y repetir a los quince días o incluso al mes», aclara el facultativo.

En caso de que la crema no haya sido «muy eficaz» o en infestaciones graves, hay otro tratamiento de segunda elección, que es en pastillas, por vía oral. «En el centro de salud estamos viendo que ahora también pautamos el tratamiento oral», añade, matizando que pueden prescribirse a la vez.