El 5 de diciembre está prevista la ceremonia en la que Mario Iceta (Guernica, Vizcaya, 1965) se convertirá en el nuevo arzobispo de la diócesis de Burgos. Será, como es habitual, en la Catedral y apenas 26 días antes de que se inicie el año del VIII centenario de  este monumento, un evento que, según confiesa, le llena de emoción, una sensación que también le provoca llegar a una diócesis de la que está deseando conocerlo todo.

¿Qué significa para usted venir a Burgos como cabeza de la Iglesia Católica? ¿Tenía otra preferencia? Se lo digo porque se hablaba de otros destinos como Sevilla, para los que se oyó su nombre...
El 13 de marzo de 1988 cuando me planteé la vocación y dije al Señor que sí, le dije ‘aquí tienes mi libertad y mi persona’, así que siempre he tenido total disponibilidad para ir allá donde la Iglesia viera que puedo ser útil y ejercer un ministerio. Así lo hice siendo sacerdote en Córdoba, donde me ordené y ejercí 14 años el ministerio, todos los encargos que los obispos me encomendaron los intenté llevar lo mejor que sabía y podía. Y con gran agradecimiento y ningún tipo de juicio, siempre fui encantado. Cuando se me nombró obispo de Bilbao, lo mismo, y ahora voy encantado y agradecido de que se me haya designado arzobispo de Burgos. Los que somos de la zona de Bilbao -soy de Guernica- somos un tanto unamunianos en el sentido de que tenemos esa fascinación por Castilla. Se abre en mi vida una etapa castellana, en la que me hace muchísima ilusión servir.

Entiendo, pues, que le parece un buen destino.
Me parece un destino fabuloso y en la medida en la que voy conociendo la iglesia de Burgos -porque ya he tenido algún contacto, estuve un día entero con el arzobispo Don Fidel, que me comentó en qué está la diócesis ahora- ese amor y ese afecto van creciendo enormemente. Voy encantado y con el deseo de entregarme sin reservas al servicio incondicional de esa iglesia y de esa sociedad.

¿Qué conoce de Burgos y de su diócesis?
He ido con relativa frecuencia a la ciudad, haciendo el Camino de Santiago, enseñando la Catedral, con el seminario en varias ocasiones, con el clero joven... y al ser de la misma provincia eclesiástica que Bilbao he tenido reuniones anuales allí y he asistido a otras celebraciones. Allí me encontraba también con un amigo, lamentablemente ya fallecido, que vivía en Valladolid y rezábamos juntos, paseábamos y comíamos. Conozco Burgos, más la capital que el resto de las zonas, con gran afecto y cercanía aunque no su vida más interna. Espero dedicar el primer tiempo de mi estancia a ampliar este conocimiento.

(La amplia entrevista completa, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)