El último tomo de un pasado hospiciano

S.F.L.
-

El autor Agustín Molleda redacta parte de su nueva novela 'Hermanos de leche' en su residencia de Salas de Bureba. La cuarta parte de la saga 'San Cayetano' recupera del olvido la memoria de las amas de cría del orfanato leonés

La Diputación de León (institución titular) ordenó el traslado de los usuarios del antiguo hospicio a la Ciudad Residencial San Cayetano en 1955. - Foto: ARCHIVO DIPUTACIÓN DE LEÓN.

En los periódicos de principios del siglo XX era frecuente leer los anuncios de familias que buscaban a 'mujeres con buena leche' para sus recién nacidos. Pero también de las llamadas amas de cría, que publicaban sus servicios y ofrecían su leche a otros bebés para ganarse la vida. Esta publicidad prosiguió hasta hace poco menos de 70 años, y cuando el escritor Agustín Molleda llegó al hospicio de San Cayetano de León, todavía sin nombre en octubre de 1949, estas mujeres continuaban siendo las salvadoras de los pequeños abandonados. 

Con la novela Hermanos de leche cierra la tetralogía San Cayetano y rinde  homenaje a esas valientes que amamantaron a los huérfanos recogidos en el viejo hospicio. «Gracias a ellas, miles de niños salimos adelante. Parieron sus propios hijos pero la sociedad, por causas incomprensibles, las desterró a los hospicios para que cumplieran las funciones de las verdaderas madres por un mísero plato de comida, un lugar donde pernoctar y cuatro pesetas», expone el autor. 

Transcurridos 55 años desde que atravesara para no volver las rejas de la puerta principal de aquel lóbrego lugar, no olvida los rostros de las que fueron sus primeros referentes femeninos. «Recuerdo que daban el pecho al menos a dos criaturas y también al suyo. Por lo general se trataba de féminas solteras que escapaban de sus pueblos para evitar ser señaladas por dar a luz niños sin padre», añade.

Entre las 194 páginas de esta historia, que mezcla la ficción con la realidad, los lectores pueden viajar en el tiempo y situarse en una época complicada para un huérfano. En concreto, narra las vivencias de dos pequeños amamantados por la misma mujer, una nodriza. Nacieron en el mismo año, mes, día y siglo y llegados a una edad avanzada mueren amándose más que nunca. Un amor que siempre llevaron con total discreción. «Se trata de la historia de un romance, el de Gabriela y Evaristo. La escribí en mi residencia de Salas de Bureba desde la fantasía aunque… ¿quizás hay algo de realidad?», deja en interrogante Molleda.

Fue monaguillo durante siete años en el pabellón de los bebés y durante su estancia en el hospicio vivió también el traslado al edificio. Pero también presenció y fue testigo de los abusos sexuales y los maltratos físicos que se dieron en el nuevo centro durante la etapa en que los varones estuvieron a cargo de los Terciarios Capuchinos, como denunció en el primer ejemplar de su obra E-83 San Cayetano.

Eligió escribir sobre un tema tan «horrendo» por su condición de viejo hospiciano. «Se lo debía a los que fueron mis compañeros que, por diversas razones, han permanecido callados y no han compartido la crudeza de los hechos durante tantos años. Les he dado voz para que denuncien aquello que jamás quisieron contar», afirma. La novela forma parte de la historia de su vida convertida en relato, una época que fue crucial para su futuro.

La obra al completo. Viajar y escribir son las dos pasiones de Agustín Molleda, leonés de nacimiento y burebano de adopción, que desde que se jubiló ha vertido en relatos de ficción las vivencias en el orfanato (fundado en 1793 y destruido en 1955), unido con otros testimonios. De ellos nacieron tres novelas: E-83 San Cayetano, Extramuros San Cayetano y Ave María Purísima. Las chicas de San Cayetano, la controvertida trilogía con la que el autor quiso pone al descubierto los desmanes que se ocultaban tras los muros, incluidos las agresiones sexuales que la orden religiosa de los Terciaros Capuchinos «acometió» contra los niños huérfanos en la Ciudad Residencia Infantil San Cayetano de León. «Nunca he sufrido consecuencias negativas por publicar la verdad, pero sí se han enfadado algunos conmigo», aclara  el autor. Pero aún así le faltaba algo por contar. Había hablado de todos menos de los bebés. Ahora, con su trabajo completado, continuará fantaseando y narrando otras historias.
 

ARCHIVADO EN: Novela, León, Bureba, Siglo XX, Peseta