Recuerdos sin 'brillibrilli'

ALMUDENA SANZ
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La burgalesa Virginia Villacisla huye de fotos de posados y tiros largos y se acerca a los instantes cotidianos, absurdos en algunos casos, en su personal 'Anti álbum familiar'. En la sala Código UBU hasta el 3 de junio

Virginia Villacisla, ‘infiel’ a sus principios, posa junto a parte de las 23 imágenes de este proyecto que, sin saberlo, inició en su Primera Comunión. - Foto: Patricia

Ni la niña que hacía la Primera Comunión ni la tía que acababa de regalarle una cámara y se dejó retratar por partida doble en la mesa de celebración, uno de pose y otro chupando con ahínco la cabeza de una gamba, imaginaban que esas dos fotografías se convertirían en la chispa que prendiera el proyecto que Virginia Villacisla (Burgos, 1994) cuelga en la Sala Código UBU hasta el 3 de junio. Anti álbum familiar se rebela contra esos recuerdos de grandes eventos y se afana en la que ella considera la auténtica representación de su familia. Que es la que se reúne en torno a unas chuletillas; la que termina de acicalarse antes de subir a misa el domingo; la que se da un chapuzón en el río de Pampliega sin importar enseñar cacha; la que baila un pasodoble al ritmo de una discomóvil; la que descubre a dos señoras de bien mirando entre las rendijas que deja una valla... 

Esta colección de 23 imágenes se aleja del brillibrilli para acercarse al lamparón. 

«Se trata de lo contrario al álbum familiar convencional», resume en una frase Villacisla minutos antes de la inauguración de esta muestra y de que lleguen algunos de los miembros de ese clan que, entre risas, empiezan a reconocerse. 

El proyecto, que solo se ha exhibido en público en Tenerife, comenzó durante la pandemia, cuando la fotógrafa volvió a casa. Dos casualidades la llevaron a fijarse en los álbumes al uso y su representación de la familia. Primero, encontrar un libro en el salón con un título que llamó su atención, Educación familiar y sensatez, de Antonio Vázquez. Segundo, la visita a una tía suya que está perdiendo la memoria, motivo que hizo que reparara en las fotos enmarcadas en las estanterías. La BBC (Bodas, Bautizos, Comuniones) a todo trapo. 

«Todo se me antojaba muy superficial y posado, no contaba la historia de mi familia, porque yo había vivido momentos muy absurdos, que eran los que yo quería rescatar y convertirlos en el tema principal y subrayarlos. Buscaba el absurdo que por cotidiano pasa desapercibido, apropiarme de la forma de mirar del álbum, pero con otras situaciones», sostiene la autora, a quien le encanta «esa forma de no saber estar, ese ridículo normalizado». 

En su brujuleo por sus álbumes convencionales se detuvo en aquellas dos fotos de su tía Mariví, del primer carrete de su vida. «Tenían esa mirada que yo quería continuar. Marcaron la línea del proyecto». Si de referentes se trata, sugiere que la luz igual sí guía hasta El porqué de las naranjas, de Ricardo Cases. Pero hasta ahí. Lo demás, dijo, salió de una manera muy natural y orgánica, como surgen los álbumes, al contrario que Presencio & The Rural Kids, su anterior proyecto, que lleva en junio a Murcia, muy pensado. 

Y saca los restos de una sobremesa, y a su madre recogiendo cerezas, y a su padre limpiando el bidón antes de la vendimia, y, otra vez, a su tía Mariví, en zapatillas y bata, con más glamur que en una alfombra roja.