«Esta es una generación que va a estar marcada para siempre»

I.L.H.
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Durante dos semanas Alicia Benito ha actuado con Payasos Sin Fronteras (PSF) para refugiados ucranianos, paliando el estrés y la tristeza que provoca la guerra

Alicia Benito (i) y sus colegas actuando para unos niños refugiados. Al fondo, las camas donde dormían. - Foto: Pawel Banaszczyk (PSF)

En 2018 Alicia Benito viajó con Payasos Sin Fronteras a Donbás, la zona este de Ucrania, en medio de una guerra en la que murieron 14.000 personas y que generó cerca de dos millones de desplazados. Ahora ha acudido con la misma ONG de narices rojas a la frontera polaca, hasta donde han huido millones de ucranianos tratando de dejar atrás, de nuevo, el ruido de las bombas: «Hemos pasado de ver familias enteras en 2018 a ver básicamente a mamás con niños, mayores, personas con discapacidad y mascotas, que además tienen a parte de su familia en el frente y no saben qué es de ellos».

La actriz y clown -y otros tres compañeros- han actuado durante dos semanas de abril en colegios y centros de refugiados intentando paliar el estrés, el dolor y la tristeza que provoca la guerra. «Nos hemos encontrado a personas mayores que han vivido tres guerras, incluida la de Chechenia. Y si no lo han vivido se han tenido que ir de casa. Esta generación de chavales va a estar marcada para siempre porque, como nos decía el coordinador de un centro de acogida, los niños crecen en cualquier lugar y de nosotros depende que lo hagan en tierra yerma o fértil».

En la sexta expedición que realiza con Payasos Sin Fronteras, Benito ha hecho reír a más de 2.000 personas en una veintena de actuaciones: «Hemos acudido a grandes polideportivos llenos de camas y cientos de personas, donde teníamos que realizar la función en espacios muy reducidos para  no interferir en la vida de quienes estaban allí», rememora la actriz, que destaca el hecho de que todos estos sitios contaban con una zona específica para que los niños pudieran jugar, algo que reconoce «muy importante». «Llegabas a lo mejor a las siete de la tarde y los pequeños acudían a ver la función en pijama porque su cama estaba ahí al lado. Ha sido emotivo y a la vez muy duro porque ya llevan un tiempo allí. No tener casa es una de las cosas más terribles que le puede pasar a alguien; no tener dónde ir ni saber si vas a volver. Eso es algo con lo que siempre vivirán».

Actuar en estos espacios que no deben estar geolocalizados como medida de protección supone, por otro lado, ver cómo se transforma la mirada de los niños: «Es un público que empieza de cero y termina saliendo a bailar, acercándose a ver las marionetas o materiales que traemos, con los mayores participando...», añade. 

Agotada por la experiencia y sin tiempo aún de asimilarlo por el trabajo que le esperaba a la vuelta (el HUBU recuperó hace un mes a los Payasos de Hospital), reconoce que «dentro del caos, Polonia se ha organizado bastante bien y me ha llamado la atención la de gente que h acudido para hacer cosas, organizadas o no, para bien y para mal».