La férrea fragilidad

ALMUDENA SANZ
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Siete jóvenes bailarinas dibujan las canciones de Simoneta interpretadas en directo en el espectáculo 'Un lugar seguro', que se estrena este sábado en el Teatro Principal

Ainhoa González, Diana García, Uxue Elgorriaga, Raquel Núñez, Camila Di Aloi, Amaia Martínez y Alfonso Gutiérrez (de i. a d.), en el Principal. - Foto: Alberto Rodrigo

Fragilidad, inseguridad, incertidumbre, temor, alegría, placer, serenidad, tranquilidad, fugacidad, zozobra... La lista de sensaciones y sentimientos que asaltan a cada persona cuando escucha una canción se puede alargar tanto como oyentes tenga. Cada uno recibe esas notas de una manera. Depende de su bagaje, su experiencia personal y colectiva o el momento de su vida en el que se encuentre. Este es el ejercicio que han hecho las jóvenes bailarinas Uxue Elgorriaga, Amaia Martínez, Ainhoa González, Camila Di Aloi, Raquel Núñez, Paula García y Yuantao Gorriz con las creaciones de Simoneta, el proyecto musical de Diana García Bartolomé y Alfonso Gutiérrez. Danza y música se hacen uno en el espectáculo Un lugar seguro, que estrenan en el Teatro Principal este sábado (20.30 h., 10 euros).

Todo empezó hace un año tras un taller de inteligencia emocional en la Escuela Profesional de Danza, donde las bailarinas cursan 6º de Contemporáneo. La actividad concluyó sobre el escenario con un concierto bailado. Se hizo la magia. Algunos quisieron retenerla. «La idea no era retomar aquello como tal, pero sí buscar la esencia de lo que quedó y cómo podría evolucionar», dice Diana García y continúa Núñez: «Queríamos desarrollar esa conexión, ese contacto tan íntimo y frágil, ver hacia dónde podía ir, porque la experiencia había sido muy bonita y gratificante».

Ese ánimo los llevó a querer sentir juntos de nuevo, a mirarse desde fuera y desde dentro, a poner en común las inquietudes, a escuchar los temas uno a uno, hablar de las letras, exponer los sentimientos que despertaban, afrontarlos a partir de la intimidad y la historia que cada uno acarrea... La señal, Hombres de metal, Dentro de mí, Manual para romperte el corazón... Las canciones de Simoneta empezaban a adquirir forma, volumen, movimiento. Con la improvisación como punto de partida, comenzó a levantarse un andamiaje férreo que sujetaba todas las vulnerabilidades de cada bailarina. Música, danza, palabra hablada y silencios construían un lugar seguro. La búsqueda de ese sitio es el hilo conductor de esta propuesta que se perfila con soledades que se encuentran, sus debilidades y sus fortalezas.

«Hay mucha sinceridad. Se ve la transparencia y la fragilidad de los cuerpos y, al mismo tiempo, la fuerza de la conexión», compendia Elgorriaga y añade Martínez: «Más allá de ser un elenco de bailarines que danza en un lugar diferente de los músicos, somos un grupo de artistas que, cada uno con su lenguaje, acompañamos el mismo recorrido». Un trazado, puntualiza Núñez, que, aunque la coreografía esté ensayada, será único cada vez que pise unas tablas.

Maravilla es la palabra que utiliza Simoneta para resumir este montaje. «Es una delicia, precioso, una gozada. Ha sido muy bonito ver la evolución en el proceso de creación», convienen los músicos de un proyecto surgido tras un radical giro de guion, un brutal cambio de realidad, un mirar la vida con otros ojos, una revolución serena y férrea que no deja de arrastrar pasiones a su paso.