La hostelería ve el fin de las cenas al adelantar el cierre

B.G.R.
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Creen que será difícil que los clientes se adapten al nuevo horario y sufren ya las primeras anulaciones para el fin de semana. Temen más pérdidas económicas y luchan por ofrecer seguridad y tranquilidad

Ricardo Temiño (La Fábrica). - Foto: Luis López Araico

Sin poder consumir en barra, con el aforo al 50% tanto en el interior como el exterior y desde anoche, con la persiana bajada a las 23 horas y la última entrada de clientes a las 22. Los hosteleros temen que esta última medida restrictiva, fruto del confinamiento perimetral de la capital, suponga el fin de las cenas en los restaurantes por un adelanto horario que no está integrado en la cultura española. Sus sospechas no resultan infundadas. Las llamadas para cancelar reservas, sobre todo del fin de semana, se suceden y en algunos casos llegan hasta el 80%, sin contar con que desde el pasado viernes la actividad ha bajado de forma notable.

La toma de decisiones ante lo que la mayoría del colectivo califica de «palo tremendo» o «nueva zancadilla» en el camino no ha tardado en llegar en unos casos y sobrevuela en el resto. La clausura temporal del local ha pasado por la cabeza de algunos, aunque sin llegar a tomarla por seguir intentando mantener sus negocios y sus plantillas. Su preocupación no pasa por el adelanto de los turnos en las cenas, sino por cómo será la respuesta de un público acostumbrado a acudir a los establecimientos entre las diez o diez y media de la noche. Tienen claro que la adaptación no será inmediata, aunque confían en que llegue si las limitaciones se alargan en el tiempo, algo que comparten que así será.

Los empresarios consultados también coinciden en expresar su queja por ser el blanco de todas las medidas restrictivas, cuando, según aseguran, sus establecimientos no son foco de contagios y la mayoría del sector cumple con todas las exigencias en materia de seguridad, salud e higiene, además de que ponen en cuestión su eficacia para frenar la pandemia. «Creo que están dando palos de ciego y se están cebando con la hostelería», subraya Miguel Ángel Rebollo, de La Sidrería El Antoju, en la calle Huerto de Rey, al tiempo que hace referencia a otros contextos laborales, como «fábricas en las que trabajan más de mil personas», mientras que considera que el adelanto del cierre de locales no frenará el problema porque después «se irán a sus casas o de botellón». 

En su caso, por el momento mantiene las reservas pero ve solo dos salidas a esta situación. «O nos reinventamos y nos acostumbramos a salir antes o las pérdidas serán importantes», sostiene el encargado de este establecimiento que abrió sus puertas en agosto, en un momento que no era el mejor pero que «tampoco fue tan malo», ya que «está siendo peor ahora». Confía en que los burgaleses no se queden en casa y apuesta por «seguir adelante siendo responsables, dando seguridad y buen servicio». 

Otras alternativas. Sobre todas estas cuestiones también incide el presidente de la Federación de Hostelería, Fernando de la Varga, quien advierte de un «incremento de las reuniones sociales en el ámbito privado». Lo que tiene claro es que «algo no se está haciendo bien», aludiendo a que «Aranda vive su tercer confinamiento». Al respecto y sin entrar a valorar las voces que reclaman el toque de queda, asegura que deben buscarse «otras alternativas» y que la «única herramienta con la que cuenta el sector es la de ofrecer seguridad y tranquilidad al cliente, desde el bar más pequeño al más grande. Tenemos que ir todos de la mano (...)».

(Más información y testimonios de los hosteleros, en la edición impresa de Diario de Burgos)