Jasiel Rivero, el cubano que huyó del frío

CARMELO PALACIOS
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El San Pablo apostó por él cuando era solo una promesa, le cedió al Boca Juniors, le trajo a Burgos en el verano de 2019 y, tras dos temporadas, puso rumbo a Valencia siendo ya una estrella de la ACB

Jasiel Rivero, que vuelve mañana al Coliseum con el Valencia, machaca el aro durante el partido del pasado fin de semana contra el Real Madrid. - Foto: acb Photo M.A. Polo

La progresión de Jasiel Rivero ha sido meteórica. Aquel niño que jugaba  en las calles de La Habana con una canasta hecha con una rueda bicicleta hueca anclada a un poste se ha convertido en tiempo récord en una de las estrellas de la ACB, la segunda mejor liga del mundo. Debutó con el Hereda San Pablo en liga el 24 de noviembre de 2019 ante el Movistar Estudiantes y, menos de dos años después, llamó la atención del Valencia Basket, uno de los clubes más potentes de la competición. Este sábado regresa al Coliseum por primera vez como visitante.

Albano Martínez, director deportivo azulón, vio algo diferente en un chaval cubano que empezaba a despuntar en la liga argentina y apostó por él. Un ala-pívot con potencial al que todavía no veía listo para jugar en la ACB, así que le fichó y le dejó cedido en el Boca Júniors. En esa campaña, las expectativas que aquel joven había despertado en el 'ojeador' burgalés se cumplieron con creces. Promedió 18,1 puntos y 5,2 rebotes para lograr 20,1 créditos de valoración por partido. Cifras de mucho nivel que le convirtieron en el máximo anotador y el segundo jugador más valorado de la liga argentina.

El San Pablo decidió no esperar más y le invitó a cruzar el charco para unirse a la dinámica del primer equipo. Cuando Fidel, su padre, y María del Carmen, su madre, se enteraron de la noticia, no se lo podían creer. Su hijo, al que apuntaron a baloncesto de niño para que se distrajera, iba a jugar en Europa.

Su condición de extracomunitario le complicaba más aún la participación en la ACB y su papel parecía limitado a disputar algún minuto en la Basketball Champions League (BLC). Pero Rivero tenía otros planes para sí mismo.  Lo pasó mal porque apenas tenía protagonismo y no contaba con la confianza del cuerpo técnico. Su futuro en el club estuvo en entredicho, aunque la directiva siempre tuvo fe en él y el cubano les acabó dando la razón. A base de trabajo, convenció a Peñarroya y se ganó un puesto en el equipo en detrimento de Jean Pierre Tokoto. Comenzó a ser habitual en las convocatorias tanto de la ACB como de la Champions y su progresión dio un salto cualitativo en la Fase Final Extraordinaria de Valencia.
La explosión. El San Pablo consiguió retenerle una temporada más confiando en que explotara todo su potencial. No se equivocó. Fue vital en la consecución de los tres títulos y en el buen hacer de los castellanos en la Liga Endesa. De hecho, llegó a sonar para el Real Madrid cuando asolaron las bajas a los blancos en la pintura y también despertó el interés de los Dallas Mavericks para jugar la Summer League de la NBA en 2019. Su nombre ha estado vinculado a muchos clubes desde entonces. Equipos de la talla del Bayern de Múnich, el Fernerbahçe o el Panathinaikos preguntaron por él este verano. Ninguno estuvo dispuesto a pagar la cláusula.

Sin embargo, apareció el Valencia Basket a última hora y le convenció. Un proyecto potente, el mismo idioma y adiós al frío burgalés. El destino perfecto. Cambió de aires junto a Joan Peñarroya, a quien sedujo a base de trabajo y grandes actuaciones, y mañana regresará con él a Burgos, la ciudad donde se hizo un nombre en España y Europa y donde nació Emily Amaya, su primera hija.