Rosalía Santaolalla

Sin entrar en detalles

Rosalía Santaolalla


Calle para todos

18/09/2022

Lo mejor de 'La ciudad no es para mi' es ese «tanto Luchy, tanto Luchy, y se llama Luciana» con el que el personaje de la criada -esa Gracita Morales a la que nunca se ha reivindicado lo suficiente- se chotea de su señora, una pueblerina venida a más en el Madrid de los ´60. Pero la imagen que más ha perdurado de la peli es Paco Martínez Soria recién llegado a la capital equipado con pelliza, boina, cesta con gallinas y un retrato de su difunta esposa y que no sabe ni cómo cruzar una avenida, ante la desesperación del guardia urbano interpretado por Manolo Gómez Bur. 

Sin gallinas, boina ni pelliza -en el norte de Europa no se han librado del calor-, servidora se ha sentido este verano como una de esos 'turistas de pollos' cruzando calles de otras ciudades en las que conviven peatones, autobuses, tranvías, bicicletas, patinetes, motos y turismos. Con más diversidad que el garito de la Guerra de las Galaxias. Y al volver a la tierra sagrada donde yo nací, vuelven los adelantamientos en tramos de cincuenta kilómetros hora, las miradas censoras a ciclistas en zonas peatonales y los peatones toreando coches mientras cruzan la calle Vitoria a pocos metros de un paso de cebra. Y en dos días, la Semana de la Movilidad, en la que se teoriza mucho sobre lo bien que estaría no usar tanto el coche particular. Adivinen lo que pasa el resto del año.

Con todo, lo de quitar un carril en Derechos Humanos para que el personal aparque como manda la ordenanza parece de cajón. Solo hay que pasar por allí para comprobar que se ha decidido sobre la experiencia de usuario. Como cuando un Ayuntamiento claudica y pone unas losetas en el camino que los peatones han hecho atravesando un jardín. Ojalá ese 'urbanismo táctico' en más calles y con más espacio para peatones y ciclistas. Seguro que se les ocurre más de un lugar donde, por algún motivo, un carril o la calle entera han quedado cortadas durante semanas, a veces meses. Y, mira por dónde, ni el barrio ni la ciudad se han venido abajo.