La manada de bisontes se acerca silenciosa al todoterreno y hasta parece que los animales quieran acariciar la cámara que sujeta María Grazia Goya, dispuesta a grabar todo lo que pase en las próximas horas: sus movimientos, sus carreras, sus combates, las palabras que les susurra Estefanía Muro o lo que les da de comer Eduardo Cerdá, incluso, hasta ese rictus de dolor que reflejan sus caras cuando el dardo con el que se les desparasita se clava en su cuerpo. Pese a parecer acostumbrados a ese trajín, es la primera vez que los bisontes actúan como actores para la gran pantalla; antes han sido objetivo de los flashes de las cámaras con las que los visitantes quieren dejar constancia de que han visitado Paleolítico Vivo y han estado a pocos metros de estos animales «tan nobles», como los define Estefanía, pero a la vez tan imponentes.
Ellos no lo saben, pero quizás un día reciban los aplausos del jurado del Festival de Berlín o, por qué no, el premio como protagonistas del documental ganador. No sería la primera vez que una película de esas características fuera premiada y su directora reconocida por un trabajo singular en el que los protagonistas son los animales en su hábitat y algunos 'locos' que les susurran al oído. Esa directora no es otra que Robin Petré, especializada en películas artísticas y que cuenta en sus vitrinas con varios galardones, entre ellos el Premio a la Mejor Película en el Festival Mundial de Cine Científico de Suiza (2021) por Del mar salvaje, que igualmente se llevó la Mención Especial al Premio Impacto en el Festival de Cine de Vancouver. Son solo algunas muestras, pero lo cierto es que Petré, con María Grazia Goya detrás de la cámara, se ha hecho un hueco en el mundo del cine documental.
La directora explica que, por ahora, su interés se centra en este tipo de películas donde los protagonistas son personas que viven en medio de un entorno animal. Ella reside en el campo y de ahí esa atracción. «Me interesan los modos que tiene la gente que vive en contacto con la naturaleza», añade.
Este nuevo proyecto no solo se centra en los bisontes europeos de Paleolítico Vivo, su principal motivación para rodar en Salgüero, sino también en la recuperación de otra especie, como son los caballos salvajes de Galicia donde igualmente ha estado filmando. Ambos serán los protagonista de su nuevo proyecto -que podría llamarse Solo en la tierra-, poniendo el foco en estas especies casi extinguidas y en el valor de los que están luchado por sacarlos adelante.
«Me atrae la cultura que hay alrededor de estos animales», añade la directora, que también se ha entusiasmado con el paisaje, «que es como una persona más», reflexiona. Como en todos sus rodajes, en esta ocasión responde a esa intención de dejar que sea la naturaleza quien hable. No hay guion, no hay diálogos, la cámara se mueve buscando lo que está sucediendo alrededor y los únicos sonidos son los del entorno, los de los animales y, en este caso, los de Eduardo y Estefanía en su relación habitual con los bisontes. Ella es una mera espectadora, dice, para añadir que sus películas tienen muchas capas, unas sobre otras, abordando varios temas.
De momento, en Paleolítico ha estado tres días grabando, porque le interesaban imágenes del invierno -lamenta no haber visto nieve-, pero volverá en primavera para filmar nuevas escenas, en un paisaje que habrá cambiados sus colores, como el traslado que se realizará entonces de un macho hacia tierras del País Vasco.