Briviesca vuelve a suspender Santa Casilda y La Tabera

S.F.L.
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El Consistorio trabaja en una austera programación pero descarta todo tipo de propuestas que inciten a que los vecinos acaben por aglutinarse en las calles

La Tabera, que celebran cientos de vecinos y foráneos, se declaró Fiesta de Interés Turístico Regional en el año 2000. - Foto: DB

Los tableros, las paellas y la romería deberán esperar otro año más, ya que Santa Casilda y la Tabera tampoco se celebrarán en 2021. La suspensión de una de las fiestas briviescanas más deseadas era una noticia esperada, aunque el Ayuntamiento se ha mantenido prudente y ha apurado hasta el último momento para anunciar la decisión con la esperanza de que la situación sanitaria mejorase. Sin embargo, con el ambiente actual y con el interior de la hostelería cerrado, «resulta inviable», declara Alba Ezquerro, concejala de Festejos de la ciudad. 

La posibilidad de modificar la fecha de ambas festividades no se ha contemplado, aunque desde el equipo de gobierno sí barajan la posibilidad de celebrar una misa el domingo 9 de mayo, coincidiendo con Santa Casilda, y una pequeña recepción de las reinas de las fiestas, nombradas en 2019, aunque «todavía habrá que esperar y no hay nada asegurado», reitera la edil. Lo que queda descartado por completo al «carecer de sentido» es festejar la rogativa de la Tabera el martes 11 de mayo. El Consistorio «no se lo ha llegado a plantear», ni siquiera en la calle, ya que «resultaría imposible garantizar la seguridad de las personas y acotar los espacios», explica Ezquerro a este periódico.

Los vecinos, cansados, pero a la vez conscientes de que la incidencia acumulada en la ciudad -de 455,79 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, que hace que se sitúe en riesgo extremo por contagios de coronavirus- coinciden en opiniones. «Lo más coherente es que no se festeje nada. Existen motivos de peso totalmente justificados para tomar tal decisión. Lo importante es frenar la pandemia y después ya habrá tiempo de fiestas y jolgorios», declara a DB María del Carmen. «Lo primero es la salud y debemos cumplir con las restricciones para que esta pesadilla termine cuanto antes», testifica un jovencito con ganas de salir por la noche. 

Ambos eventos convocan a muchísima gente de la localidad y de fuera. La Tabera, a la que acuden autoridades nacionales, autonómicas y provinciales, mantiene sus peculiaridades características desde 1794, fecha en que la corporación briviescana rogó la ayuda de Santa Casilda para frenar una devastadora epidemia. Una vez finalizan los actos religiosos y la tradicional comida campestre, los bares de Briviesca instalan sus mesas de juego y la fiesta se alarga hasta casi el amanecer. «Son dos de los mejores días del año para hacer caja. De esos que tienes marcado en el calendario y esperas ansioso», declara Arturo, propietario del bar Octopus. El hostelero califica los primeros meses de 2021 como «duros y extraños». El cierre del interior de los bares y restaurantes «no ayuda y con el frío que hace los clientes apenas utilizan las terrazas», expone el empresario, que espera como ‘agua de mayo’ a que el Ayuntamiento apruebe las ayudas directas. «Si nos tocan 1.000 euros a cada propietario bienvenidos sean. Todo ayuda», añade. 

Por contra, José Barrasa, dueño del Bar Rasa, confirma que trabaja «mejor que nunca». El hecho de que no se pueda celebrar la Tabera «apenas le afecta ya que están suspendiendo todo, es una más y ya no me hace ni daño», manifiesta. 

Para los ‘peques’. La pasada edición se sorteó el confinamiento domiciliario con una propuesta digital de la mano de la Concejalía de Deportes del municipio. En ella se animaba a los briviescanos a elaborar el plato por excelencia de la fiesta de la Tabera: la paella, pero en casa. Los concursantes debían enviar una fotografía para entrar en un sorteo de premios. 

Este año tampoco habrá una romería oficial hasta Santa Casilda, ni paellas populares ni juego, pero el Consistorio propone a los más pequeños participar en una actividad aventura llamada En busca de la taba de oro, una jornada de orientación para niños en el entorno del santuario. Los equipos participantes han de estar formados por tres o cuatro integrantes y uno o dos adultos acompañantes como responsables.