Enjambres a domicilio

S.F.L.
-

Los apicultores de Arconada Víctor y María, creadores de Apimara, mantienen vivas 400 colmenas, de las que obtienen productos derivados de las abejas, que ahora también venden a través de su recién estrenada página web

Los apicultores, encargados ellos mismos de pintar las cajas con colores llamativos, se aseguran así de que abeja distinga su casa y no se equivoque de destino. - Foto: S.F.L.

Víctor y María reciben a los clientes que acuden a Arconada en busca de miel en su pequeña sala de extracción, que a la vez hace de local de envasado y almacén. Tras haber ampliado su negocio, de 150 colmenas en 2019 a 400 hoy en día, los apicultores tiene buenos motivos para sonreír. El burebano, nacido con una abeja ‘entre ceja y ceja’, ya que desde niño acompañaba a su abuelo a los colmenares, se inició en el mundillo como aficionado. Su mujer, natural del Valle de Valdivielso, solo había mantenido una relación de amor-odio con estos insectos como cualquier mortal, al aire libre.

El matrimonio pegó hace dos años el gran salto al dejarlo todo y centrarse en su explotación, que a la velocidad de la luz ha logrado ampliar su producción y expandir su género más allá de las fronteras castellanas, gracias a internet. En su web apimara.com, el cliente dispone de productos derivados de las abejas, como la miel o propóleo (un antibiótico natural disuelto en agua utilizado para infecciones de garganta), pero también de núcleos de reproducción, pequeñas colonias de estos animales criados partiendo de una colmena ya existente y utilizados para incrementar la población o criar reinas. Actualmente, elaboran codo con codo con la destilería pozana Reino de Castilla hidromiel, considerada la primera bebida alcohólica que consumió el ser humano, cuya preparación se fundamenta en la fermentación de una mezcla de agua y miel, que alcanza cierta graduación que varía según la relación de los ingredientes y la tolerancia de las levaduras al alcohol. 

A finales del pasado año se matricularon en un curso online organizado por la Red Rural Nacional sobre emprendimiento en el medio rural y su proyecto, de titularidad compartida, fue uno de los cinco que obtuvieron la calificación de excelencia. «Nuestro objetivo es mantener 500 colmenas y lo que necesitamos para este volumen de trabajo es un local en condiciones. Por eso hemos invertido en un proyecto que engloba la construcción de un inmueble con el fin de unificar toda la actividad en el mismo emplazamiento, la sala de extracción y envasado y el almacén», declaran los apicultores, instalados desde hace casi una década en Arconada.

Al tratarse de una explotación apícola fija, en la que sus colmenas -nunca más de 40 por área- ocupan terrenos en Oña, Tamayo, Pino de Bureba, Quintanaopio, Terminón o Cantabrana, la producción de miel disminuye respecto a la trashumante, por lo que «debemos de conservar adaptados nuestros colmenares para que la producción pueda ser más rentable cada temporada», explica el matrimonio. 2020 resultó ser «una buena temporada», en la que lograron sacar 5.000 kilos, unos 14 de media por cada colmena.

No obstante, para obtener un mayor rendimiento del negocio, crían enjambres que venden a apicultores de la zona sur de España y a franceses. «Dedicarnos solo a la venta de miel no es suficiente, y que requiere un gran esfuerzo. El precio está muy bajo porque hay una gran oferta, sobre todo de países extranjeros, que venden un producto de pésima calidad a un precio ridículo. No podemos traspasar nuestra elaboración a tres euros por kilo, porque apenas adquirimos ganancias. Es imposible competir con la miel China, que se puede encontrar en un supermercado a uno», se lamentan. 

Aún así, su intención es progresar y mantener viva una localidad destinada a desaparecer a medio plazo.