Manuel Ríos rastrea escenarios para rodar La huella del mal

ALMUDENA SANZ
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El escritor pasa por La Yecla, los yacimientos de Atapuerca, el MEH, Frías y otros pueblos en busca de localizaciones para la adaptación de este libro, que parte de un asesinato en el Carex y transcurre casi al completo en la provincia

Manuel Ríos San Martín, junto al enterramiento del Carex de Atapuerca en el que arranca la narración. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

No hay ninguna excursión de escolares en el Centro de Arqueología Experimental de Atapuerca. No existe riesgo de que los cuatro graciosos del grupo se despisten y haciendo una de las suyas descubran que la chica en posición fetal de uno de los enterramientos no es una reproducción, sino que es real, de carne y hueso, y todo parece indicar que la han asesinado. El Carex el miércoles estaba vacío, a excepción de un par de monitores, una estampa muy alejada de la pequeña revolución que provoca la aparición del cadáver de Eva Santos en el inicio de la novela La huella del mal, de Manuel Ríos San Martín. Un libro que, casi al completo, se desarrolla en la provincia de Burgos, donde el escritor ha vuelto estos días con otro objetivo: buscar localizaciones para la conversión de esta historia en una serie de televisión.

El proyecto está dando sus primeros pasos. Queda casi todo por hacer. Pero uno decisivo es este viaje del autor y de miembros de la productora LaZona, embarcada en esta aventura con él, invitados por la Burgos Film Commission. Aunque sin plazos concretos, su estreno sería en 2022 y aún es pronto para saber quiénes interpretarán a los personajes principales de esta novela, que sigue los pasos de la inspectora Silvia Guzmán y el exinspector Daniel Velarde en la investigación del asesinato de la joven en el Sistema Atapuerca. 

Ríos se acerca a la tumba que desencadena la narración con naturalidad para las fotos. Recuerda que el libro surgió durante una visita a los yacimientos de Atapuerca con sus hijos. Desde entonces, han pasado muchas cosas. En el horizonte, esta serie. «Estamos preparando el proyecto, escribiendo guiones, mirando presupuesto, conociendo la zona... y con todo venderlo para hacer una serie de televisión», desvela y agrega que ya hay plataformas interesadas en su emisión.

El autor conviene en que el ritmo de La huella del mal es cinematográfico, pero también puntualiza que literatura y televisión hablan dos lenguajes distintos. Ríos cuenta con la ventaja de que domina ambos. Fue guionista antes que novelista. Su nombre aparece en los títulos de crédito de Compañeros, Sin identidad, Médico de familia, Menudo es mi padre... 

«Aunque es una novela muy visual, cuando se hace serie hay que hacer cambios. Te das cuenta de que no todo vale. Pero al ser mi propia novela puedo ser crítico y ver qué cosas desde el punto de vista audiovisual pueden mejorarse. Tiene que tener más acción, hay que potenciar lo visual, no hacen falta tantos diálogos, hay reflexiones internas que son difíciles de hacer... Es un reto», plantea entusiasmado con esta segunda oportunidad en la que podrá matizar alguna línea que le chirría dos años después de la publicación. «Hay algún personaje que en la novela no tuvo tanto protagonismo y en la serie creo que se lo daré», dice refiriéndose a Galder y al grupo de excavadores jóvenes que trabajan en los yacimientos. «En la novela se sigue siempre a los policías y aquí no tiene por qué, en una serie tú puedes seguir a todos los sospechosos y esta gente puede dar mucho juego», avanza. 

El escritor, que ha compartido todos sus movimientos por la provincia con sus seguidores en redes, arrancó el periplo temprano en La Yecla, «un sitio increíble», donde se produce el impactante desenlace de esta historia. Ha pasado por el Museo de la Evolución Humana (MEH), los prados y animales de Paleolítico Vivo (Eduardo Cerdá puso en la pista a la Burgos Film Commission de las posibilidades que abría este proyecto), la orilla del Arlanzón donde se lavan los sedimentos, los yacimientos de Atapuerca, con José María Bermúdez de Castro como cicerone, también asesor en la novela, y el Carex. La gira continuaría por la tarde en Pedrosa de Tobalina, San Pantaleón de Losa y Frías, donde harían noche y sopesan ubicar Niebla, pueblo inventado donde transcurre la trama. 

El periplo los ha llevado también a Sargentes de la Lora, una zona que Sergio García, miembro del comité de expertos de la Burgos Film Comission que los acompaña, cree que podría encajar para el rodaje de las escenas que sitúan a Velarde en Libia. Si el reloj da su permiso, quizás se acerquen a otras localidades de cine. 

«La novela transcurre en su totalidad en Burgos y supone un escaparate. Hay muchas localizaciones perfectas para ella, tanto en el norte como en un entorno urbano. Quien no haya leído el libro está tardando», recomienda García sobre este título que vivirá una segunda juventud cuando salte a la pequeña pantalla.