El cielo

MARTÍN G. BARBADILLO
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"Cuando reina la oscuridad, el top 1 en la ciudad es pasmarse ante la luna, preferiblemente llena, con la catedral en primer plano. Lo más de lo más es cuando el satélite se coloca entre las agujas..."

Catedral de Burgos, en el ocaso, vista desde las alturas.

¿Qué es? Se trata de la atmósfera y del espacio exterior vistos desde la Tierra, en el que están las nubes y en donde se ven el Sol, la Luna y las estrellas. En resumen, lo que se contempla al alzar la vista.

Edad. Este planeta se formó hace 4.500 millones de años y siempre ha estado bajo un cielo.

Estás empezando a patinar un poco; el cielo es el cielo y hay en todas partes. Sin duda, pero es distinto en cada lugar. El cielo, amigo, es un paisaje, trata de verlo así. Muta constantemente, regala matices diferenciados a cada hora y define cada sitio sobre el que está tanto como sus monumentos. Pero, claro, hay que fijarse, como lleva haciendo nuestra especie miles de años.

Ilumíname, nunca mejor dicho. La cosa tiene más enjundia de lo que puede parecer a priori. Al cielo se puede volver la mirada desde la ciencia, en búsqueda de la emoción, para pillar bronceado, por explorar los astros, buscando respuestas al futuro en las estrellas, o por ver si llueve.

¿Por dónde empezamos? Pues por lo que te ayude a ver la relación con el cielo de las gentes de por aquí. Delibes decía: "Si el cielo de Castilla es alto es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo". Esa ha sido una constante: esperar las lluvias, temer los granizos... El cielo, por cientos de años fue lo que daba y quitaba todo, incluida la supervivencia. Y determina el carácter, aquí y en todas partes.

¿Como el clima? Es clima, en cierto sentido. En Burgos ciudad, el arquetipo del invierno (que es como decir de 8 meses al año) es el siguiente: un amanecer con temperaturas heladoras bajo un cielo de un azul intenso. El termómetro no subirá mucho en toda la jornada pero la luz lo llenará todo. Eso levanta el ánimo.

Vitaminas para el cuerpo y el alma. Proust daba un consejo: "Trata de mantener siempre un trozo de cielo azul encima de la cabeza". Uno se da cuenta de la importancia de estas palabras cuando no lo tiene. Yo mismo, viviendo en Inglaterra, conté en una ocasión 44 días seguidos sin ver el sol; jamás lo olvidaré. Con esa perspectiva te dan ganas de tomar cerveza caliente, engullir grasientos fish&chips o meter la cabeza en un cubo y no sacarla. Te vuelves loco. Pero esto aquí, por fortuna, no sucede. Aunque no te dejes llevar por el entusiasmo; incluso en días luminosos recuerda que a la sombra el frío aprieta.

Lo tendré en cuenta. ¿Hay algún sitio en el que pueda contemplar el cielo burgalés en su esplendor? Aquí nos topamos con otra característica fundamental de la ciudad: es planísima, lo que dificulta encontrar atalayas para ver los cambios del cielo a lo largo del día. Si vives en un piso con vistas, conoces a alguien que lo haga, o te puedes colar en alguna altura, la cosa cambia. Como es sabido, amanece por el este; desde los pisos superiores de Gamonal se puede ver cómo el sol se empieza a asomar entre los picos de la Sierra de la Demanda (un buen espectáculo) y va avanzando hasta la Cartuja. La ciudad, siguiendo el cauce del Arlanzón, está bien orientada de este a oeste, preparada para recibir luz de plano en muchas de sus calles. En el Espolón, por ejemplo, te puedes poner como una lagartija a empaparte de rayos durante horas.

O en una terraza. Lo que prefieras. Si estás por allí un rato puedes contemplar el atardecer. El sol se esconde detrás del castillo y la piedra de la catedral va cambiando de tonalidades al ritmo de la luz que deja una línea del horizonte anaranjada y encendida que se va degradando a todas las posibilidades de azul. Los días con alguna nube son los mejores: el sol las impacta desde abajo y parece que alguien hubiera incendiado el cielo. Catedral y ocaso son el clasicazo insuperable; solo tienes que echar un ojo en internet y encontrarás miles de fotos con las agujas sobre fondo casi rojo. Pero hay más.

Claro. Más allá de la ciudad, está el cielo de la provincia y ahí sí, es el paisaje, concretamente el 50%.

¿Cómo? Unamuno creía que los cielos de Castilla eran una "pradera cóncava", y por ahí va la cosa. Cielo, tierra y horizonte confundidos y fusionados son lo que nos rodea. Ocre y a veces gris en otoño e invierno, verde y azul en primavera, y azul inundado de luz y amarillo en verano. Todos esos matices están en los cuadros de Vela Zanetti. Yo tengo una imagen en la cabeza que identifico con esta tierra: vas por el campo y, en un día claro, ves cómo por algún punto van avanzando lentas nubes densas, blanquísimas, que parecen estar muy bajas, casi se pueden tocar. Son parecidas a esas que salen en la cabecera de los Simpson, ¿las conoces?

Por supuesto. Estando tan próximas uno puede pensar que el cielo se le va a caer sobre la cabeza, como creía Asterix y toda la aldea gala. No temas. Además del territorio más típicamente castellano, esta provincia infinita tiene zonas donde la cosa cambia. En los valles del norte o en la Sierra se puede caminar, o conducir, entre niebla. Es una sensación curiosa, es como si el cielo no estuviera; o lo contrario, como si fuese la tierra la que hubiera desaparecido. Pero todo lo que hemos contado hasta ahora no es más que la mitad del cielo.

¿Y la otra mitad? Obviamente es la noche. Mirar al cielo de noche, con una mezcla de fascinación e intriga, es uno de los rasgos característicos de la humanidad desde hace milenios. Cuando reina la oscuridad, el top 1 en la ciudad es pasmarse ante la luna, preferiblemente llena, con la catedral en primer plano. Lo más de lo más es cuando el satélite se coloca entre las agujas. De nuevo, déjate caer por internet y verás montañas de imágenes del momento.

En general, observar los astros cobra adeptos y hay lugares en esta provincia (casa rurales, por ejemplo) que se ofertan como propicias para estos menesteres. En plan más dominguero puedes salir a ver las Perseidas (lágrimas de San Lorenzo) en agosto a las afueras de cualquier pueblo. Es un clásico estival en el que, una vez más, te recomiendo chaquetilla o manta. Como ves, será por cielo; en otros lugares es una atracción turística. En Ibiza, por ejemplo, "llenan" sus puestas de sol, en las que la gente incluso aplaude a la conclusión, algo totalmente innecesario en mi opinión.

Y que lo digas.

Si quieres parecer integrado. Grita "el cielo se nos cae encima", si visitas alguna aldea gala.

Nunca, nunca, nunca... Escupas hacia arriba; el cielo te lo devolverá.