«No me acordaba de las caras de muchos niños»

B.G.R.
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Un grupo de alumnos de cuarto de Primaria del Juan de Vallejo relata cómo ha sido el fin de las mascarillas. Sus profesoras aplauden su comportamiento y adaptación a la situación

Nadie quiso perderse la oportunidad de contar su experiencia. - Foto: Luis López Araico

El segundo día sin mascarillas obligatorias en el colegio Juan de Vallejo fue más tranquilo que el primero. El miércoles, cuando la Consejería de Educación notificó oficialmente su supresión, su directora, Beatriz Torres, lo comunicó por megafonía. Se escucharon en ese momento gritos de alegría, caras de sorpresa, preguntas al aire sobre si era verdad y una mezcla de sensaciones que hasta emocionó a quien comunicó la noticia. No es para menos. Han sido dos años «duros» para la enseñanza en la que los menores han dado una lección a los adultos a la hora de adaptarse a una situación nunca antes vivida.

Una de las clases que más aplaudió fue la de cuarto D. Andrés, Eva, Inés, Marcos, Mara y el resto de compañeros contaba ayer con total desparpajo y sinceridad cómo vivieron ese momento. «Fue como raro porque ya no me acordaba de las caras de muchos niños y de la de algunos profesores», reconocía Eva con el asentimiento del resto. Algo así como «conocerse de nuevo», apostillaba Inés, mientras todos compartían la opinión de las ganas que había por quitársela. 

Liberación pero también dudas y cierto temor sobre si «no nos va a pasar nada» que se irá disipando con el tiempo como ocurrirá en el resto de la población. Por el momento, tienen muy bien aprendida la lección y todos los que no llevaban mascarilla la guardaban en la mochila. Saben que deben ponérsela cuando no puedan guardar la distancia, al igual que se mantienen medidas como la higiene de manos, la ventilación, las salidas y entradas escalonadas o respetar los itinerarios dentro del centro. Los que prefirieron seguir con ella lo hacían por motivos justificados ante planes próximos que no querían perderse por ningún motivo.

Aprovechando este segundo día, estos escolares de 10 años rememoraron aquel mes de mayo de 2020. «Yo no sabía lo que era una mascarilla y al principio no podía respirar», reconocía Marcos, quien con el tiempo, al igual que el resto, se acostumbró a que formara parte de su indumentaria. También recordaban la «extraña sensación» de no poder ir al colegio durante el confinamiento, de quedarse en casa y estudiar con una tablet, de no poder salir a la calle... Unos se acostumbraron mejor que otros y hubo quien se dio cuenta de lo importante que era tener un jardín, «aunque fuera pequeño», para al menos notar el aire en la cara, o conoció a sus vecinos cuando se asomaba a la ventana a las ocho de la tarde.

En cualquier caso, nadie quiere volver a vivirlo y todos desean aprovechar al «máximo» la nueva normalidad, por lo que son conscientes de que no se puede bajar la guardia. También saben que han sido protagonistas de un hecho histórico que después se estudiará en los colegios. Su profesora Cristina y la directora del centro escuchaban con atención las respuestas de los alumnos y resumían tanto el momento como sus palabras como una «vuelta a recuperar su infancia», aplaudiendo el comportamiento que han tenido en estos dos años y su adaptación a las normas. Un tiempo que no ha sido nada fácil, aunque las «medidas eran necesarias para evitar contagios», pero que más allá del ámbito de la salud ha supuesto un problema en las aulas «a la hora de expresarse, de hacerte entender o de no poder ver la expresión de sus caras». 

«Nos quitamos el sombrero por cómo han actuado», compartían estas docentes, contentas por la eliminación de las mascarillas, aunque con cierta prudencia por si «se produce algún repunte», según señalaba Torres, quien también hacía referencia a otra preocupación pero ya de cara a un próximo curso previsiblemente convencional: «Si volvemos a la ratio normal la enseñanza pierde calidad».