Ni siquiera había llegado el punto álgido de la noche de Halloween cuando las luces del bar La Ciudadela se apagaron y la música dejó de sonar. Entre los más de 200 asistentes de la fiesta que se celebraba en el local comenzó a correr el rumor de que fuera había un pequeño incendio. Antes de que cundiera el pánico, los responsables del establecimiento pidieron a los presentes que abandonaran con calma el recinto como medida de precaución. Lo ocurrido en otras ciudades en celebraciones similares, la última hace unos días en Seúl, sobrevoló durante algún instante por la cabeza del gerente. Por suerte, todo quedó en una anécdota.  

Aún no eran las 2 de la madrugada del martes cuando un cortocircuito en el transformador eléctrico del exterior del bar ubicado en el mirador del Castillo provocó un pequeño incendio que obligó a intervenir a los miembros del equipo de seguridad. En cuestión de segundos, lograron sofocar el fuego con los extintores, pero la avería dejó a oscuras a La Ciudadela. «Saltaron las luces de emergencia y, por precaución, pedí a la gente que fuera desalojando el local. A pesar de que todo había ocurrido fuera, abrimos todas las puertas para hacer más fácil la evacuación», narra Fernando, el dueño de este negocio. 

Reconoce que en algún momento recordó esos funestos episodios en fiestas similares, pero mantuvo la calma. «Intenté que no se me notara nervioso, principalmente para que la gente no se asustara. Lo cierto es que todo el mundo estuvo de diez. Salieron con calma, pasaron a por sus abrigos y aguardaron fuera por si volvíamos a encender las luces», comenta. Al lugar se desplazaron varias patrullas de la Policía Local y Nacional, así como efectivos del parque de Bomberos. Fuentes del cuerpo municipal confirmaron que la evacuación se hizo sin incidencias.

¿Provocado o fortuito?

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