Estudiar su muerte para conocer su vida

B.D.
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El CRAS de Albillos realiza la necropsia al oso muerto tras despeñarse durante una pelea con una hembra y su cría en la Montaña Palentina para determinar las lesiones internas que sufrió y recabar muestras genéticas para futuros estudios

Estudiar su muerte para conocer su vida - Foto: Patricia González

Todo parece asombrosamente humano. Un laboratorio forense, una sala radiológica, toma de muestras para estudios microbiológicos y morfológicos de tejidos, huesos, huellas y pelos... Pero no, no es un CSI al uso. Lo que el equipo de veterinarios y biólogos ha hecho la mañana de este martes en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres de Albillos no es una autopsia (término que solo se aplica al género homo sapiens) sino una necropsia, técnica que se usa para determinar la causa, el mecanismo y el modo en que ha muerto un animal.

Como el que reposa sin vida sobre la lona de color naranja en esa sala del CRAS, un espectacular ejemplar de oso pardo adulto de 217 kilos y más de dos metros de altura, que impresiona por su tamaño y su belleza salvaje, sobre todo cuando se puede apreciar a tan escasos centímetros de distancia.

Se trata del macho que murió el domingo 5 de junio tras despeñarse durante una encarnizada pelea con una hembra y su cría en la Peña Santa Lucía, en la Montaña Palentina. El úrsido atacante, que buscaba matar al osezno para inducir a la madre a un nuevo celo, pereció por la fuerza de la caída, y la osa, aunque débil, sobrevivió y se recogió con su cachorro en una cueva para protegerse y curarse de las heridas. Quizá su peso -unos 80 kilos- fue lo que hizo que los golpes fueran más amortiguados. Los expertos barajan la hipótesis de que ese mismo macho ya hubiese matado a un segundo osezno de la misma hembra, ya que se la había visto días antes con dos crías en esa zona de la Cordillera Cantábrica.

(Más información y fotografías, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)