«Lo que hace que un texto sea literario es la poesía»

ALMUDENA SANZ
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Carlos Zanón pone a bailar a los lectores con 'Love Song', una novela que ahonda en una relación triangular de amistad con música de fondo

Carlos Zanón es un hombre orquesta: poeta, novelista, guionista, articulista, letrista, director de BCNegra... - Foto: Lupe de la Vallina

Happy, de The Rolling Stones, Verano fatal, de Nacho Vegas y Cristina Rosenvinge, o Roxanne, de The Police, acompañan la charla con Carlos Zanón sobre Love Song, su última novela, en la que el hombre orquesta que es este escritor profundiza en los vínculos entre Jim, Cowboy y Eileen. Tres músicos y, sobre todo, tres amigos que emprenden una gira por los camping y locales de la costa mediterránea en una Camper California y con un repertorio de versiones de canciones de 1985. Esta banda sonora acompañará al autor en el encuentro con sus lectores este miércoles en el Palacio de la Isla (19.30 horas, entrada libre). 

¿Cuánto tiene que ver su pasión por la música en el origen de esta novela? «Sobre todo la fascinación por la creación. Me interesaba dibujar unos personajes que en un escenario o a través de las canciones saben comunicarse, pero que les cuesta luego mucho hacerlo en la vida civil», responde el autor que pone a esta banda a girar de camping en camping. 

«Cuando yo era jovencito estuve trabajando de camarero en un camping en la Costa Brava varios veranos. Recuerdo que cada día de la semana venía un músico de un estilo distinto. El martes, rockabilly, el miércoles, baladas italianas y el viernes, discoteca. Tenían un circuito entre los camping que siempre me hizo gracia y cuando empecé a plantear colocar a unos músicos talentosos en un entorno que no fuera tan melómano, sino más de pasar el rato, de consumo, me acordé de aquello», desvela sobre un libro que se centra en una historia de amistad. Y sobre este gran eje giran otros temas como la enfermedad, las aspiraciones y las frustraciones, la pulsión creativa... 

«Me interesaba un triángulo de tres mejores amigos, no el típico que se rompe por celos o por amor, sino de tres amigos que, como cuando eres adolescente, cada uno comparte una parte del otro», ilustra y nombra el de Byron y los Shelley. 

Y, en esa relación, como telón más o menos de fondo, la música. Un mundo que no le es ajeno al autor, que ha escrito letras para Loquillo, Pájaro o Alicia Golpea. Sabe la manera de pensar de un músico y, sobre todo, la importancia de este arte. «Cuando de jovencito nos gusta un grupo o un disco estamos agradecidos toda la vida. Por mucho que compremos sus discos y sus entradas a conciertos, nunca le puedes devolver todo lo que te han dado. Pero a mí me interesaba más de dónde salen las canciones, las novelas, nuestras ganas de crear». 

¿Y ha llegado a alguna conclusión? ¿De dónde le salen las ganas de crear a Carlos Zanón? Se echa a reír. «No lo sé, pero sí es verdad que hay un tipo de creación que tiene que ver con tu vida. Escribes para ordenarte, para entender y para intentar solucionar cosas. Hay un trasvase entre la vida y la creación, entre literaturizar tu vida y cómo se cuela lo que te está pasando. No me gusta la autoficción, pero sí que un escritor me cuente una historia y por debajo haya algo que sea muy autobiográfico suyo aunque yo nunca lo descubra», remacha esta suerte de creador total. 

Poeta, novelista, guionista, articulista, letrista... «Me gusta mucho escribir casi de cualquier cosa, lo disfruto mucho. Cuando me proponen cosas que me gustan no sé decir que no. También es una manera de llegar a fin de mes. Tampoco es todo tan altruista, a veces es trabajo que tienes que hacer para poder vivir», resuelve sobre un oficio en el que él entró a golpe de verso. 

Zanón (Barcelona, 1966) tenía 22 años cuando publicó su primer poemario, El sabor de tu boca borracha, y desde el principio hizo ojitos a la narrativa. Pero se le resistió. «Saqué mi primera novela con 42. Estuve veinte años intentándolo, enviándolo a muchos sitios, rechazándolo en muchos sitios. No sé ni de dónde sacaba la fuerza. Por eso he disfrutado mucho lo que me ha pasado desde entonces», recuerda y, al tiempo que agradece ese proceso de maduración, reconoce que el azar también cuenta. 

«La segunda, Tarde, mal y nunca, coincidió con un momento de expansión de la novela negra y se colocó allí de una manera inconsciente y a partir de ahí todo fue más sencillo», observa el autor, que en 2017 sumó a su orquesta la dirección de Barcelona Negra (BCNegra). 

Aunque tarde, la narrativa le ha dado muchas alegrías, aunque no deja de advertir que la poesía también corre por ahí: «Lo que hace que un texto sea literario es la poesía».