Los castillos de Coruña del Conde y Rojas, en la Lista Roja

ICAL
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Las fortalezas medievales de ambas localidades burgalesas se encuentran en un "pésimo estado de conservación", según indica Hispania Nostra

Castillo de Coruña del Conde. - Foto: Valdivielso

Hispania Nostra incorpora a su Lista Roja del Patrimonio dos elementos del patrimonio cultural burgalés, los castillos de Coruña del Conde y Rojas. Con ellos, ya son 60 los elementos patrimoniales de Burgos que se incorporan al citado listado al encontrarse en peligro debido a su "pésimo estado de conservación". Esta lista recoge más de 1.100 monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.

Según indicó Hispania Nostra en un comunicado, el castillo de Coruña del Conde se halla "completamente en ruinas". Esta fortaleza se fundó en las proximidades de la antigua ciudad de Clunia, que guardaba la entrada a Castilla por estar situada en un promontorio desde el cual se controlaba el corredor del río Arandilla y su antigua calzada desde el sur y junto a dos puentes romanos. 

Tiene su origen en el siglo X cuando García I de León decidió repoblar el Valle del Duero. Fue tomado por Almanzor, que realizó en él diversas obras, como una nueva torre principal a la que se encontraba adosado un lienzo de muralla con un arco califal, visible en grabados antiguos pero desaparecido en la actualidad. El caudillo musulmán dotó de una guarnición permanente a la fortaleza y la eligió como punto de partida para algunas de sus correrías contra los reinos cristianos. Tras la definitiva conquista cristiana sufrió nuevas reformas que le confieren su aspecto final, hasta que el avance de la Reconquista hacia el sur provoca que su función defensiva termine siendo superflua. Con los años se abandonó y avanzó su estado de ruina.

El castillo consta de un cuerpo alargado que ocupa la mitad norte del cerro, y se considera que en su cima hubo un castillo más antiguo. El cuerpo principal ocupa la cima con unas dimensiones cercanas a los 22 metros de ancho por más del doble de largo. Los extremos menores, están reforzados con torres, y los del sur son dos fortísimos cubos huecos defendidos por saeteras muy rasgadas y alguna tronera. Junto al cubo del norte se halló la entrada del castillo.

Las torres del norte son posiblemente las más antiguas, entre otras cosas porque solo en sus lienzos y en los paramentos adyacentes se aprovecharon los sillares procedentes de Clunia, y pudieron ser el centro del primitivo castillo. Se cree que ambas fueron levantadas en fechas distintas, pues además de diferentes en técnica y tamaño resultan "claramente asimétricas". Se mantiene en pie únicamente la mitad de cada una de ellas. La mayor, conserva algunas almenas en la vertical de los lienzos. Ambas torres tuvieron cubierta de terraza, como puede comprobarse desde el interior y en las dos predomina el sillarejo.

En el resto del castillo la calidad de los materiales es muy variada. Los muros tienen en su interior relleno de cal, canto y tierra, en algunos puntos pueden verse grandes bloques con inscripciones romanas. A mediados del s. XVII debieron de hacerse algunos reparos, pues los maestros de carpintería Martín de Yllana y Francisco de la Llana "tasaron el menos cabo que tenía el castillo". A fines del mismo siglo el delegado del conde "se paseó por la casa y castillo abrió y cerró las puertas y hechó dellos a las personas que dentro estaban y hizo otros actos de posesión", lo que posiblemente presupone una buena conservación.

Por su parte, el castillo de Rojas, en la Comarca de La Bureba está declarado BIC y se encuentra muy cerca de Briviesca. Las ruinas que se conservan se encuentran aparentemente "en buen estado", ya que llevan así décadas y no se aprecian desprendimientos o desgaste reciente. El problema radica en la inestabilidad de los restos, que no tienen una consistencia estructural y están sometidos a las inclemencias del tiempo en lo alto de un cerro. Esto, sumado a la nula sustentación por sí mismos (carecen de puntales o subestructuras que los sostengan) puede ocasionar a medio o largo plazo que los lienzos del palacio y de la torre que aún se mantienen en pie puedan desplomarse completamente y, por tanto, desaparecer.

Rojas es un municipio de pocos habitantes, que conserva las ruinas de lo que fue un importante castillo. En las faldas del monte donde se encuentra la fortaleza se hallan las ruinas del convento de dominicos, que apenas se distingue hoy día. La villa siempre fue considerada, durante la Plena Edad Media, como propiedad de los Rojas. Esta familia alcanzó su plenitud política con Francisco de Sandoval y Rojas, primer duque de Lerma, y con su hijo, el duque de Uceda, validos ambos de Felipe III. 

A partir de 1509 la villa entró en la órbita de los Velasco, quienes se opondrían, a comienzos del siglo XVII, al intento de compra por el Duque de Lerma, que, a su vez, reclamaba sus derechos y los de su familia en dicho territorio. Se cree que antes de este edificio hubo otro, construido en el siglo X y reconstruido hacia 1300 por Sancho de Rojas. La torre del norte se levantó con sillarejo, pero en el resto del edificio predomina la mampostería. El primitivo castillo se ubicaba al norte y estaría unido, en parte, a otro gran edificio rodeado por una cerca, situado al sur del cerro. Los restos permiten pensar que la torre del homenaje fue cuadrada, y hay también ruinas de lo que parece que fue la capilla y la zona residencial, con dos ventanales destacados, uno lobulado y con molduras, y el otro, cuadrangular. Aún se distinguen los pisos y la altura de cada uno. 

Según indican desde Hispania Nostra, también hay restos de canecillos, que pudieron pertenecer a la defensa o a la protección de la torre, los cuales nos indican que el castillo tuvo más o menos la misma altura que indican los restos conservados. Lo primero que se encuentra son dos grandes tramos de lo que parece una cerca, uno formando un ángulo recto de cuatro por cinco metros; y el otro en una línea de 9,50 metros de largo. Detrás de este, hacia el sur, hay otro muro de seis metros que forma parte de los restos de la torre del Homenaje. De esta quedan además, otros dos de sus lados, uno de ellos conserva en el extremo superior izquierdo correspondiente al tercer piso, la mitad de un ajimez con su hilada. 

Se puede ver la forma abovedada que tendría el primer piso de la torre y también se distinguen tres aspilleras en el piso medio. El otro lado, que mide unos seis metros amenaza partirse por la mitad. En dirección al norte, detrás de la cerca más pequeña, queda parte de otra torre, en forma ligeramente pentagonal, con lados que oscilan entre cuatro y ocho metros. En este edificio todavía se conserva una ventana rectangular dividida en dos, con molduras y otra con forma lobular. Los muros de estas edificaciones miden casi dos metros, de piedra mezclada con tierra y están revestidos unos de sillares y sillarejo y otros de mampostería. Muchos de estos sillares fueron sustraídos por los vecinos. De hecho, en algunas casas del pueblo pueden observarse escudos, sillares y ventanales que pudieran ser del castillo.