El claustro de la Catedral fue finalmente el lugar donde tuvo que desarrollarse anoche el Vía Crucis Penitencial con antorchas después de que un intenso aguacero impidiera la salida del paso de la Cruz rústica con sudario hacia las laderas del Castillo. Un inconveniente que no desanimó ni a los cofrades de la parroquia de San Josemaría Escrivá ni a las decenas de fieles que se concentraron ante la iglesia de San Esteban, que al arreciar la lluvia se trasladaron en procesión hasta el templo catedralicio para celebrar el Vía Crucis bajo cubierto.

El cambio de planes no sorprendió a nadie ya que poco antes de las ocho y media de la tarde, hora de comienzo del Vía Crucis, un cielo encapotado, acompañado de algunos truenos y rayos, presagiaba que lo de completar las 14 estaciones por el parque del Castillo estaba muy complicado. Junto a la entrada de la iglesia de San Esteban esperaban los miembros de la parroquia de San Josemaría, con sus antorchas de penitentes y ataviados con sus túnicas grises y capas rojas. Cuando las nubes empezaron a descargar las primeras gotas, la Junta de Semana Santa optó por anunciar el traslado del austero paso a la Catedral, hacia donde cofrades y fieles se dirigieron finalmente en silencio y con el mismo recogimiento y devoción.

El traslado tuvo que realizarse a través de las calles Pozo Seco, Fernán González, las Llanas y Paloma para evitar los distintos tramos de escaleras. En el interior del templo, donde la comitiva religiosa llegó pasadas las nueve de la noche, esperaban ya numerosas personas, entre ellas el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, y miembros de las cofradías y hermandades penitenciales de la ciudad. El encendido de las antorchas, y el brillo de estas reflejado sobre la cruz con el sudario blanco, fue uno de los momentos más emotivos de la procesión (...).

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