Maderas Alonso Llorente apuesta por el embalaje industrial

A.C.
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Las nuevas instalaciones que la firma acaba de estrenar en la Merindad de Cuesta Urria le han permitido multiplicar por cinco el espacio de aserradero, donde se ha renovado el 70 por ciento de la maquinaria

El esfuerzo físico de los trabajadores de la empresa se ha reducido a la mitad, según su responsable. - Foto: A.C.

El aserradero Maderas Alonso Llorente S.L. ha comenzado este otoño a dar sus primeros pasos en sus nuevas instalaciones de la Merindad de Cuesta Urria. La firma, que dirige Arturo Alonso, la tercera generación del negocio que emprendió su abuelo Mateo en los años cincuenta en Trespaderne, ha apostado por crecer y diversificar su producto más allá del sector del mueble para adentrarse en el mercado de los embalajes de tamaño industrial. Para ello, acaba de estrenar una nave de 4.000 metros cuadrados dedicada a aserradero y almacén, un espacio que multiplica por cinco al de sus antiguas instalaciones y en el que el 70% de la maquinaria es nueva.

Las primeras gestiones iniciadas hace seis años en busca de los 45.000 metros cuadrados que precisaba el proyecto se encontraron con no pocas dificultades y «ninguna solución por parte de los ayuntamientos de la zona». El proyecto no tenía cabida en ningún polígono y la dificultad radicaba en que los agricultores no se deshacen fácilmente de la tierra.  La firma buscó suelo rústico que fuera propiedad de los ayuntamientos para su adquisición, pero no hubo respuesta. Finalmente, la jubilación de un agricultor hizo posible hacerse con los 85.000 metros cuadrados de que dispone en la actualidad y que dejan la puerta abierta a seguir creciendo aún más y construir una segunda nave.

Maderas Alonso Llorente, socio de Burmadera, ha decidido apostar por su tierra y por el lugar de residencia de sus trabajadores, una plantilla de 14 personas que podría incrementarse un 20% con el nuevo proyecto que está arrancando. El hecho de que una gran parte de la madera que sale de la empresa vaya a puerto, entre otros, al de Bilbao, también ayudó a tomar la decisión de permanecer en la comarca, aunque en la actualidad la «guerra comercial» están siendo un obstáculo para la exportación. Pese a ello,  esta empresa maderera, que logró sortear la crisis del sector de la construcción lanzándose  en 2010 a la exportación, cuenta con clientes en nueve países de Asia, África y el continente americano.

Con sus nuevas instalaciones y medios técnicos, quiere abrir nuevos frentes en el mercado nacional de embalajes industriales y pales especiales.  Poco a poco, sus planes Arturo Alonso se van cumpliendo y, además de conservar su cartera de clientes en el sector del mueble, la producción de embalaje industrial ha ido creciendo hasta alcanzar el 40%. La intención es elevar este porcentaje aún más, gracias a la posibilidad de responder a las peticiones de los clientes con nuevas medidas de hasta 6 metros que pueden salir ahora del aserradero. Alonso Llorente quiere poder adaptarse a la demanda del tipo de madera que el mercado solicite.

La inversión realizada también ha servido para reducir el trabajo físico a menos de la mitad, a juicio del empresario, y también para reducir los costes de producción, al integrar automatismos en la maquinaria a medida que ha instalado Montajes Luan. Otro de los proyectos en ciernes es el de lograr la autosuficiencia energética, que podría llegar al 70%, si se cumplen las previsiones, reduciendo los consumos mediante el uso de biomasa y otras energías renovables. En parte ya lo ha conseguido en el secadero de madera, con un aprovechamiento calorífico de un 50% más que en las antiguas instalaciones y que alimenta su caldera de tres millones de kilocalorías gracias a la biomasa que genera la propia planta.

16 años creciendo. Desde 2003, en que Arturo Alonso cogió las riendas de la empresa con solo 25 años, y a pesar de las dificultades de la crisis económica, su gestión ha hecho posible duplicar la facturación en varios ejercicios y elevar un 30% la plantilla. En las antiguas instalaciones de Trespaderne eran muchas las limitaciones, desde el espacio disponible hasta la insuficiente potencia eléctrica. La maquinaria se había ido quedando vieja y solo cabía invertir y avanzar o retroceder. En esta firma, sujeta a la certificación forestal del PEFC, cuyo objetivo es asegurar que los bosques del mundo sean gestionados de forma responsable, solo piensan en avanzar y por ello se está tratando de certificar también en el FSC (Forest Stewardship Council),  una organización global, sin ánimo de lucro, dedicada a promover la gestión forestal responsable en todo el mundo y que le ayudará a entrar en mercados como el estadounidense.