Expectativas de negocio en la ampliación de la DO Ribera

I.M.L.
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Bodegueros y viticultores podrían retomar proyectos empresariales en Coruña del Conde, Arandilla, Brazacorta y Torresandino si estos municipios se acogen a la marca de calidad

Julián Ben Hamou lleva desde hace siete años la bodega que heredó de su abuelo en Coruña del Conde. - Foto: I.M.L.

Viñas viejas y altitud. Estas son dos de las características que convierten en material de primera calidad a las uvas que se producen en las localidades de Torresandino, Arandilla, Brazacorta y Coruña del Conde, que están en la parrilla de salida para entrar a formar parte de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Sus ayuntamientos ya aprobaron la solicitud en pleno (la primera en septiembre de 2019 y las demás en marzo de este año), pero la Consejería de Agricultura de la Junta aclaró que tienen que ser los productores los que tienen que pedir la inclusión, no los consistorios. En este escenario, las Cortes de Castilla y León sumaron su apoyo a la solicitud de las localidades aprobando esta semana una proposición no de ley planteada por el PSOE para instar a la Junta a que inicie los trámites para que estas cuatro localidades se incluyan en el territorio de la DO.

Con este respaldo institucional sobre la mesa, los productores aludidos valoran esta posibilidad como necesaria para los respectivos negocios y para mantener el patrimonio vitivinícola de sus municipios, además de poder crear puestos de trabajo que ayuden a mantener población en estas pequeñas localidades. Las bodegas con origen en alguna de estas localidades se las han tenido que ingeniar para salir adelante. "Hace muchísimos años que tenemos viñas dentro de la DO Ribera del Duero, nuestra idea era que Torresandino hubiera sido DO hace la broma de 25 años, unos poquitos menos de cuando se creo la DO Ribera del Duero, y a nosotros nos ha hecho mucha faena no estar dentro porque nos hemos tenido que organizar de otra manera para estar en la DO metidos", reconoce la responsable de una bodega que tuvo que ‘emigrar’ a un municipio del entorno de Roa para poder comercializar sus vinos como DO Ribera del Duero.

Las dificultades que lastran la labor empresarial en el ámbito enológico por no estar incluida en territorio DO las vivió en propias carnes Fernando García, que tuvo que cerrar su bodega en Arandilla. "Estar en una DO tiene importancia porque no se vende igual un vino Tierra de Castilla y León con una marca no conocida, sin nombre, que un vino amparado en la DO", apunta García, que exportaba casi toda la producción de su pequeña bodega pero que no tira la toalla. "Si el día de mañana Arandilla entrase en DO, aunque sea para venta nacional ya me valdría, pero si no entra, para hacer 4.000 botellas para mí y mis amigos no necesito certificarme", asegura, porque es lo que ahora está haciendo para no echar a perder el fruto de sus viñas cosecha tras cosecha.

Unos kilómetros más al noreste, en Coruña del Conde, Julián Ben Hamou mira esta posibilidad desde la barrera. "A mí, sinceramente, me da igual, hasta si entramos en la DO yo no me voy a certificar porque nosotros hacemos vinos naturales y mi mercado está todo en el extranjero, solo vendo el 5% en España, lo que conlleva que a mis clientes les da igual que sea Ribera, Tierra de Castilla y León u otra marca de calidad, lo que les importa es lo que está dentro de la botella", confiesa Ben Hamou, que recuerda que ya su abuelo, Alberto López Calvo, luchó para que el territorio cluniense se incluyese en la DO. "Lo único bueno que traería Ribera es para los cuatro abuelos que tienen viñas y venden la uva, para que se la pagasen a un precio más decente, no ridículo como se la están pagando desde hace un puñado de años", lamenta.

Esos precios este año reflejaron una gran disparidad. "Un kilo de uva este año no da ni para cubrir los gastos de poda, unos 20 céntimos, mientras que en DO ha oscilado mucho, de 40 céntimos hasta los 1,80 euros las bodegas exclusivas. No ser DO a mí me supone un gran impacto a la hora de la venta de la uva", reconoce Jorge Juez, un joven viticultor con parcelas en Arandilla y Coruña del Conde, que muestra con esas cifras la necesidad de que estas localidades entren a ser consideradas territorio de la DO Ribera del Duero. "Es complicado estar fuera de la DO y tener viñas, porque en un pueblo como Arandilla el 80% del terreno eran viñas, es una pena que de hace cinco años a ahora se haya arrancado el 20%, ha quedado una mísera de viñedo, y todo es debido a no estar en la DO", apunta Juez que aún tiene esperanzas. "Sería magnífico después de luchar 20 años, ver cómo sale a flote porque hoy en día cuesta vender el vino de una bodega de la DO Ribera del Duero, pero fuera de Ribera cuesta 20 veces más", sentencia.