Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Le Bon Marché

27/04/2022

El remitente de una carta fechada en 1865 recomendaba a su destinatario, viajero por nuestro país, que visitara Burgos, toda la ciudad y su Catedral, un prodigio, y si es día de mercado, ahí España muestra todos sus antiguos hábitos en una inmensa plaza con soportales sobre la que se proyecta la sombra de la Catedral. Hay que ver ese extraño mundo…. El receptor contestó un mes más tarde que lo había visitado y tras alabar la Catedral, deploraba la comida, infecta, un fastidio, lamentándose de forma parecida a como lo hacían entonces otros viajeros franceses e ingleses que reprochaban el exceso de ajo y los horribles aceites en los guisos. El remitente era el artista y crítico Astruc y le escribía a su amigo, el pintor Manet, cuando recorría nuestro país para empaparse de Velázquez, de Goya, del color y de la luz de las corridas de toros, del folklore y costumbres de aquella España que tanto alimentaba la imaginación romántica. Y por otra parte, en España igualmente existía a la vez una atracción, un gusto por lo francés, patente en muchos ámbitos y capaz de propiciar un encuentro en el que Burgos también participa.

Si nos centramos en el ámbito cultural y en los inicios del pasado siglo, aquí, en 1908, comenzaron los primeros cursos que para extranjeros, estudiantes franceses, se llevaron a cabo en España. Aquí, en el catálogo de la Biblioteca del Salón de Recreo, hubo una notable presencia de bibliografía y revistas francesas que sirvieron de referencia para las aspiraciones de modo de vida de las elites locales. Una influencia que se llegó a manifestar también en aspectos no menores como la denominación de establecimientos en el Espolón, el espacio público más concurrido de la ciudad. Al empezar el siglo ahí abrió el comercio textil Le Bon Marché cuyo nombre seguramente se tomó de la publicidad aparecida en alguna de esas revistas de los grandes almacenes parisinos que se abrieron en el XIX con esa marca y que fueron pioneros en la venta de diversidad de productos, en la venta por correo y en el envío a domicilio. Emile Zola lo describió en el El Paraíso de las Damas. Esa forma de comercio no es un invento de nuestro reciente tiempo como tampoco lo es la necedad de prohibir rotulaciones en otras lenguas. En 1940, una Orden prohibía las denominaciones extranjerizantes y Le Bon Marché, pasó a denominarse entonces La Buena Marcha. Cuando no existe más margen contra la necedad, el humor siempre sostiene.