La poca fortuna de los partidos 'bisagra' en España

Pilar Cernuda
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Ciudadanos, presidido por Inés Arrimadas, celebrará un congreso en el que se aclararán las dudas sobre si continuará en solitario, mutará a otra formación o se integrará en el PP

La líder de los naranjas cuenta con el respaldo de la mayoría de los militantes para mantenerse al frente, aunque aún no ha desvelado su decisión de seguir. - Foto: EFE

La UPyD de Rosa Díez nació con vocación de bisagra, a ejemplo de otros partidos europeos que dan estabilidad a gobiernos y, en ocasiones, forman coaliciones con el equipo ganador que se ha quedado corto en escaños. Fuera de nuestras fronteras, liberales y verdes son buen ejemplo de ello. En España, son los nacionalistas y regionalistas los que acuden en ayuda de quien necesita estabilidad para mantenerse en el Ejecutivo, pero no son propiamente bisagras, sino formaciones con vocación de hacer negocio, político y económico. 

A UPyD le hizo una OPA hostil, Ciudadanos, y el partido de Rosa Díez fue decreciendo hasta quedarse en nada mientras Cs se fortalecía hasta el punto de que su entonces líder, Albert Rivera, se vio en la Moncloa como presidente, tras la heroicidad de ganar las elecciones autonómicas en Cataluña. Perdió esa ocasión, que él mismo y Arrimadas no supieron gestionar hasta el punto de que ni siquiera hubo sesión de investidura, que habría sido importante, incluso, para perderla. Y, en su sueño de considerarse posible presidente no quiso ser vicepresidente de Pedro Sánchez, lo que tuvo en su mano aunque Rivera lo niega. Resultado: hoy Cs aparece como extraparlamentario en todos los sondeos y Rivera ha dejado la política. Rosa Díez se ha hecho un nombre como articulista y tertuliana y no hay un partido de centro capaz de llegar a pactos a su derecha e izquierda. Una bisagra.

En unas semanas, Ciudadanos celebrará un congreso para tomar decisiones sobre su futuro. Hay algunas certezas y muchas incógnitas. Entre las primeras, que el portavoz parlamentario Edmundo Bal, que se ha hecho un nombre en su primera legislatura, ha anunciado que abandona la política y retoma su trabajo como abogado del Estado. También parece cierto que Begoña Villacís no tiene la menor intención de formar parte del PP, aunque le han lanzado alguna insinuación desde ese partido, con el que gobierna en coalición el Ayuntamiento de Madrid. Y una duda importante es si Arrimadas va a continuar al frente. Es una decisión personal que no está aclarada. 

El congreso que se prepara lo coordina precisamente Villacís. Se han producido bajas importantes aunque la vicealcaldesa madrileña no se desanima e Inés Arrimadas preside todas las reuniones importantes del grupo, consciente de que todos los ojos se posan en su rostro tratando de adivinar sus intenciones. Ni ella misma sabe todavía si continuar en política. Interviene un factor importante en la decisión: su familia.

Aún así, hay personas en Ciudadanos que se sienten comprometidas con el grupo en el que todavía militan, creen que puede renacer de sus cenizas como han hecho otras formaciones en el mundo cuando se les daba por desaparecidos, y están dispuestos a un nuevo esfuerzo.

Cuentan con una importante baza a su favor: el dinero. Cs debe ser la única facción española sin deudas, sus arcas pueden aguantar un tiempo sin recibir las subvenciones que recoge la ley por votos y escaños conseguidos, y eso les da un margen para mantener un equipo leal al que se pueda pagar un salario para seguir trabajando durante un tiempo. 

Fugas

Habrá fugas, sin duda, muchos de los que hoy ocupan cargos los abandonarán para volver a sus antiguas profesiones si las tienen, pero los miembros de la dirección más activos confían en que Cs pueda sobrevivir durante unos años en los que se van a producir cambios importantes en España, probablemente con un nuevo partido en el Gobierno, el PP de Feijóo.  Un político con el que dirigentes de Ciudadanos pueden relacionarse, mientras que es tarea imposible tender puentes con el PSOE mientras su líder sea Pedro Sánchez. 

La líder de los naranjas no siente hacia el actual presidente del Ejecutivo la animadversión personal de Albert Rivera, que en último término provocó su desastre electoral y su decisión de abandonar la política; pero sí siente rechazo por las políticas que le imponen sus socios de Unidas Podemos, los independentistas catalanes y Bildu.

¿Arrimadas tiene rival? No. Si decide presentarse a la reelección y ser candidata a la Presidencia del Gobierno, tendrá detrás a todo el partido o lo que queda de él. Cosa distinta es que renuncie. Entonces sí podrían aparecer aspirantes, aunque también podrían producirse deserciones. 

Albert Rivera

¿Podría Albert Rivera intentar el retorno? La respuesta es unánime. Hubo desolación cuando dimitió, hubo tristeza política y personal, pero ha decepcionado en su trayectoria desde entonces. No ha cuidado las relaciones con sus antiguos compañeros y tampoco han gustado las noticias sobre su trabajo en un conocido bufete al que también incorporó a José Manuel Villegas. La imagen de Rivera quedó muy tocada

Creó a continuación un despacho de comunicación y asesoramiento con Villegas y hay pocas noticias sobre cómo se desarrolla su nueva actividad profesional. Pero en la sede del partido no hay nadie que se refiera a Albert Rivera como posible refundador. Todo lo contrario. La refundación, es criterio generalizado, solo puede venir de quienes se han mantenido en Cs después de la marcha de Rivera y sin perder el ánimo a pesar de que no tenían más fuerza que la de 10 diputados y alguna presencia autonómica -sobre todo en Andalucía y Castilla y León- después de haber sido un partido relevante con más de 50 escaños y expectativas razonables de gobernar.

Hoy la persona más activa es Begoña Villacís desde que es vicealcaldesa de Madrid, con buena relación con el alcalde y es más influyente todavía desde que Arrimadas le pidió que coordinara la tarea de preparar el congreso del partido.

Sin embargo, no concita el entusiasmo necesario para ser la nueva líder de los naranjas si Arrimadas renuncia a continuar. Varias personas consultadas coinciden en el diagnóstico: es buena pero le pierde el afán de protagonismo, tiene demasiado yoismo.

La pregunta que se formula a los miembros de esta formación política gira siempre sobre lo mismo, si en un futuro podrían aceptar convertirse en miembros del PP o ser absorbidos por el PP. Una de las personas más cercanas a la presidenta responde de forma muy gráfica: «No podría pasarme al PP porque no soy del PP y no comparto muchas de sus políticas. Soy liberal».