El AVE atropella su ilusión

S.F.L.
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Boris Gaina pretendía construir una casa y mudarse a Quintanaurria, pero el paso de la Línea de Alta Velocidad a escasos metros de su terreno le frena a seguir con el proyecto

El terreno de Boris Gaina se ubica a escasos metros del futuro trazado del AVE a Vitoria. - Foto: S.F.L.

La elección del trazado por el que discurrirá la Línea de Alta Velocidad entre Burgos y Vitoria ha generado el enfado de muchos. El Ministerio para la Transición Ecológica se decantó por la variante oeste, que atraviesa sin piedad la Bureba y se aleja de la línea de tren de Madrid y la AP-1. Los vecinos de las localidades que se van a ver afectadas pusieron el grito en el cielo y cogieron fuerzas para frenar con el esfuerzo de unos pocos el proyecto.

De entre todas, Quintanaurria es la que peor parada sale. Los residentes son conscientes de ello. Primero tendrán que soportar la cantidad de polvo generado por las obras, el estruendo de las máquinas retumbando en sus oídos e intensos olores a cemento y otros materiales que penetrarán por sus fosas nasales. Una fiesta para los sentidos que convertirá a la localidad en una especie de zona cero dominada por el ruido y contaminación. Una fiesta aguada para Boris Gaina, que ha visto como el paso del AVE ha arruinado la ilusión de tener una vida tranquila alejada del bullicio de la ciudad. 

Procedente de Moldavia y residente en Burgos, soñaba con trasladarse al pequeño pueblo burebano a corto plazo. Para ello había invertido «buena parte de sus ahorros» en comprar un terreno con la intención de construir una casa. Sin lujos ni pretensiones más allá de las comunes. Disponer de su parcela, de sus zonas para pasear y de sus buenos ratos con el resto de vecinos cumplían con sus expectativas. Pero cuando el Gobierno anunció que la Línea de Alta Velocidad pasaría a menos de medio kilómetros de su futuro hogar sus fantasías se desvanecieron.

Ahora se ha quedado con un solar en el que según comiencen los trabajos «no se va a poder estar», con un proyecto para la construcción de una vivienda en el que ha invertido «un pastón» y con una placa solar que adquirió para generar electricidad y alumbrar el área con la que no sabe que hacer. Reconoce que se encuentra «bloqueado, en un estado de desilusión constante» y le entristece pensar que no dispone de medios para cambiarlo. Llegó a este pueblo en busca de paz, la encontró, conoció gente amable y cercana, pero poco después todo se fue «al traste». 

Permanecer durante una hora en las ventanas de las viviendas de Quintanaurria una vez se ponga en marcha el proyecto estatal  será lo más semejante a una terapia de contención de la calma para quien no está acostumbrado a la combinación de estridencias y temblores que se suceden a pocos metros de su casa. Sin contar con el paso de camiones procedentes de la planta de Aguas Santolín, situada en las afueras de la localidad burebana, que prácticamente circularían a centímetros de su terreno. «Hace 30 años que nadie se instala aquí, y yo tenía todas las intenciones de hacerlo con mi familia. Pero no estoy dispuesto a sufrir las fatales consecuencias que traerá consigo el AVE. Tengo ya un plan redactado por el que he pagado mucho dinero pero no me atrevo a seguir adelante con él», manifiesta disgustado el afectado.

Pero, «sin lugar a dudas, lo más triste será presenciar como el itinerario propuesto amenazará a toda la pedanía, desde el humedal y la vega del río, al coto de caza, sin dejar de lado la senda por la que pasean los vecinos desde tiempos inmemoriales. Todo quedará destruido. La serenidad de la que goza este rincón de la comarca quedará en el olvido, y no tengo claro si quiero vivirlo», añade. 
Mientras decide sobre su futuro, seguirá dejándose ver en las concentraciones que convoquen sobre asuntos relacionados con el tren de alta velocidad, así como a las que se celebren para pedir solución a los problemas de seguridad vial y el mal estado de la vía  BU-V-5104.