Los olvidados

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Shakeba y Abdul Saboor Noorzad, refugiados que llegaron a Burgos en agosto con sus cinco hijos y tras una dramática odisea, intentan rehacer su vida en España

Los olvidados - Foto: Patricia

No es difícil adivinar cómo era la vida de Shakeba y Abdul Saboor Noorzad en Kabul antes de que los talibanes se hicieran con su país en un visto y no visto e hicieran escapar a la carrera tanto al ejército estadounidense, que llevaba allí dos décadas, como a miles de afganos para los que marcharse de allí fue, simplemente, una cuestión de supervivencia. Ella daba clases de inglés en un instituto y él llevaba siete años trabajando para la Unión Europea, a la vez que cuidaban de sus cinco hijos: Farhat, de 14 años; Abdul Ahad, de 12, Yousuf, de 11, Absul Wahid, de 5 y el pequeño Maseh, de 2, y disfrutaban de la compañía de la familia y los amigos. En medio de la pobreza endémica del país se habían dado bastantes pasos hacia adelante, sobre todo en la emancipación de las mujeres, de tal manera que las niñas estudiaban y podían ir a la universidad y se desterró ese ataúd de tela que es el burka. Se habían conseguido, pues, logros que hacían que se pudiera empezar a hablar de una cierta calidad de vida.
Y en apenas unas horas todo cambió. Cierto es que los extremistas nunca se marcharon del país y que en los meses anteriores se habían ido haciendo a sangre y fuego con las ciudades que encontraban a su paso. Hasta que el 15 de agosto de 2021 entraron en Kabul, a pesar de que se habían comprometido a no hacerlo. Ese día Shakeba intentaba calmar a sus alumnas, que lloraban y estaban muy nerviosas, y Abdul Saboor, que se encontraba en el banco sacando el último salario que había recibido, fue testigo de un tremendo tiroteo: «Me fui corriendo a casa a avisar a mi familia y la ciudad se convirtió en apenas unas horas en un hervidero de vehículos de los talibanes, sin ejército, sin policías... Nadie opuso la menor resistencia».

(Reportaje completo en la edición de hoy en papel de Diario de Burgos)