Acostumbrados a que al menos una vez al año un temporal de nieve les obligue a permanecer al calor en sus casas, unos 50 vecinos de las distintas localidades por las que atraviesa la carretera que une Oña con La Molina y que no disponen de un vehículo apto para circular se quedaron aislados desde el martes de madrugada hasta ayer al mediodía. Los motivos no son otros que las consecuencias de la borrasca Gérard, que dejó un manto de nieve de más de 20 centímetros de espesor en Penches, Barcina de los Montes, La Aldea, Zangández y La Molina. 

Las complicaciones en la carretera BU-V-5203 comenzaron el pasado martes por la noche y hasta ayer por la tarde las placas de agua congeladas dificultaban la conducción. La gran mayoría de los residentes de estos pueblos apenas se han movido de sus domicilios hasta hoy y los que se han visto obligados a ello por motivos laborales han vivido situaciones realmente angustiosas. Ana no acudió ni el miércoles ni ayer a su puesto de trabajo en Busto porque el Portillo estaba cerrado. Sin embargo, sí se arriesgó a trasladarse a Oña y reconoce que fue «todo una odisea. Tardé una hora y cuarto en hacer un recorrido de diez minutos y se me patinaba el coche constantemente», asegura. Najat reside en Penches y trabaja en el Centro de Día de la villa condal, que ha permanecido cerrado hasta hoy porque las empleadas tienen sus residencias en otras localidades y no pudieron conducir hasta allí. 

Pero el temporal no solo ha dificultado el acceso a las poblaciones más elevadas de la comarca. El resto de pueblos de la Bureba también ha sufrido las consecuencias. Al instituto de Briviesca tan solo acudieron ayer los alumnos de la ciudad y los de Cubo, mientras que los del resto de localidades como Reinoso, Valdazo, Monasterio de Rodilla, Salas o Poza no tuvieron la opción de trasladarse al centro porque no hubo servicio de transporte escolar. La nieve de todas las carreteras fue retirada durante la pasada jornada, por lo que hoy no se esperan obstáculos para la conducción.