Otoño burgalés

M.G. Barbadillo
-

HEMEROTECA| "En la ciudad de Burgos, el Otoño resulta una estación esplendorosa. Su enorme población arbórea, variadita además, propicia un espectáculo del que es imposible sustraerse"

Otoño burgalés - Foto: Alberto Rodrigo

Cada pueblo o grupo humano tiene sus mitos y tradiciones, glorias y miserias, usos y costumbres que, aunque están presentes, pasan desapercibidos en la cotidianidad. Paradójicamente, tomar un poco de distancia permite ver mejor lo más cercano; se gana en perspectiva. Esto es precisamente lo que pretendemos en la serie de Maneras de vivir: Mirarnos de lejos para vernos de cerca, y reírnos un poco de nosotros mismos, que no pasa nada. La idea no es original, es un homenaje, en realidad un copieteo total, de la sección Pass Notes que el diario británico The Guardian lleva publicando 30 años y que ha sido replicada en periódicos de todo el mundo. En cambio, sí es un homenaje sentido a todos los que han hecho humor con las cosas de esta tierra, como Virgilio Mazuela, y a los que han llenado páginas en la prensa buscando la carcajada, como Moncho Alpuente. Esperamos que le divierta.

 

¿Qué es? Obviamente, una estación del año. La palabra procede del latín "autumnus", que hacía referencia al aumento o la plenitud del año. Esto es importante para hablar del otoño en Burgos.

Edad. La Tierra tiene más de 4.500 millones de años. No soy un experto, pero imagino que se puede decir que el otoño también, aunque con características cambiantes.

Otoño, ¡qué pereza! Empieza el frío, llueve, los días acortan... Te voy a contar una historia que publicó hace poco el diario británico The Guardian. Una psicóloga de California se mudó a una ciudad noruega, por encima del Círculo Polar, para investigar cómo afectaban las condiciones ambientales a sus habitantes. En primer lugar, les preguntó qué les parecía el invierno.

¿Y? Pues resulta que les encantaba. Apreciaban todas las cosas que solo se podían hacer en esa época y no se dejaban amilanar por las dificultades. Es lo que llaman "winter mindset", es decir, mentalidad de invierno. De hecho, no entendían que para alguien pudieran ser un problema o que hubiese gente a la que no le gustara el invierno.

¿Adónde quieres llegar? Yo a ninguna parte, pero la investigadora concluyó que la percepción del invierno es subjetiva y nos han vendido que esta estación, y por extensión el otoño, es peor que otras; y lo hemos comprado. Estos noruegos, con alma de osos polares, demuestran lo contrario.

¿Y qué puedo hacer aquí en otoño? Esa es otra parte buena del asunto: no tienes que hacer nada, el propio otoño se encarga de todo.

¿Cómo? Resulta que, en la ciudad de Burgos, esta estación resulta esplendorosa. Su enorme población arbórea, variadita además, propicia un espectáculo del que es imposible sustraerse y al que no hace falta acercarse, porque está por todas partes. Claro que si andas por la calle mirando el móvil te perderás esto y todo lo demás.

¿Algún lugar en particular? Yo simplemente te recomendaría pasear sin rumbo; bajar o remontar el Arlanzón hasta que te aburras o se te acabe; investigar entre los caminos de tierra del paseo de La Isla (lugar bonito infrautilizado por los autóctonos); o ir viendo cada mañana cómo cambia de tonalidad el árbol que hay frente a tu casa.

¿De eso me estabas hablando? Yo solo tengo frío. Te falta "autumn mindset", esto es, mentalidad de otoño. Te estoy diciendo que aquí el otoño te abofetea en la cara con una locura de cambios de colores a cámara rápida; una sorpresa cada día; una mutación cromática en plena ciudad donde normalmente lo único que cambian son los semáforos de rojo a verde. ¿Qué más quieres?

No te lo tomes así. Vale, vale. Simplemente intenta estar mínimamente perceptivo mientras bajas a comprar el pan o vuelves de tirar la basura. Puede ser un comienzo para disfrutar de este show.

Intentaré hacerlo. Cuando superes el nivel principiante, nunca mejor dicho, podrás optar a cimas más altas.

¿Cuáles? En la ciudad, aunque bella en este tiempo, la naturaleza no deja de ser un pequeño simulacro. El Everest de este negocio es salir al campo. En esta provincia otra cosa no, pero campo hay para aburrir y además diverso en hábitats, paisajes y especies. No entiendo cómo no se le ha ocurrido a nadie promocionar a nivel turístico este espectáculo efímero; en Estados Unidos algunos lugares de la Costa Este son visitados para gozar de las gamas cromáticas en esta época. Pasa con Maine o Massachusetts, por ejemplo.

Voy a repetirme: ¿algún lugar en particular? Lo bueno del asunto es que cada tipo de árbol tiene su ritmo, por lo que puedes ver muchos lugares diferentes. Es posible caminar por las riberas de los ríos escuchando los chopos, que suenan a agua, mientras se deshojan. Uno puede adentrarse en bosques de robles viejísimos pisando hojas que crujen. Otra opción es un buen paseo en el ocaso del sol entre viñas teñidas de todos los tonos del verde al marrón pasando por lo que te imagines.

Ya veo. Pero el top entre los tops, sin duda, son los hayedos, y aquí hay bastantes. Pasear dentro de un monte de hayas es poner en marcha los sentidos: la temperatura, la luz, la humedad, el silencio... son de hayedo.

Tal vez lo pruebe, pero que sepas que carezco de esa mística otoñal que me propones. Además, pasear por pasear... En fin. Si la pura contemplación se te hace bola, el otoño ofrece posibilidades con un fin concreto.

¿Cuál? Coger setas.

Eso es otra cosa. Sí, estamos en la edad de oro de la micología. Antes, las cogían cuatro, y cada uno en su pueblo. Ahora es tendencia. De hecho, casi todos los buenos emplazamientos son coto; vamos, que tienes que pagar. Pero cuando uno va a un teatro de la Gran Vía de Madrid, también. Estamos en paz.

¿Y dónde dices que puedo coger? No te lo he dicho, ni te lo dirá nadie; para mucha gente es su fórmula de la Coca-Cola. Sin ir más lejos, mi propio padre no me ha confesado nunca los puntos buenos de su pueblo. Las coge él y me las da. Así son las cosas.

Si quieres parecer integrado. Ponte una bufanda a cuadros. Irás elegante y otoñal y no podrás seguir quejándote del frío.

Nunca, nunca, nunca... Creas que has visto el otoño por mirarlo un día. Al siguiente, será distinto.

*Este artículo salió publicado en el suplemento Maneras de vivir del 24 de octubre de 2020